-Ah, Namjoonie... Namjoonie es un caso aparte, tiene tantos conflictos como células en su cuerpo. Su problema es que piensa demasiado.

-Realmente somos hermanos...

-Al menos tú eres un poco menos impulsiva, ahora él se comporta mejor, pero cuando nos conocimos era muy torpe y podía hacer cualquier estupidez. Dudábamos de su CI a veces gracias a eso.

Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y por última vez respiré profundamente. Miré a Hobi y al instante me comprendió, puesto que me siguió hasta el auto.

Volvimos a la ciudad, algunas de las luces ya estaban encendidas. Doblé hacia el centro comercial e ingresé al estacionamiento.

Dejé mi auto y caminamos hacia la puerta de los ascensores, subimos y Seok marcó el tercer piso.

-Hay muy buenas tiendas, sobre todo mi favorita.

-Supreme, lo sé.

-Oye, ¿Cómo sabes tanto?

-El hecho de que mi hermano no me quiera no significa que no siga a su grupo- Levanté la manga de mi camisa para mostrar mi tatuaje con símbolos hangul expresando un verso de una de sus canciones, acompañado con un dibujo de una sola línea de una flor.

-Ah, si tan sólo nos hubiera dicho que tenía una hermana...

-No empieces.

Negó con su cabeza –Él eligió el diseño de las flores del álbum, dijo que eran para una mujer, preguntamos si eran para su madre y como nos respondió que no... Nosotros creíamos que era para su ex novia...

Mi boca quedó en la forma de una perfecta "o". El conflicto volvía a mi. Yo amaba esas ilustraciones, y ahora entendía perfectamente el porqué de ello.

Ni estando separados podíamos desconectarnos el uno del otro, entre hermanos no hay odio, orgullo, enojo que pueda generar distancia, así estén cada quién en cada punta del mundo. El vínculo genético y energético siempre es más fuerte.

Quizás eso haya sido lo que me trajo hasta aquí.

Las puertas del ascensor se abrieron y él salió primero, tomó mi mano para despertarme de mis pensamientos y me sacó de allí.

-Vamos, hay mucho que comprar. Espero que tengas dinero.

-Claro que tengo- Saqué mi móvil y le mostré el monto que tenía.

-Ah, Joonie cuida bien de su hermanita...

-Ya, no lo menciones- Apreté su mano en la mía con fuerza y un color azul comenzó a desprenderse, casi como si fuera humo.

Instantáneamente comencé a sentirme mejor y una sonrisa ocupó mi rostro.

-Entonces... ¿Supreme?

-¡Vamos!- Extendí mi brazo como si fuera superman y nos dirigí a la gran tienda.

-Iré a escoger algo para ti, mientras puedes ver otras cosas- Soltó mi mano y se perdió entre los percheros.

Asentí y seguí viendo prendas en los largos colgantes de metal. Finalmente me sentía mejor, así que elegí unas cuantas camisetas con el logo de la marca y alguna ilustración que me gustara.

Camino al probador una chica golpeó mi hombro. Me disculpé y seguí caminando, hasta que una frase me detuvo...

-No sé para qué se lleva esa ropa si claramente no le va a quedar, torpe cerda.

Me quedé en mi lugar, helada. Hacía mucho tiempo que nadie tenía esos comentarios despectivos para mí, hacía mucho que creía que había cerrado esa herida escarbada por años. Gimnasios, nutriólogos, desesperación, esfuerzo, sudor, lágrimas. Todos esos recuerdos volvieron a mí en un segundo y fui incapaz de moverme.

Las lágrimas comenzaron a caer inevitablemente. La gran Ross tenía una debilidad tan estúpida. La coraza de la fortaleza inevitablemente cae por su propio peso.

Al ver lo que había logrado, la delgada muchacha de largos cabellos negros se echó a reír junto a su amiga como si hubiera hecho la mejor broma del universo.

Mientras tanto, Seok regresaba con su carismática sonrisa casi saltando con montones de ropa en sus brazos, hasta que divisó la situación.

Corrió hacia mi, puso la gran pila de ropa sobre un estante y tomó mi hombro para hacerme reaccionar. Al momento de apoyar su mano, un vapor de una tonalidad oscura salió de mi, abarcando casi todo el salón.

Entre todo el denso humo podía escuchar la tos de las contrarias, seguidas de un grito. Cuando todo se esfumó, el cabello de la chica yacía en el piso mientras ésta lo miraba con horror.

-Eso explica todo- Susurró en mi oído –Sal de aquí, pagaré por todo esto e iremos a otra tienda.

Extendí mis manos para que tomara las prendas que tenía y salí del lugar.

No mucho después salió junto con varias bolsas, sonriendo con satisfacción. Se acercó, y besando mi mejilla, se posicionó a mi lado para seguir caminando por el gran edificio y susurró:

-Acabas de ver al karma en acción.

¡¿Qué tal?!

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¡¿Qué tal?!

En éste capítulo no tengo idea de qué pasaba por mi cabeza exactamente, pero salió esto.

Sad but true.

Gracias por leer! Les amo!

-MR.

Mafia de escritorasWhere stories live. Discover now