XXXII. Amigos

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– ¡Es un imbécil!

Fue lo primero que Harry escuchó cuando entró en la habitación de Ginny.

– ¿Por qué? –preguntó con cautela. Ginny tenía el cabello revuelto, daba la ilusión de ser fuego y a Harry le causaba cierto escalofrío estar cerca de una Ginny enfadada, o tan solo estar cerca de Ginny.

–Me canceló ¡De nuevo! –Gruñó y bufó– Él me dijo que íbamos a salir desde hace una semana ¡¿Y ahora sale con esas excusas baratas?!

Ginny se cruzó de brazos y se dejó caer en la cama con una mueca y el entrecejo fruncido.

–Te dijo por qué canceló –volvió a preguntar con cautela.

–Bah ¿no te estoy diciendo? –respondió, como gruñendo, más para sí misma que para Harry– ¡Son solo excusas baratas, Harry!

Harry suspiró y se recargó en la puerta.

– ¿Qué te dijo? –volvió a preguntar, ahora más como una orden.

–Que tenía una junta con los socios de su padre –rodó los ojos y miró a Harry– ¿No crees que es un imbécil? –Ginny ahora parecía arrepentida, Harry suspiró y se sentó a su lado, pasándole un brazo por los hombros, ignorando el latir de su corazón.

–Creo que Greg no sabe lo que es una negativa como respuesta –dijo, Ginny lo miró confundida–. A estas alturas Greg debe de saber que aunque te falle volverás a su lado –Ginny suspiró y recargó su cabeza en el hombro de Harry– porque le perdonas, así tardes semanas en hacerlo, siempre lo haces.

–Es que lo quiero –susurró. Harry suspiró intentando que aquello no lo hiriera.

–Se supone que él también te quiere ¿Qué haces aquí entonces? –Ginny se apartó de Harry y alzó los hombros.

–No sé qué hacer... –volvió a susurrar.

–Déjale las cosas en claro –dijo Harry con firmeza, sonrió y se apartó un poco de Ginny–. Por más que te importe, no puedes seguir así –le acarició la mano, sintiendo un cosquilleo familiar en el estomago–. Dile que te importa y que lo quieres, pero que no estás dispuesta a seguir con él si continúa con esa actitud, porque no vas a perdonarlo siempre.

Ginny miró su habitación pensativa. Harry tenía razón, no podía seguir así, no si Greg continuaba con esa actitud cada semana.

–Tienes razón –dijo Ginny con una sonrisa– hablaré con él.

Harry sonrió, a pesar de que su ánimo había decaído considerablemente.

–Espero buenas noticias más tarde –la abrazó y besó su coronilla antes de ponerse de pie. Sacó su varita y con un gracioso movimiento hizo aparecer una flor en el regazo de Ginny.

Ginny le sonrió y esperó a que saliera de la habitación para dejar la flor junto al resto que tenía en su tocador. Conservó su sonrisa al ver todas las flores que tenía, Harry siempre le dejaba una antes de irse, aunque fuera a volver más tarde, le dejaba dos si tenía que salir del la ciudad por trabajo.

Harry bajó las escaleras hasta llegar a la cocina, Ron y Hermione se reían de algo que había en el jardín, les sonrió y se sentó á su lado.

– ¿Qué miran? –preguntó, tomando una galleta.

Hermione paró de reír y se dedicó a mirarlo seriamente mientras Ron se reía más fuerte.

–Es que mamá mandó a Percy a limpiar el jardín –rió más fuerte– y los gnomos lo están pateando desde que intentó lanzar a uno –continuó riendo fuerte. Harry rió y miró a Hermione.

¡Ey! Ginevra (One-Shots) © [Harry&Ginny]Where stories live. Discover now