XLVIII. Cosa de Todos

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El que sean mujeres no tiene nada que ver ¡Él entiende! ¡James y Albus entienden! ¿Por qué contarle solo a Ginny? Que Lily lleve a su novio a casa no es cosa madre-hija, no. Es cosa de todos.

—No lo entenderías ni aunque te lo explicara, Harry —le dijo Ginny, mientras Lily iba por su novio y sus otros dos hijos escuchaban por la puerta.

«Al parecer el pequeño se perdería si no van por él de la mano» pensó Harry.

—Claro que si, no dudes de mi capacidad mental —dijo, con una mueca y los ojos entrecerrados. Ginny rió y negó.

—Es una niña, Harry, y…

—¡Exactamente! Es una niña, entonces ¿por qué fue por Caleb? —exclamó, sin poder contener la indignación, Ginny volvió a reír.

—No me refería a eso —lo tomó de la mano—. Sino que Lily es mujer, por lo tanto se va a sentir más cómoda hablando conmigo, otra mujer.

—No soy tu hermano, Ginn, sé diferenciar a las mujeres de los hombres, mi único problema es que no me cuente nada —alzó los hombros—. Soy su padre ¿por qué o qué hay diferencia entre tu y yo?

—No la hay, Harry —sonrió la pelirroja—. Pero es lo mismo que James, Albus y yo, no me cuentan lo mismo que a ti.

Harry la miró con ojos entrecerrados, sin intención de admitir que Ginny tenía razón. Ginny solo ensanchó su sonrisa y besó sus labios.

—Lily te ama y te cuenta más de lo que crees —lo abrazó con el cuello y besó su mejilla, una sonrisa comenzó a formarse en el rostro de Harry—. Así que quita ese gesto y ayudame con la mesa ¿si?

Harry la besó cortamente antes de incorporarse.

—¡James, Al, dejen de espiar y ordenen la sala! —les gritó Harry desde su lugar, Ginny rodó los ojos.

—¡No es justo! —gritó James en respuesta, entrando de manera estruendosa a la cocina, seguido por Albus con la misma expresión en su rostro— ¡Escondió las varitas a propósito, papá!

—Tienen que aprender a hacer las cosas sin magia, James —le sonrió Ginny. James la miró con la mandíbula chueca.

—¿En serio ma’? —suspiró el mayor. Ginny asintió con la misma sonrisa en su rostro.

—Que el novio de Lily no sea mago no significa que debamos vivir como él —protestó Albus.

—No pierdan tiempo discutiendo con su madre, no les irá bien. Vayan a hacer lo que les dijo —ambos gruñeron y mascullaron mientras caminaban a la sala. Ginny rió y se giró para sacar los platos, Harry la ayudó y salió detrás de sus hijos.

Ambos estaban con cojines en las manos, intentando descubrir cuál era el orden que su madre les ponía a estos a la hora de acomodarlos.

—Primero amarillo, luego el bordado, amarillo, bordado —susurró detrás de Albus, este brincó en su lugar por la sorpresa antes de acomodar los cojines junto a James.

—¿Y bien? —preguntó James, con una sonrisa en los labios— ¿Tenemos tu permiso para fastidiar a La Calabaza?

Harry suspiró y miró a la cocina.

—No. Las pelirrojas se molestarían mucho y, no sé ustedes, no pretendo vivir sin magia.

—Papá tiene razón, James —gruñó Albus—, estos han sido los peores veinte minutos sin magia de mi vida, no planeo estar así más tiempo.

—Serán bromas inofensivas —James hizo un ademán para restarle importancia, Harry suspiró y lo miró unos segundos antes de sonreír de lado.

¡Ey! Ginevra (One-Shots) © [Harry&Ginny]Where stories live. Discover now