02. La primera noche

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Abrió los ojos en el momento en el que el frío fue reemplazado por un ambiente más cálido, notando que Barry la estaba mirando con curiosidad. Sus manos se aferraban a la camisa del joven, y ella podía sentir sus propios temblores. 

—¿Te asusta viajar así? —él preguntó, preocupado de que su amiga se hubiese mareado en el trayecto.

Había un millón de cosas que la asustaban. Zoom, Reverse Flash, cualquier meta-humano que fuera capaz de derrotarlo y lastimarlo de gravedad. Estar en brazos de Barry Allen no la asustaba. Sin embargo...

No le podía mentir. No a él.

—Sí —admitió, dándose cuenta de que aún no la bajaba. Barry se dio cuenta al mismo tiempo que ella, y la dejó sobre sus pies con suavidad, no sabiendo qué responder ante ese nuevo descubrimiento—. No eres tú, solo que Zoom...

Una chispa de conocimiento llegó a sus ojos, y ella no tuvo la necesidad de terminar la oración. 

—Oh. —Fue todo lo que pudo pronunciar, queriendo golpearse por hacer una estupidez como aquella. ¿Por qué no se le había pasado por la cabeza que la última cosa que Caitlin querría sería correr? Todos podían decir que ella era la persona más fuerte que hubiese pisado la tierra, y era verdad, pero todos tienen sus límites y su amiga ya había alcanzado los suyos—. Lo siento. 

Ella no dijo nada. Solo se dedicó a mirarlo, y él se relajó un poco sabiendo que no se había molestado por lo que acababa de pasar. Sin embargo, algo doloroso se instaló en su pecho cuando vio que los temblores que Caitlin comenzó a tener cuando la tuvo entre sus brazos no disminuyeron, e incluso tuvo la necesidad de abrazarse a sí misma mientras analizaba el lugar en el que se encontraban.

—Es ridículo, ¿sabes? —él comenzó a hablar, para mantenerla alejada de todo lo malo acumulándose en esa brillante mente suya. Cuando ella lo miró, estaba concentrado en su entorno como si fuera la primera vez parado en ahí. Tuvo que aclararse la garganta para poder hablar, su boca estaba seca—. He vivido en casa de Joe gran parte de mi vida, tuve un departamento, volví con Joe después, pero...

—Entiendo. —Parecía que había dejado de temblar. Barry casi quiso suspirar con el alivio que aquello le provocó, sabiendo que tenía que distraerla por más tiempo—. Sigues volviendo aquí, conozco el sentimiento. Esto es lo más parecido que tenemos a un hogar.

Ambos suspiraron, y se dirigieron hasta la caminadora para sentarse. Se quedaron en silencio por lo que parecieron horas; cuando Barry volvió a hablar, su voz era ronca otra vez. 

—No sé qué hacer. —Suspiró, y Caitlin agradeció que no estuviera mirando en su dirección. No quería ver el dolor que había en sus ojos, aquello sería más difícil que escucharlo nada más—. Todo lo que quiero es que él vuelva, que el dolor se vaya...

Era verdad. No sabía qué hacer. ¿Minutos, horas antes? Estaba dispuesto a viajar en el tiempo sin que le importaran las consecuencias; pero entonces, cuando estaba corriendo con dirección a los Laboratorios, recordó lo que su padre dijo cuando quiso salvar a su madre. Que ella no habría querido eso, que habría estado maravillada con el hombre en el que se había convertido con el pasar de los años a través de todas las tragedias que había tenido que atravesar.

Su padre habría querido que Barry fuera la misma persona, y no quería defraudarlo, pero tampoco sabía qué hacer. Tenía que hacer que el dolor se marchara si no quería caerse a pedazos. 

Caitlin no dijo nada, sabiendo que las palabras que salieran de su boca no tendrían sentido si ella no las creía después de todo lo que había tenido que pasar. Él necesitaba algo seguro, no mentiras vacías que podría identificar y no calmarían su dolor. En cambio, pasó uno de sus brazos sobre los hombros de Barry y lo acercó a ella. 

Abrazos, secretos y piezas rotasWhere stories live. Discover now