Capítulo Cinco

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--¡Luzu!-- me gire para ver a Guillermo, ahora con una camisa anaranjada, con su nombre escrito en la parte superior derecha --¿Te han contratado?

Asentí con una sonrisa, el lugar me parecía genial para comenzar a ganar dinero --Empiezo en tres días, deben mandar a hacer mi uniforme.-- notifique señalando su camisa. El menor sonrió emocionado.

--¡Genial, seremos compañeros!-- asentí no tan entusiasmado por esta parte, pero de igual manera le devolví la sonrisa.

Retrocedí unos pasos, despidiéndome con un movimiento de cabeza y comenzando a marcharme del lugar, dejándolo confundido por aquello.

Una vez fuera sonreí calmado, tendría la tarde libre para pasarla lejos de esos homosexuales --¡Luzu!-- o tal vez no.

Me gire tan solo un poco para ver a Frank, corriendo hacia mi y sacudiendo su mano. Desee escapar, no podía siquiera soportar su presencia.

Mire con indiferencia como se puso de pie a frente a mi, era de mi misma estatura. No dude en mostrar mi incomodidad con él al no saludarle, solo le observe a los ojos.

Aquello no desapareció su sonrisa, rió divertido y apuntó al establecimiento --¿Trabajarás con Guille?

--¿Es de tu incumbencia aquello?-- cuestione frío, logrando que elevara ambas cejas.

--Hala, ya entiendo, sigues molesto-- retrocedió solo un paso, dirigiendo su vista al suelo --. Yo... lo siento tío, fui irrespetuoso.

Asentí, deseando seguir escuchando su disculpa --Déjame compensartelo, te tengo un obsequio.

Eleve una de mis cejas, sorprendido. Intente ocultar una sonrisa altanera, y es que disfrutaba aquello de los regalos. Frank volvió a mirarme, esperanzado.

--¿Cuál es el obsequio?-- sonrió, comprendiendo que me planteaba perdonarle si me agradaba el presente.

--Ven.-- se dio la vuelta y caminó unos pasos hacia una motocicleta Bultaco. Abrí mis ojos asombrado, caminando hipnotizado por la máquina negra, con algunas partes en amarillo y plateadas, con un aspecto moderno, el asiento de cuero negro al igual que las ruedas y manubrios.

No me lo creía, mire a Frank quien se quedó de pie al lado de esta con una sonrisa orgullosa y los brazos cruzados, llegue hasta a él y sin evitarlo a acaricie el suave asiento --¿Es tuya?-- asintió, tomando el casco azul plata que colgaba del manubrio derecho y me lo ofreció.

Negué con una sonrisa, apartándome de él y del casco --¿Qué sucede?

--Jamás me montado en una-- dije, acomodando bajo mi brazo los papeles --, y nunca lo haré.

--O por favor crack, súbete-- dijo, colocándose en el asiento y volviendo a ofrecerme el protector para la cabeza, negué --, joder, no seas nena ¿O qué? ¿No hay huevos?-- retó, chocando en casco contra mi pecho.

¿Qué si aquello me ofendió? Claro que sí, este marica me estaba llamando nena, pues le iba a demostrar que yo era muchísimo más hombre que este homosexual.

Le arrebate el protector, colocándomelo en la cabeza y montándome en la moto mientras lo ajustaba a mi cabeza, me quito la carpeta y sin preguntarme la adentró en su mochila para luego pasármela y yo me la colgué en la espalda. Conectó las llaves, encendiendo la motocicleta, mordí mi labio tratando de ocultar mi nerviosismo.

Hacia unos años, Tito me mostraba vídeos de accidentes en motocicletas, y justo ahora esas imágenes volvían a mi mente, con sangre y vísceras incluidas. --Aferrate de las agarraderas de atrás-- dijo, apuntando a unos varillas plateadas que se suponían me ayudarían a no perder el equilibrio y caer --, o si quieres me puedes abrazar. 

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