33.

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Sus ojos se abrieron lentamente al sentir las caricias repartidas a su desnuda espalda. Trató de acostumbrarse a la poca claridad de la habitación, buscando adormilado a aquel que le daba toques suaves y cariñosos. Sus mejillas se levantaron en una sonrisa al encontrar el rostro de Chanyeol, adormilado también y poco consciente de lo que ocurría a su alrededor. Parecía que recién se levantaba al igual que el pelinegro, y Baekhyun se acercó, quedando sobre su pecho y dejando un suave beso en su marcada quijada, cosa que al castaño le provocó una leve risa.

— Buenos días, ángel.

— Buenos días, Yeollie.— saludó de igual forma, frunciendo la nariz en un tierno gesto.— Y no soy un ángel.

— Para mí lo eres, pequeño.— rió, tocando la nariz arrugada del chico con su dedo índice.

— Tampoco soy tan pequeño, Yeollie.— reprochó, pensando en que él era un glorioso y poderoso mestizo, lo mejor de lo mejor. Pequeño ni que pequeño, pff.

— Pero para mí sí, angelito torpe.

— Yah, que no soy ángel y tampoco torpe.— protestó formando un puchero con sus labios que Chanyeol no se pudo contener de besar.

— Lo que digas, angelito.— rió ante la mueca disconforme del pelinegro.— ¿Tienes hambre?

— Realmente no, quiero quedarme así contigo un poco más~.— respondió acurrucandose en el pecho ajeno.

— Que tierno.— murmuró abrazandose a su chico.— ¿Te sientes bien?, ¿te molesta algo?

— ¿Preguntas por lo de anoche?— cuestionó sonriente. Chanyeol asintió.— Estoy bien. Sólo una leve incomodidad en mi trasero, pero nada que no pueda manejar.

Baekhyun entrelazó sus dedos con los del contrario, ambos esbozando una sonrisa, sumidos en una burbuja de felicidad y armonía. Por ese momento, no pensaron en los problemas, en las adversidades que tenían que afrontar; se olvidaron del peligro que les seguía constantemente. Eran sólo ellos envueltos entre aquellas sabanas y entre caricias amorosas, besos y abrazos llenos de ternura. Estaban en una nube de la que no querían bajarse, porque aquello implicaba volver a la triste realidad en donde estaban a punto de tener una guerra.

Ambos se miraban con amor, y Baekhyun estaba tan feliz de haber vuelto, pero no podía evitar pensar en aquellos momentos que algo no estaba bien consigo mismo. Sentía y sabía que algo no encajaba en su interior aún, que aún estaba dividido, y que ambas partes, tanto ángel como demonio, tenían una lucha en su interior por quién tomaba el control. Claro que no le dejaría saber aquello a nadie, aunque por la mirada que le había dedicado Yixing el día anterior, podía deducir que él ya sospechaba, pues como un ángel curador tenía la habilidad de saber si algo estaba mal con alguien, física, emocional, espiritual y mentalmente. Baekhyun sólo esperaba poder ocultarlo el tiempo suficiente como para que no se dieran cuenta, porque no quería preocupar a nadie, no más.

— Baekhyun, necesito hablar contigo de algo.

El mencionado levantó la mirada, sus ojos curiosos colocándose sobre el rostro repentinamente serio de Chanyeol. El demonio suspiró, tratando de que las palabras salieran de una vez de entre sus labios, pero no podía pronunciar alguna. Miró el rostro de Baekhyun, intentando encontrar el coraje para decirle, pero cuando por fin abrió la boca, el teléfono comenzó a sonar, y él se estiró para tomarlo, frunciendo el ceño al ver que se trataba de Jongin.

— ¿Hola?

— Jesús, ya pensaba que nunca ibas a contestar. Llevo llamando desde hace una jodida hora, maldito.

— ¿Qué quieres?

— Necesito que tú y Baekhyun vayan al almacén donde entrenan todos. Ahora.

Heaven | ChanBaekWhere stories live. Discover now