Capítulo 7

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-Tabitha, respira por la nariz y exhala por la boca, sino te cansarás demasiado rápido y apenas estamos comenzando con el entrenamiento. 

  -Ya lo se, lo has dicho bastantes veces pero no se hacerlo, me canso rápido Anthony. -Caí al suelo boca abajo y quise hacerme la muerta.  

Respiraba de manera entrecortada, sentía que el corazón se me iba a salir por la boca, sudaba a mares y tenía hambre. Mi día comenzó bastante activo, el problema era que mi energía se había quedado enredada en las sabanas de mi cama. 

Anthony me despertó 10 minutos antes de las 6 y me dio un short y zapatos para entrenar. Pensé que solo se trataba de un trote de 10 minutos, pero llevamos 1 hora trotando por todas las inmediaciones de la casa. 

A este chico loco se le ocurrió la genial idea de darme un tour por la casa mientras trotábamos y ya le hemos dado más de 5 vueltas. Al principio tenía demasiado frío, ahora solo quiero morir, en serio. Me detenía cada 10 minutos para respirar y morir por solo segundos y él estaba intacto, sin rastro de cansancio y con apenas una fina capa de sudor. Estaba demasiado acostumbrado a esto. 

-Levántate enana, agradece que soy yo quien te entrena hoy y no Rafael, porque él te hubiera llevado directo al cerro del teleférico a trotar y sin ningún abrigo. 

Me moví hasta quedar boca arriba y observar el salón de visitas desde mi posición, es decir, ver el techo. Estuve a punto de arrastrarme a la mesa más cercana y esconderme, pero el cabeza rapada había llegado

-A mi me toca entrenarla en el gimnasio en menos de 10 minutos así que apresúrense con la ultima vuelta de trote. -Dijo el aludido entrando por la puerta principal de la gran casa. 

-¿Hubo movimiento hoy? -Preguntó Anthony. 

-Para nada, todo estuvo demasiado tranquilo. -Sacó una navaja que se encontraba en la parte interior de su calcetín y una Beretta 418 de su bermuda, un arma pequeña pero funcional tomando en cuenta que estaba trotando y que una pistola más grande se hubiera notado demasiado. 

-¿Entrenas estando armado? 

-Pequeña, primera regla en este negocio: No confies en nadie. A veces hasta en las situaciones más comunes te pueden pasar muchas cosas y nosotros tenemos que estar alertas. Ahora, levanta tu trasero y trota rápido porque ya quedan menos de 8 minutos para las 7 de la mañana y el desayuno es a las 9. 

Voy a morir. 

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La casa no solo resultó ser enorme para estos hombres, sino que es el sueño de cualquiera a nivel general. El tercer y último piso de la vivienda era un gimnasio gigantesco, con todo tipo de maquinas, mancuernas, colchonetas para ejercicios de suelo, un saco de boxeo y más. 

Cuándo llegamos acá, Anthony y Rafael me mandaron a hacer cardio en una de las maquinas y luego a ejercitar las piernas pero sin mucho peso porque según me haría daño. Después hice abdominales, pantorrillas y abductores. 

Cuando el reloj marcó las 9 juro que pude sentir como mi alma volvía al cuerpo, porque literalmente había muerto. 

-Me siento físicamente explotada por ustedes. Voy a morir. -No podía siquiera hablar sin jadear, olía horrible y aún me estaba preguntando cómo es que no me había desmayado del hambre. -¿Dónde están los demás?

-Cumpliendo guardia nocturna, aunque a lo mejor ya llegaron. -Rafael se quitó unas muñequeras para cargar pesas y una faja para estabilizar su espalda. 

-¿Y Marco?- 

-¡Bajen a desayunar bestias sudadas! -Ambos chicos rodaron sus ojos. 

-Lo acabas de invocar.

La Chica StormWhere stories live. Discover now