Capitulo 23

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Capitulo 23

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Layla —grité mientras corría hacia su habitación—. Nena, ¿dónde estás? —la llamé de nuevo, buscando.

Oí sus lloriqueos desde el armario y corrí hacia él. Cuando la vi, caí de rodillas y tiré de ella a mis brazos. Lloraba con tanta fuerza.

—Shhh... Bebé, está bien. Todo va a estar bien. Ryan se ha ido. En medio de sus lloriqueos, me preguntó—: ¿De quién estaba hablando, mamá? ¿Sabes dónde está mi papá?

¡Mierda!

Justin va a estar tan molesto.

—Sí, nena, sé dónde está —dije en voz baja.

—Ryan me asustó. ¿Conoce a papá? ¿Por qué lo estaba llamando con nombres tan malos?

—Cariño, mírame. —Agarré la cara de mi bebé entre mis manos y cuando tuve toda su atención, seguí—: Ryan no conoce a tu papá lo suficientemente bien como para decir cosas malas sobre él. Eres demasiado joven para entender esto ahora, pero algo pasó entre tu padre y yo hace mucho tiempo. Cuando nos separamos, él no tenía ni idea de que estabas creciendo en mi vientre. Es muy importante que entiendas que tu papá sabe de ti ahora y tiene muchísimas ganas de verte. Él quiere gustarte, y que con el tiempo llegues a amarlo.

—¿En serio? —preguntó con curiosidad mientras comenzaba a animarse.

—Sí, de verdad. Vas a verlo mañana.

—¿Quién es él?

—¿Te acuerdas del hombre que se acercó el otro día y habló con la tía T?
Su carita se arrugó con pensamientos. —Sí, el gigante. ¿Es mi papá? —Ahora sonaba emocionada.

—Sí, cariño, es tu papá. Nos reuniremos con él mañana en el parque para jugar. ¿Te parece bien?

—¡Sí! ¿Va a enseñarme a jugar al fútbol?
Sonreí. —Estoy segura de que lo hará. ¿Seguro que estás bien con conocerlo?

—Estoy feliz, mamá. Siempre he querido un papá —Su tono melancólico y sus palabras fuertes me rompieron el corazón.

—Lo sé, bebé, y Justin será uno bueno. —Por lo menos, mejor que lo sea—. ¿Vas a salir del armario para que podamos ir a jugar?
Necesitaba una distracción más que nada, al igual que mi princesa.

Ella se levantó de un salto. —¡Está bien, vamos mamá! ¡Deprisa, deprisa! Quiero que ya sea mañana.

—¡Espera un minuto! ¡Dale un poco de azúcar a mamá! —Ella me echó los brazos al cuello y me dio un beso—. Te amo.

—¡Yo también te amo, mamá! —dijo emocionada antes de salir corriendo de la habitación.

Consideré llamar a Justin esa noche para advertirle acerca de los nuevos cambios, pero decidí no hacerlo. En su lugar, lloré hasta quedarme dormida.

April, nena.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz