13 (parte dos). Problema frío

904 71 17
                                    

Por favor, no ignoren la nota al final. 





—Hey, amigo, necesitas venir a ver esto, ¡justo...! —Barry estaba frente a él antes de que pudiera terminar la oración; no llevaba la máscara y lo cansado que estaba era obvio a simple vista. Cisco parpadeó en su dirección, como si no creyera que ya se encontrara ahí—. Ahora.

Habían pasado horas, y la ansiedad en su cuerpo solo aumentaba con cada momento que pasaba. Necesitaba encontrarla, pues no iba a perdonarse si algo le pasaba. Cuando entró a la habitación lo primero que sus ojos hicieron fue recorrer todo con rapidez para hallar el motivo por el que había sido llamado. Las preguntas murieron en la punta de su lengua tan pronto como se fijó en una de las pantallas en el Córtex; o, más bien, en todas ellas. No había manera de ignorar algo como aquello, o de evitar la sensación que se asentó en su estómago ante la imagen. 

Era parecido a lo que había pasado años atrás, la primera vez que se la llevaron. Snart estaba al frente y Caitlin lo acompañaba en el fondo. En aquella ocasión, sin embargo, ella estaba encerrada en algo que parecía una celda transparente. No prisión de cristal. 

No. —Fue lo único que Barry pudo decir con la voz quebrada—. Esto no puede estar pasando otra vez.

Durante todo el tiempo de búsqueda, la teoría que prevalecía en su mente era que el metahumano al que se había enfrentado solo se la había llevado para atraer su atención. Sin embargo, en aquel momento en el que todo fue más claro, todos en la habitación supieron que la situación era peor de lo que habían imaginado al inicio. Leonard Snart era peligroso. Y «venganza» era una palabra poderosa, cuyo significado escondía intenciones que nadie podía descifrar. No cuando se trataba del Capitán Frío. 

—Hola, Central City. —El enojo que se había apoderado de él la primera vez que Snart y Rory la secuestraron no estaba ahí. Solo había espacio para temer por su seguridad—. Esta noche les voy a ofrecer entretenimiento gratuito. Vamos a jugar un juego llamado «no puedes salvarla», ¡y va a ser algo que guardaran en sus memorias por el resto de sus vidas! Los jugadores son la mujer que está ahí, en el fondo de su pantalla, su servidor, y un invitado especial que no tardará demasiado en aparecer, así que...

—Felicity. —La voz de Barry parecía más una súplica que cualquier otra cosa, pero las palabras salieron entre dientes, mientras trataba de controlar la energía que corría por sus venas que le decía que corriera. Cada músculo en su cuerpo estaba esperando órdenes. 

—Estoy trabajando en ello —ella murmuró de manera distraída; toda su concentración estaba siendo usada para rastrear el origen de la transmisión—. Aguanta, Caitlin.

—No vas a poderla salvar esta vez —Snart continuó; su voz estaba desprovista de cualquier sentimiento—. Este es el precio a pagar por no ser capaz de salvar a todos a tu alrededor: pierdes la cosa más valiosa que hay en este mundo para ti. La vida de esta mujer... Dime, ¿cuán irónico es que todo termine con el frío?

—Felicity.

—¡Lo tengo! —ella exclamó, suspirando con alivio, mas él no esperó a que dijera la dirección; se abrió paso hasta encontrarse frente a la computadora y se marchó en el momento en el que supo dónde se encontraba Caitlin. Todo en menos de un parpadeo—. Uh, sí, ahí—dijo a nadie en particular, cuando se dio cuenta de que su amigo ya se había marchado, siendo capaz de respirar bien en horas.

—¿Felicity? ¿Podrías cortar la transmisión? Por lo que Barry me contó de su historia con este hombre esto puede ser venganza —explicó Oliver, mirando a Cisco de reojo. Tenía los brazos cruzados frente a su pecho, como si esperara una réplica—. No queremos que exponga su secreto. Él no se encuentra muy bien justo ahora, nunca lo había visto así y nadie sabe qué es lo que hara.

Abrazos, secretos y piezas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora