01. Lo que un amigo haría

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—¿Barry?

Aquella voz lo mantuvo en su lugar con solo pronunciar su nombre; no consiguió mover sus pies ni un centímetro más. No notó antes su presencia, y lo único bueno de la situación era que ella no lo había visto huir. Bueno, huir no era la palabra correcta, solo estaba a punto de correr hacia algo que no debía. Incluso aunque Caitlin lo hubiera visto, ella no habría podido hacer nada para evitarlo. La historia estaba a punto de cambiar y ellos jamás habrían estado en ese lugar. Cuando volviera, su padre estaría con vida y su madre también... si tenía éxito.

Después de que Iris entrara a la casa de Joe, no pensó que alguien más saldría a hablar con él. Tenía sentido que esa persona fuera Caitlin, incluso si no quería admitirlo.

Pudo observarla con claridad, pese a la escasa visibilidad que le ofrecían las farolas de la calle. Había sido capaz de ver a Iris también, apenas unos minutos atrás, pero le pareció más reconfortante tener la presencia de Caitlin a su alrededor. Ni siquiera la oscuridad hizo que la preocupación en sus ojos fuera menos obvia, o menos cálida. 

—¿Qué haces aquí? —él inquirió en un susurro que pareció tocar cada parte de su alma como una brisa. Parecía que iba a comenzar a temblar.

Ella soltó un suspiro, como si aquella fuera la pregunta equivocada. Sonaba cansada —lucía cansada—, y había una expresión llena de preocupación en su rostro. La respuesta fue obvia cuando sus ojos dejaron de escanearla, cuando se concentró en lo que había más allá.

Estaba ahí por él.

—Venía a decirte algo, incluso si alguien ya lo hizo —dijo con suavidad, refiriéndose a Iris—. No quisiera repetirlo y cansarte de oír de las mismas palabras, pero...

Caitlin volvió a soltar un suspiro, pero Barry la entendió sin necesidad de preguntar. Quería hablar con él, y no importaba si ya había escuchado las palabras, necesitaba que él supiera cuánto lo sentía, que ella estaba ahí para él. La comprendió sin la necesidad de que algún sonido saliera de su boca, como siempre, y se sintió aliviado de compartir esa clase de conexión con alguien... incluso si solo llegaba a ser su mejor amiga. Después de todo lo que habían tenido que pasar, fue un alivio saber que todo aquello seguía ahí a pesar de todo lo que había cambiado.

—Puedes decirme —respondió él, rogando que no soltara lo mismo que Iris antes de que se le ocurriera besarla como despedida. Solo habían sido palabras carentes de significado que no le hicieron sentir nada, que no le quitaron el frío que dejó la ausencia de su padre... que le habían hecho saber que la decisión que había tomado al viajar en el tiempo era la mejor. Dejó claro que nada podría hacerlo sentirse completo otra vez. En aquella línea temporal, al menos.

—Sabes que cuentas conmigo para todo, ¿no?

Él asintió. Se dio cuenta de que aquello le llenó de tranquilidad cuando sus hombros liberaron algo de la tensión que no sabía que cargaba, y los músculos de su rostro se relajaron como si hubiese tenido la misma expresión durante horas... cosa que tal vez había sido así.

—Yo...  —Caitlin continuó—. Tú estuviste ahí siempre, cada vez que lo necesité, incluso si no lo sabía. Me ayudaste a sonreír otra vez cuando creí que estaba bien aislarme en el dolor... Quiero estar ahí para ti también, para cualquier cosa. Solo quería que supieras eso.

—Yo... —Barry se llevó una mano al cuello, frotándolo con incomodidad—. No lo hice esperando nada a cambio. 

—¡Lo sé! —exclamó Caitlin un poco más fuerte de lo que deseaba, de forma apresurada por la conclusión a la que Barry había llegado. No quería que pensara que lo hacía por obligación, ni siquiera un segundo. Miró detrás de ella, encima de su hombro a casa de Joe. No parecía que alguien la hubiera escuchado, así que se volvió para ver a Barry una vez más—. No estoy haciendo esto porque te deba algo. Eres mi amigo, yo... quiero apoyarte. Quiero estar ahí para ti.

Abrazos, secretos y piezas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora