L. Líos de blusas

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Ron los esperaba afuera, Hermione había entrado corriendo porque olvidó ponerse perfume y Ginny no había asomado la cabeza en toda la mañana.

Charlie había sido invitado a participar en un espectáculo de dragones, Molly dió muchas razones por las que era peligroso que Charlie participara y que ellos fueran a ver semejante show, pero Charlie la convenció y fue la primera en partir al estadio de quidditch, ambientado para un espectáculo con dragones. Ron, como buen hermano mayor, mejor amigo y novio no declarado, se sacrificó en llevar a su hermana, Harry y Hermione.

Harry no fue problema, se duchó, se puso ropa limpia e intentó peinarse, tomó del perfume y desodorante de Ron y ya. Estaba listo junto a su amigo en la puerta antes de las once. Pero a la una quince Hermione seguía entrando y saliendo de la habitación de Ginny con algún cambio en su atuendo y el cabello con otro peinado o muy alborotado, y Ginny ni siquiera salió por el desayuno.

Molly salió de la madriguera a quince a las tres, y Hermione aún no decidía que se le veía mejor, si el vestido rosa o la falda negra. Y Ginny seguía sin mostrar una peca.

—Seguro está dormida —dijo Ron antes de suspirar y mirar su reloj—. Son las tres y cuarto, llegaremos tarde, muy tarde.

—No podemos irnos sin ellas —dijo Harry con los ojos entrecerrados, el sol le daba de lleno en el rostro—. Iré a ver si Hermione no se decide por un perfume ¿está bien?

—Por favor —Ron extendió la mano a la entrada y habló con algo de desesperación. Harry rió y entró a la casa de nuevo.

Molly había dejado ordenada la sala, la cocina y el comedor, y Harry estaba seguro que la habitación de Hermione no estaba ni remotamente cerca del orden. Subió las escaleras con pesadez, esperanzado a que ambas muchachas bajaran más que listas para irse. No pasó.

Llegó frente a la puerta de Ginny y tocó un par de veces. La voz de la pelirroja le indicó que podía entrar.

Abrió la puerta y se encontró con los hombros pecosos y desnudos de Ginny, en realidad Ginny solo llevaba puesto un short de mezclilla y un sostén negro, Harry vio su abdomen, hombros y pecho descubierto por menos de un segundo antes de mirar sus zapatos con las mejillas coloradas.

—Creí que Hermione estaba aquí —dijo carraspeando. Notó por su vista periférica como Ginny se ponía una blusa verde, un verde muy oscuro, y parecía no quitarle la mirada de encima. Entonces Harry la miró a los ojos.

—Dejó su perfume en una mochila en la habitación de mamá —dijo con simpleza. Acomodó su cabello y salió de la habitación, cerrando la puerta con lentitud, dejando que el nerviosismo de Harry aumentara con su cercanía.

—Ron nos espera abajo —dijo Harry, sin demostrar sus nervios y sin desviar la mirada.

Ginny sonrió y asintió antes de besar su mejilla.

—Solo es una blusa, Harry.

Su sonrisa no se fue de su rostro aun después de bajar las escaleras, y Harry se quedó frente a la puerta intentando recordar cómo respirar correctamente.

—¿Te encuentras bien, Harry? —preguntó Hermione cuando vio a Harry, parado frente a las escaleras.

—Estupendo —respondió con una sonrisa.

Varios minutos después, mientras Charlie jugaba con un dragón a ver quién quemaba a quién primero, Harry no sabía si reír o sonrojarse por lo sucedido, ahora le parecía algo ridículo. Solo era una blusa.

Tres años más tarde, felizmente casado con la pelirroja, descubrió que no era solo una blusa, era un estorbo. Un impedimento a la bellísima vista del preciosos cuerpo de su hermosa esposa. Pero solo cuando estaban en casa, fuera de la puerta debía tener su blusa, y un suéter, o un abrigo, o una túnica, o cualquier cosa que cubriera el precioso cuerpo de su hermosa esposa de los ojos curiosos, que no fueran los suyos.

¡Ey! Ginevra (One-Shots) © [Harry&Ginny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora