Capítulo Trece

678 107 98
                                    

Alejandro no mentía con que Rubén nos tendría de un lado a otro.

En cuanto me levante, este, me entregó personalmente una lista de compras que necesitaba "urgentemente". Nos encargó aquella misión al más bajo de estatura de la casa y a mí, casi echándonos a patadas después de desayunar.

Y ahora estaba recorriendo el supermercado, metiendo grandes cantidades de vasos y platos de plástico, por supuesto, de varios colores. Seguí avanzando hasta llegar a las servilletas, para comenzar a ver algunos paquetes hasta que escuche como me llamaban.

--¡AQUÍ!-- grite al agacharme, para comenzar a tomar unos cuantos de 200 servilletas.

Escuche los pasos de Alejandro, seguidos de un pequeño chillido de unas ruedecillas.

--Tachemos utensilios de la lista.-- dijo una vez a mi lado, asentí casi aventando los paquetes a uno de los dos carros que usábamos.

--Y también las servilletas.

Le miré con una sonrisa, levantando mis pulgares en señal de misión cumplida.

--A por el papel higiénico y terminamos por hoy.-- suspiró estirando sus brazos hacia atrás.

Avanzamos por el pasillo, para buscar lo único que nos faltaba. Alex lo encontró primero que yo, y lo agregó a su carro. Luego de eso tomé mi móvil para cumplir con otra de las exigencias de Rubén, notificarle cuando acabáramos. Como si estuviese esperando mi mensaje, fui respondido enseguida con una carita feliz guiñando.

--¿Acabaron ya?-- levanté la vista de la pantalla para mirar al hombre alto, con un gorro de lana en su cabeza y con abundante barba. Tenía una canasta colgando de su mano, llena de artículos de cocina, adornos comestibles y otros materiales para hacer su labor.

--Sí, ¿Tú igual?-- el hombre asintió a las palabras de Alex, y luego de eso comenzaron a conversar sobre los objetos requeridos.

Abraham era el nombre de la pareja de Alejandro. Nos había acompañado debido a que necesitaba algunas cosas para seguir con los enormes pedidos de Rubén.

Me entere que trabajaba en una gran repostería, y que desde que comenzaron a salir (y desde que el trasvesti se entero de su profesión), Rubén le pedía que les ayudara en el Pride. Le cobraban como cualquier otro cliente, pero todos los compañeros de Abraham se preparaban con antelación al pedido, después de todo ese chico era realmente exigente.

--Vayámonos ya, que tengo cosas que hacer.-- pedí tomando el carro por sus agarraderas para comenzar a caminar, dejando atrás a la pareja.

Dentro de nada me alcanzaron, colocándose a mi derecha --¿Así que trabajas con Guille?-- preguntó el barbudo.

Asentí para luego mirarlo --Será temporal, hasta que pueda irme.

--¿Planeas irte pronto?-- interrogó con una sonrisa, mas no me dejo contestar --No tieneh idea de las veces que he intentado hacer que Alejandro se mude conmigo, pero siempre se niega.

Mire al nombrado, notando como soltaba un suspiro --Y tú no te cansas de quejarte con los demás.-- reí al ver su cara de enfado, que cabe destacar no duró mucho pues Abraham rió pasando su brazo por los hombros del de baja estura y dejando un pequeño beso en su cabellera negra.

--Sabes que bromeo, tendré paciencia hasta que estéh listo.

Para mi sorpresa no sentí asco o repulsión, simplemente me gire para mirar al frente dejando que la pareja se mirara con cariño. Era nuevo en esto, y de cierta manera me incomodaba, pero estaba aprendiendo a ser tolerante. O como mínimo a no mostrar una expresión de asco, eso me delataría claro está.

La Casa GAYWhere stories live. Discover now