Capítulo 26

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La luz que emitía el televisor me incomodaba y terminó por despertarme. Me sentía incómoda y con una molestia latente en mi espalda y vientre. Sabía exactamente a que se debía y maldije por lo bajo. 

Demonios, ¿Por qué simplemente no fui hombre y ya? 

Ni siquiera me molesté en moverme, sabía de primera mano que no podría, mis piernas se duermen los primeros 3 días y no puedo hacer nada por mi misma. Suspiré profundamente y giré mi cabeza, buscando algo que me ayudara para ir al baño, entonces lo vi. 

Gabriel estaba en un posición bastante incómoda en la silla justo al lado de la cama. Parecía dormido pues su pecho subía y bajaba en completa calma. Volví a suspirar. 

¿En serio se había quedado conmigo, cuidándome todo el día? 

Estaba absorta observándole, la manera en la que respiraba tan tranquila, su semblante serio y su ceño ligeramente fruncido. ¿Es que ni durmiendo podía estar tranquilo? Bueno, yo tampoco puedo hablar mucho, es normal que estemos alerta y con una sensación de peligro todo el tiempo. 

Supongo que pasé demasiado tiempo viéndolo, porque de un momento a otro, abrió sus ojos de manera suave, pero estos se posaron directamente sobre los míos, tal y como lo hace una bestia antes de cazar a su presa. 

-¿Te encuentras bien? -Preguntó con esa voz ronca. Se acomodó en la silla de manera que pudiera verlo sin que me diera tortícolis. Yo solo me limité a asentir, incómoda. -¿Baño?

-Efectivamente necesito ir, pero no estoy segura de que quiera que tú me lleves. -Dije sinceramente y no era mentira. Me sentía incómoda, cohibida. No es como si pudiera olvidar todo, mucho menos teniéndolo frente a mi. 

-Bueno, tampoco es como si tuvieras muchas opciones y si mis cálculos son correctos, es hora de que te cambies antes de que quieras que vuelva a lavar otra sábana. -No me dejó contestar, ni siquiera dejó que me planteara alguna otra manera de evitar el bochorno que estaba sintiendo, simplemente me tomó en brazos, sosteniendo entre mis muslos y mis hombros y dirigiéndonos hasta el baño privado de mi habitación. 

Ni siquiera me molesté en replicarle algo, igual no podía hacer nada más que insultarle y la verdad no tenía ni fuerzas, ni ganas. Me dejó en la bañera tal y como lo hizo en la mañana, solo que esta vez yo estaba consciente y en mis 5 sentidos, así que simplemente me dejó allí. 

-Avísame cuando estés lista para venir a buscarte. No intentes nada estúpido Tabitha Alexander. -Me miró desafiante, conociendo a cabalidad mis planes de ser autosuficiente aún en mi decrepito y penoso estado menstrual. 

Me tomé mi tiempo para desvestirme allí sentada, afortunadamente Gabriel me había dejado unas toallas y ropa de cambio justo al lado de la tina. Deseché todo lo inservible, me limpié y cambié de manera rápida. Me quedé más tiempo del necesario, pensando en lo que haría los últimos días, pues obviamente no podía salir de casa, mucho menos moverme con libertad. 

-No estoy seguro si te tragó el inodoro de la bañera o te moriste en el proceso de baño... ¿Lista?

-Lista. -Dije con cansancio. Me daba hasta pena salirle con unas de las mías y mandarlo a freír monos, después de todo, me estaba cuidando, debía ser cortés. 

Entró al baño, me sacó de allí y volvió a dejarme en la cama, la cual estaba tendida y en perfecto estado. 

-Te has saltado el desayuno y el almuerzo, supongo que debes tener hambre así que te traje todo. -Tomó una bandeja que hasta el momento había ignorado. Contenía dos sándwiches, sopa de verduras, arroz con pollo y un gran vaso de jugo de naranja. 

La Chica StormWhere stories live. Discover now