PUPPET [ T#1 TERMINADA ]

PUPPET| Parte 35

—¿De que trata el encuentro entre inversionistas?.— Inquiere sin mirarte, manteniendo sus ojos puestos en la pequeña ventanilla a su lateral.

—Nuevos socios, nuevos proyectos.— digo brevemente buscándo sus ojos bajo sus pestañas, pero se niega a verme.

La pequeña conversación termina sin más, las horas pasan y de cualquier forma no encuentro el modo de permanecer tranquilo, el frío en el avión en muy alto y las pequeñas cobijas que ofrecen no cubren ni un ápice. Diviso a Lía a mi lado mientras duerme, la punta de su nariz está mínimamente rojiza y entonces me quito la cobija para dársela a ella y así aumentar el calor corporal.

Dado que si podría abrazarla lo haría.

El frío me cala los huesos pero mientras ella esté bien, también lo estaría yo. Cierro mis ojos y me surmerjo en un profundo sueño, pero luego de algunos minutos de haber descansado, en cuanto los abro no encuento a Lía junto a mí, la espero por al menos treinta minutos pero no hay señales de ella.

Me levanto del asiento y lleno de preocupación empiezo a buscarla entre los pasillos, sus móvil se encuentra conmigo de modo que no puedo llamarle pero busco por todas partes y finalmente la encuentro viniendo frente a mí.

—¿Te encuentras bien?.— inquiero al notar su nariz mucho más roja y sus manos blancas del frío.— estuve buscandote entre todos los pasillos del avión.

—Solo fui al baño, ¿creías que me lanzaría por la puerta o algo así?.— Inquiere secamente ignorando mí preocupación por completo.— aunque quiera no puedo escapar de tí.— masculla y se abre paso para abandonarme una vez más.

Mi entre cejo se frunce y no puedo evitar tomar de su antebrazo para  detenerla, sus ojos estridentes chocan con los míos e intenta zafarse pero esta vez no lo permito, así que la lllev  a uno de los baños más cercanos y la encierro junto conmigo.

—Lo tienes, ¡estás logrando lastimarme!.— mascullo cerca de ella dejándole saber lo que está causando en mí.

—Trataré de ser más profesional, lo siento, presidente Kim.— nuevamente me llama con títulos y mi corazón se quiebra cuando me percato de que ya no es ella.

No queda nada de ella.

—¡Joder! ¡Basta!.— vocifero sin pensar, su cuerpo da un pequeño salto de sorpresa y sé que la he asustado, pero ella finge mantenerse firme.— joder, lo siento ¿sí?.— suplico por mi comportamiento alterado.

Sus ojos se mantienen en los míos pero esta vez he logrado algo en ellos, he logrado que llore, pero no con intenciones negativas simplemente han reaccionado a mí. Sus grandes ojos se cristalizan en mi dirección y mi corazón palpita nuevamente.

—¿Qué quieres de mí?.— susurra en un hilillo de voz.— Te di todo de mí hasta lo que menos podrías imaginar, perdoné todo el daño que me hiciste, perdoné cuando me dijiste que volverías por mí, que sería la única, que me amarias a mí, te perdoné que me hayas mentido.

la solté porque me dolía recordar y me dolía que tuviese un recuerdo tan errado como ese, no era así, todo lo que había creado en su mente no lo era. Nada de lo que había pasado iba a eso, prometí volver a ella, prometí que sería la única y así lo hice porque nadie más que ella a ocupado mí corazón en todo este tiempo.

—Solo te pido que creas en mí.— y al igual que ella, lágrimas cayeron de mis ojos y rodaron por mis mejillas, ambos nos sumergió en un mar de dolor, del cual inevitablemente podíamos liberarnos.

Porque no sabíamos como librarnos.

—¿Cuanto más podría creer en tí?.— inquirió golpeando mí pecho con ambas manos.— ¡No quiero volverte a oir!, no quiero más mentiras.

—No voy a detenerme.— musite mirando sus ojos, queriendo hacerle saber que lucharía hasta el final porque es lo único que tiene mí vida, ella es lo único que me salva y no lo sabe.

—Deja de intentar...— pidió en modo de suplica, mí corazón explotó en dolor.—Nada es igual, ¿Sabes?.— inquirió limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano.— Un día me vas a olvidar, y esas promesas que nunca cumpliste no van a importar más.— y sin saberlo, rompió otra parte de mí.

—No voy a dejarte, voy a aferrarme a tí porque te amo...— tomé su barbilla y con la punta de mí nariz me deleite del dulce aroma de sus mejillas y labios, los mismos que me obligue a no besar.

—Lo siento.— tomó con su mano mi muñeca y lentamente me fue alejando de ella, — viva una vida feliz incluso si ya no lo amo, Presidente Kim.