Capítulo Veintiocho

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--No quiero dormir.-- reí al ver que bostezo nuevamente después de hablar.

--Anda, descansa Frank.

--Quiero saber si todo está bien-- susurró, con los ojos medio cerrados. Comprendí que se estaba durmiendo, pero que aún así hablaba con sinceridad --, ¿Están bien los demás?

--Tienen sus problemas, eso es seguro.-- le conteste, comenzando a acariciar su brazos en busca de adormecerle. Negó, y al verle tan insistente llevé mi mano a su cabello, acariciándolo para que se rindiera.

--Luzu-- como en las veces anteriores, mi sobrenombre saliendo de sus labios hizo que me acercará, sintiendo algo dentro de mí, algo que con gusto hubiese descrito como una enfermedad, pero sabía que no era eso --, quiero ayudarles. Rubén no debe sentirse bien, tampoco Miguel... menos Alex.

Suspiré al ver que seguía al pendiente del resto a pesar de estar más inconsciente que consciente, y que aquello no le permitiría descansar, no del todo.

Deberían darme un premio por ser tan buena persona --Lo haré yo, les ayudaré, te lo prometo.-- sus ojos se abrieron un poco más, mirándome, y sonrió.

--¿Ves? Eres una muy buena persona Luzu.-- conforme hablaba su tono de voz disminuía, y sus ojos se cerraban. Cuando acabó de hablar se quedó dormido, y suspiré alejando mi mano de su cabello, en general me alejé de él.

Tenía que pensar, y muchas cosas, trabajar en eliminar estos sentimientos que nada bueno traerían.

Me levanté, dispuesto a salir de la habitación e intentar arreglar las cosas, pues lo había prometido. No solía cumplir con mi palabra, solía prometer cosas sin tomarle la más mínima importancia si las cumplía o no, pero se trataba de Frank, y bien sabía que él confiaba en mí. No quería agregarlo a la lista de personas que se defraudaron de mis acciones, así que cerré con cuidado la puerta para que descansase, y me puse a buscar a los demás miembros de la casa.

Como imagine, todo estaba en silencio, al menos eso parecía en donde yo estaba. Me encaminé a las escaleras para subirlas, encontrándome con Miguel sentado en el suelo, cruzado de brazos en la pared contraria a donde estaba la habitación de Rubén. Me bastó acercarme un poco para escuchar que el rubio castaño lloraba, y Guillermo inútilmente trataba de calmarle. Me quedé de pie, observando el panorama y pensando. Le prometí a Frank que les ayudaría, y lo haría, a mi brusco modo.

Me bastó dar unos pasos para llegar a la puerta y golpearla con un puño --Abran.-- el llanto se detuvo un momento, o eso parecía.

--¡Lárgate Luzu!-- grito con la voz temblorosa, y seguido de eso se oyó un sollozo.

--¡Solo abre Rubén! ¡Ya lloraste lo que tenías que llorar! ¡Ahora escucha!

--¡Vete a la mierda! ¡TAMBIÉN TÚ, MIGUEL!-- algo chocó contra la puerta, provocando que retrocediera por el golpe. Suspiré, pasando mis manos por el rostro antes de girarme.

Los ojos del de lentes se habían vuelto a llenar de lágrimas, y agachó la cabeza --Ya deja de actuar así, anda, ven.-- pedí, pero no se movió ni un poco. ¿Por qué no cooperaba? Me acerqué, tomándole del brazo para que se pusiese de pie, usando parte de mi fuerza para que se moviera rápido.

--¡Auch!-- se quejó, pero le ignoré para ir hacia la puerta y volver a golpear con mi mano libre, mientras que con la otra apresaba el brazo del castaño.

--¡Ya abre Rubén!

Escuchamos unos susurros, y para mi sorpresa, el seguro ser quitado. Pensé que tendría que ser más insistente. No se abrió completamente, y solo pude ver a Guillermo con el ceño fruncido --Detente Luzu.

La Casa GAYWhere stories live. Discover now