18: Terrores Nocturnos (I)

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—No te la acabes toda, también tomaré dentro de un rato.

—Calma yo no...

El camión frenó de manera muy brusca, casi todos caímos de rodillas al suelo y Jace había tirado mi cantimplora al suelo cerca de la jaula donde el eater la arponeó abriéndole un agujero.

—De acuerdo ahora quiero perforarle la cabeza con una flecha —dije molesto.

—¿Raquel que sucede? —preguntó Rachel.

—No podremos avanzar más por aquí... —dijo sorprendida.

—¿Por que no? —preguntó Harley.

Muchos golpes empezaron a escucharse en el exterior del camión siendo acompañados de muchos gemidos hambrientos; el infectado estaba volviéndose a poner histérico, el ruido que producía solo alertaba a los demás infectados en el exterior a conglomerarse alrededor de nuestro vehículo.

—Rachel da reversa antes de que nos rodeen —ordenó el capitán pasando junto a la jaula yendo hacia la ventanilla que nos conectaba con la cabina.

—¡Hazlo ya mujer! —gritó Swatson.

Raquel movió la palanca de velocidades y comenzó a retroceder a prisa pasando por sobre los infectados que estaban en la parte trasera; el remolque daba fuertes saltos por tantos cadáveres por sobre los que pasábamos. Las llantas se escuchaban derrapar, seguramente por despedazar y destrozar la carne y huesos de los infectados al ir retrocediendo, mientras todos nosotros intentábamos mantenernos de pie para no caer cerca de la jaula.

Los tumbos cesaron, retrocedimos varios metros a toda marcha dejando cada vez más una brecha más grande entre los infectados y nosotros.

—Gracias al cielo no rompieron ninguna de las luces —dijo Carlo.

No pasaron más de unos cuantos segundo antes de que chocásemos con algo por segunda vez en el día.

—¡Maldita sea! ¿Ahora que? —exclamó Tren.

El camión comenzó a inclinarse hacia la cabina mientras la estructura de todo el vehículo crujía y rechinaba, estaban levantando la parte trasera del camión.

Los neumáticos iban a toda potencia, pero no nos movíamos de donde estábamos; el camión comenzó a moverse de lado a lado, escuchamos el rugido de un bull, después lo vimos atravesando la puerta del remolque con uno de sus largos brazos, retrocedimos para que este no nos lograse alcanzar, golpeándonos unos a los otros involuntariamente por los movimientos del infectado que nos mantenía sobre el asfalto.

—Encárguense de esa cosa una horda nos rodea por delante. —Gritó el general.

Se podía oír como los neumáticos delanteros chillaban por la fricción que hacían con el pavimento, no íbamos a ninguna parte solo hacia un seguro volcamiento si este infectado no nos dejaba. Intentamos dispararle, pero no podíamos apuntar a un tiro directo a la cabeza o a sus ojos que estaban expuestos.

—¡No hay tiro limpio! —gritó al intentar disparar, pero solo le dio en el brazo, que golpeó el piso abriendo un agujero en el metal.

El agujero en la puerta se agrandaba, pronto aquel infectado nos estaría devorando. Érika cayó al suelo para sujetar a Carter quien casi se le lanzaba al bull, lo sujeto con toda su fuerza recibiendo muchos golpes entre el forcejeo.

—¡Estoy harto! —gritó Tren.

—¡Deshazte de él! —dijo Carlo.

Tren se aferró fuertemente a una de las cintas que usábamos para sostenernos al estar sentados con la puerta abierta, con ella se mantuvo en equilibrio al ir paso a paso hasta el bull; la jaula de tanto movimiento se desprendió de sus soportes y comenzó a moverse de un lado a otro, hasta que se fue sobre Rachel atrapándola en un lado inclinado el infectado la tomó de los brazos a través de los barrotes y lanzó su arpón que se incrustó en el metal.

—¡Ayuda! —dijo Rachel cuyo rostro se cubría de la sangre y saliva del infectado.

—Jace, Jake, ayúdenme —dijo Dorian al levantar la pesada jaula, logrando quitarla de debajo de la jaula.

El bull volvió a sacudir el camión derribando a tren cerca de su brazo, el cual casi lo aplasta, pero el uso sus guantes e impactó el brazo del infectado cercenándoselo a la mitad.

—¡Ahora si infeliz!

Tren impactó la cabeza del infectado destrozándole una muy buena porción del cráneo, pero aquella cosa todavía se movía, el infectado rugió de nuevo abriendo sus enormes fauces con sus dientes llenos de sangre y mal aliento.

—¡Trágate esto engendro! —Tren introdujo su puño entero en la boca del infectado hasta su garganta reventarle la mitad de la cabeza con lo cual nos soltó de inmediato al estar muerto.

Por la velocidad a la que acelero el Raquel cuando las ruedas tocaron el suelo nos llevaron como un cohete hasta la horda de infectados, que estaba frente a nosotros impactando con docenas de ellos al mismo tiempo, el remolque, derrapó por sobre el asfalto a causa de los cuerpos de los infectados que se metían bajo las ruedas, su piel de deshacía en el asfalto creando una papilla resbalosa de carne, líquidos y sangre. El camión dio un giro demasiado rápido luego de pasar a la horda provocando que volcáramos dando un par de vueltas, lo que nos hizo golpearnos contra todo: las paredes, la jaula, entre nosotros. El dolor de los golpes era fuerte al igual que los gritos, me dolía absolutamente todo el cuerpo y más al golpear la jaula con la espalda.

Derrapamos otros cuantos metros hasta chocar con un edificio, mientras el interior estaba abollado, con humo y con todos golpeados. Mi pierna quedo atrapada debajo de la jaula lo cual me hizo soltar un fuerte quejido, sentía que me había golpeado la cabeza veía borroso, los sonidos se distorsionaban, los demás se quejaban o acaso intentaban abrir las puertas con empujones y patadas por lo dañadas que estaban, antes que los otros infectados nos alcanzaran.

Todo se puso negro muy rápido, y sin resistirme me dejé llevar y cerré los ojos todavía escuchando el alboroto y escuchando que los demás se levantaban y salían del autobús, gritando y corriendo.

Esperanza en la oscuridad (En proceso de publicación)Where stories live. Discover now