• Cap 53 •

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Cuando cierro la puerta detrás de mis espaldas, intento recuperar mi otra mano, pero Yoongi se resiste apretando más el agarre, pero sin llegar a hacerme daño.

— ¿Puedes soltarme? — inquiero en modo de advertencia, recordándome también a mí misma que estoy molesta con él.

— Sabes que no pienso hacerlo. — chasquea la lengua, juraría que también está molesto. — ¿Por qué coño me has cerrado la puerta en la cara?

Comienzo a caminar para al menos alejarme lo suficiente de mi casa, me imagino a mi prima cotilleando detrás de la puerta y eso me pone enferma. Él me sigue sin rechistar, cosa que agradezco porque no me apetece echar más leña al fuego

— Pues porque no quiero verte. Así de simple. — espeto cuando doblamos hacia una esquina.

Lo miro a los ojos y veo que él tiene la vista fija en el suelo. También siento que minoriza la fuerza con la que me tiene tomada de la mano y aprovecho eso para, por fin, recuperarla.

— Perdona. — suelta al fin.  Yo tampoco sé qué decirle, por lo que no abro la boca. Al cabo de varios segundos él se da cuenta de eso, porque alza la cabeza para mirarme. — ¿No vas a insultarme?

— ¿Quieres que lo haga? — alzo una ceja y las comisuras de sus labios se tuercen hacia arriba. — ¿Qué quieres que te diga? Supongo que ya sabes que eres un egoísta de mierda.

— Lo sé, lo sé. — se lleva las manos hacia su castaño pelo. — Soy un capullo. — confiesa.

— Un capullo integral. — sentencio. Vuelve a sonreír por segunda vez, por lo que frunzo el ceño. — Oye no sé qué te hace tanta gracia porque si yo fuera tú, daría las gracias por no hundirte en la miseria a base de insultos y malos deseos hacia tu persona. — amenazo poniendo los brazos en jarra.

Él quita su tonta (pero bonita) sonrisa de su rostro y al instante se pone serio. Entonces sonrío yo, satisfecha. En el fondo sabe que soy capaz de hacerlo.

— Eso también lo sé. — murmura e intento no reírme.

— Bien por ti.

Después de eso, vuelve a aparecer ese horrible silencio incómodo en el que nadie sabe qué hacer o decir.

— Espera... — entonces me percato de algo. Él vuelve a fijar su vista en mí y me escucha. — ¿Tú no deberías estar en el hospital?

Se encoje de hombros, restándole importancia al asunto.

—Me han dado el alta. — explica.

— Pero estás... recién operado. — digo acercándome a él. —¿No te duele el...?

Entonces me detiene sujetando mis muñecas que se hallaban en el aire y acerca su rostro al mío con una estúpida sonrisa en sus rosados labios.

— ¿Pero tú estás cabreada o preocupada por mí, pabo? A ver si nos aclaramos... — se burla y ruedo los ojos intentando disimular el leve rubor que han adquirido mis mejillas cuando ha utilizado ese apodo.

Me suelto del agarre y carraspeo mientras escondo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

— Definitivamente, eres subnormal. — digo y vuelve a reírse, pero lo ignoro. — Sólo decía que deberías haberte quedado allí hasta mañana.

— Sabes que no podría haberme permitido pagar una noche más ahí. — Tiene razón, pasar la noche en un hospital de Corea del Sur es excesivamente caro. — De momento vivo felizmente con mis dos riñones. — bromea. — Pero tristemente sin ti. — añade después con el tono de voz más bajo.

¡Pabo! I need you _ mygWhere stories live. Discover now