Jean...

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Samantha abrió los ojos de golpe, unos fuertes golpes la habían despertado de su sueño profundo y tranquilo, bostezó y se talló los ojos.

— ¿Mmm? ¿Quién golpea tan fuerte? —preguntó en un susurro.

Al ya estar más despierta, se percató de que los golpes venían de la segunda planta, ¿acaso a Jean perdió las llaves? ¿Por qué golpearía tan fuerte la puerta? ¿O sería Seung Gil que se quedó encerrado? Se acercó a la puerta para descubrirlo.

— ¿Hola? ¿Chicos?

— ¿Samantha? ¡Samantha ábreme!

— ¿Qué pasa Seung Gil? ¿Te quedaste encerrado?

— ¡Maldita sea ábreme!

— ¿Qué pasa? ¿Dónde está Jean?

— ¡Ese es el maldito problema! ¡Jean está en peligro!

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

— ¡Ábreme y te explicaré!

Ambos tenían los dedos entrelazados, el agarre era fuerte, sus corazones palpitaban con fuerza y la adrenalina era tremenda, con una sonrisa, ambos estaban dispuestos a aceptar su destino, siempre y cuando vivieran ese destino juntos.

Había iniciado.

Los demás al darse cuenta de lo sucedido se fueron contra ellos, Otabek y Jean no perdieron tiempo y se movieron también.

Otabek era un experto en la pelea siendo que antes se había metido en muchas peleas callejeras, a Jean le costaba un poco más defenderse ya que nunca en su vida se había peleado, pero lograba defenderse con armas, varios contra sólo dos era una tortura, pero ambos hacían todo lo posible por sobrevivir apoyándose mutuamente.

En un mal movimiento, Jean tropezó golpeándose contra la pared, Otabek fue rápidamente a socorrerlo.

— ¿Estás bien Jean?

—S-Sí...creo que sí.

Los hombres estaban a punto de ir contra ellos pero uno los detuvo.

— ¿Qué haces? Hay que matarlos.

—Ssshhh

El hombre hizo una seña para que todos guardaran silencio.

Después de unos segundos, los hombres entraron en pánico.

— ¡Mierda!

Unas sirenas se escuchaban, claramente era la policía.

— ¿Cómo mierda nos encontraron? Es un motel viejo.

Los hombres se miraron entre sí, luego dirigieron su mirada a ambos chicos.

Otabek los miraba de manera retadora mientras cubría a Jean quien ya estaba muy débil por los golpes.

—Estamos rodeados, no tenemos escapatoria, pero no nos iremos sin hacerlos pagar a estos dos.

Los menores abrieron los ojos con estupor, ¿qué tenían planeado hacer?

Más grande fue su sorpresa al ver cómo uno de ellos sacó un encendedor de su bolsillo, seguido de eso sonrió de una manera macabra, Otabek y Jean quedaron helados, ¿acaso ese hombre...?

—Los veré en el infierno.

Dicho eso, acercó la mecha a las cortinas que comenzaron a quemarse.

—Oh no—fue lo único que pudo decir el kazajo.

— ¡Vamonos!

Sin más, los hombres salieron deprisa antes de que le fuego se extendiera más.

Niño a los 18 años (JJBek)Where stories live. Discover now