Capítulo Veintiocho

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Cuando crucé la puerta, no esperaba ver esa escena. Alejandro tiraba de sus cabellos con fuerza, y uno de los adornos de cristal que se encontraban en la mesa cercana a la entrada (donde normalmente colocábamos las llaves) se encontraba en el suelo, destrozado completamente. Samuel, a unos pasos de él, le observaba con los brazos cruzados.

--Te vas a lastimar.-- le dijo en tono de voz bajo. Alejandro le ignoró, y gritó con frustración antes de empujarle y dirigirse hacia las escaleras para subirlas. Noté lo rojo que estaba su rostro, y eso me hizo intimidarme un poco.

Le seguí con la mirada, notando lo enojado que estaba. El suspiro de Samuel me hizo voltear a verle, y mordí mi labio cuando pasó sus manos por su cabello --¿Qué ha pasado?-- quise saber, pero solo obtuve como respuesta un jadeo. El castaño se veía estresado.

--Sucede que todos se han puesto de acuerdo para pasar por un mal momento-- fruncí mi ceño, sin moverme de mi lugar. En ese momento, no sabía si era lo mejor acercarme al castaño --. Alex cree que Abraham le está engañando.

Sus palabras me descolocaron por completo. La posibilidad de que aquello sucediese me parecía imposible, completamente descabellada, Abraham no podía hacerle eso.

--¿Por qué lo cree?-- deseé saber, pero solo obtuve otro jadeo. Samuel volteó a verme, pues todo ese tiempo había mantenido la cabeza gacha.

--No quiere hablar conmigo, así es él, le gusta encerrarse-- una de sus manos fue a parar a su frente, acariciándola probablemente en busca de tranquilizarse un poco --. Joder, debo hablar con Miguel, necesito asegurarme de que Frank está bien, Rubén y Guille siguen encerrados y ahora Alejandro se va a poner a romper todo en su habitación.

Tomó aire antes de dejarlo ir, demostrando lo cansado que se sentía. Mi cabeza se movió ligeramente hacia atrás, hacia donde había dejado a Frank. Suspiré --Yo me encargo de Frank, no te preocupes por eso, y te ayudaré en lo que ocupes. Sé que Guille puede con Rubén, ve y habla con Miguel.

Lo mejor será que dejemos que Alex se calme un poco antes de ir a verle.-- mis palabras parecieron calmarle, y a la vez, sorprenderle.

--¿Seguro?-- cuestionó, y asentí con convicción, ofreciéndole una sonrisa.

--Confía en mí-- grave error, pensé, y en seguida elimine ese pensamiento --. Cuidaré de él.-- dije sinceramente.

Samuel suspiró, susurró algo que entendí como un agradecimiento. Dio un paso, mirando los trozos rotos de la figura, y otro suspiro salió de sus labios. Me reí, regresando en mis pasos para ir a ver a Frank. A penas le vi mi sonrisa se borró, pues una notable expresión de preocupación ocupaba su rostro. Había escuchado todo.

--No hablemos de eso, ¿De acuerdo?-- hable cuando llegué a su lado, y a pesar de que se iba a quejar negué --. Vamos, quiero que te distraigas, ¿Podrías hacer eso?

Dudo en contestar, pero terminó cediendo --Vale.

*****

Aunque costó un poco para que las cosas dejasen de estar tensas, pronto él y yo logramos hablar como si nada hubiese ocurrido, como si estuviésemos en nuestra habitación conversando antes de ir a dormir.

Quedarme al lado de Frank me ayudó bastante a calmarme, su presencia y sus ocurrencias hacía que poco a poco el enojo, confusión, y demás molestos sentimientos fueran calmándose al punto en el que podía sonreír hablando con él.

Noté como poco a poco el sueño le invadía, e intentaba disimular sus bostezos. Vi aquel gesto con ternura --Recibir una paliza es agotador, descansa.-- susurré, llevando mi mano a la suya para darle una caricia, viéndole negar.

La Casa GAYWhere stories live. Discover now