Capítulo 21

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Ya estamos todos en el laboratorio. Lo sabemos a pesar de la oscuridad necesaria para no ser descubiertos. Nos sentamos en un círculo, muy cercanos los unos a los otros. Cada uno lleva a sus hijos, casi todos mayores que el mío. La única que logro ver en esta oscuridad, como igual de pequeña, es la hija de una investigadora que sospecho que es la nueva.

El ambiente permanece tranquilo y en silencio. Nadie parece querer decir nada, y eso me inquieta. Solo quiero salir de esto.

El solo hecho de estar en esta situación me deja al borde de los nervios, siendo mi descabellada imaginación la mayor traicionera.

Uno de los investigadores parece querer hablar, y creo que es el mismo que me habló en el laboratorio, el que al parecer es el jefe del grupo, o el vocero tal vez.

—Esto será rápido y discreto. Planeamos escapar, pero necesitamos el apoyo de los nuevos, es decir, Benjamín y Sofía. Tenemos unas herramientas para romper las vallas, el problema está en que allá hay muchos guardias vigilando el lugar, día y noche. Nuestro plan es ir en el cambio de guardia, un momento en que estarán distraídos, a una de las esquinas de la valla que rodea el pueblo, uno de los lugares más lejanos de los guardias, y también oscuro. Es lo único que se nos ocurre ya que aquí la seguridad es muy alta. Cabe decir que tienen cámaras, pero ya tenemos eso controlado. Usaremos unas máscaras parecidas a las que se usan por la enfermedad para despistar cuando estemos saliendo. Tenemos planeado hacerlo hoy —habla en un susurro, con mucha rapidez.

La noticia de que está planeado hacerlo hoy me cae como un balde de agua fría: de improviso. Siento un escalofrío subir al pensar en que tendré que hacer todo lo que dicen junto a los demás. No estaba preparado para esto, creí que solo hablaríamos para planear algo, no que ya tenían todo planeado. Aunque debí suponerlo si ellos deben llevar años aquí. Yo soy el nuevo y, por lo tanto, el que nada sabe de cómo funcionan las cosas aquí.

Prolonga una pausa en la que toma aire para continuar.

—Ya deben pensar los nuevos que el doctor se aparecerá en cualquier momento, pero mientras no hagamos mucho ruido eso no pasará. Él duerme en esta misma casa, cerca del laboratorio. Sabemos que entre las 3 am y las 5 am duerme profundamente, por lo que era necesario ir ahora hasta acá... —dice cuando lo interrumpo.

—No es mi intención interrumpirte, pero quiero hablar de algo que pasó recientemente. Mi hijo recibió un medicamento del doctor, y la verdad me asusta que sea algo tóxico o alguna sustancia por el estilo —hablo sin pensar, igual de bajo que él. Algunos de los investigadores se acercan a mí para lograr escuchar.

—Nos pasó antes. Es un somnífero, para que tu hijo permanezca tranquilo en la habitación todo el tiempo que trabajas. Seguramente se aburrió y el doctor, al darse cuenta, se lo dio. Nos ha pasado antes con nuestros hijos. El efecto dura un día completo, pero en cuanto se quite tu hijo se sentirá muy mal. Es mejor que haga mucho reposo.

Su respuesta me tranquiliza al saber que mi hijo está bien. No hay nada que temer.

—Como decía, es necesario ir a esta hora acá y salir antes de las 5 am, ojalá mucho antes porque ha pasado, pocas veces, que se despierta un poco antes. Ahora mismo les pasaremos las cosas necesarias en mi habitación. Allá hay cámaras por lo que entraremos a oscuras y con mucho silencio —termina de decir mientras algunos ya se empiezan a levantar.

¿Hay cámaras? Eso significa que vieron todo lo que hice allá, incluyendo el abrazo con mi hijo y cuando le pregunté que sucedía. Una parte de mí se enfurece al pensar en cómo invaden la privacidad de los demás sin descaro. Aunque para él no tenemos derechos y menos somos personas, así que dudo que le importe.

Nos retiramos en silencio del lugar. Avanzamos en una columna hasta la habitación designada. Voy con mi hijo de los últimos, esperando que los demás sean los que entren primero y digan si el lugar es seguro. Sé que es cobarde hacer eso, pero últimamente el hecho de serlo no me importa en lo absoluto.

Terminamos entrando todos, teniendo especial cuidado en no provocar ruido con el piso de madera. Me entregan una herramienta parecida a un alicate. La sujeto con fuerza debido a su peso. A mi hijo no le entregan nada por su edad.

En cuanto todos tenemos nuestra misión asignada, salimos del lugar igual a cómo entramos. Caminamos por todos los pasillos hasta llegar a la puerta trasera. Uno de los investigadores utiliza un alambre para abrir la puerta. Logra hacerlo en menos de un minuto, dejándonos asombrados a todos.

Empezamos a salir de a poco, con lentitud, cuando de pronto se comienza a escuchar de forma estruendosa una alarma, la que amenaza con el éxito de nuestra huida y con nuestra vida. Sin tiempo que perder salimos rápido de la casa, sin preocuparnos por hacer ruido (aunque en este momento dudo que nuestros pasos puedan ser oídos). Corremos del lugar lo más rápido que podemos. Llevo a mi hijo de la mano, tratando de correr a su velocidad. En un momento cae, al parecer por el cansancio.

Lo tomo en brazos sin esperar a que vuelva a correr. Creo que fue un error obligar a hacer ese esfuerzo a un niño tan pequeño. Corremos todos juntos mientras se escuchan a unas personas gritándonos desde la parcela. No se entiende bien lo que dicen, pero sé que no es nada bueno.

Llegamos, después de muchos minutos corriendo, hasta la valla de la esquina. Nos sentamos en el suelo unos segundos, tratando de recuperar fuerzas. Lo único que se escucha en la oscura noche es nuestra respiración tratando de recuperar la mayor cantidad de aire posible.

Es el momento de hacer mi misión. Los demás me dan paso hasta la valla, la que comienzo a cortar con la herramienta. Debo admitir que es bastante difícil hacerlo, considerando que es bastante dura. Corto lo suficiente para que logremos pasar todos. Saco, con cuidado de hacer ruido, el pedazo que logré cortar. Comenzamos a pasar con rapidez por miedo a que nos retengan.

Comienza a sonar de la nada una alarma generalizada en todo el pueblo. Se ven casas en que las ventanas se iluminan y algunos se asoman, pero nadie mira hacia la oscura esquina. Seguramente el jefe los alertó, o sino ya sabrían dónde estamos.

Corremos lejos del pueblo lo más rápido que podemos, sin hacer una sola pausa siquiera para hablar. Mientras más nos alejamos más seguro me siento, pero de pronto una linterna nos ilumina. Corremos en otra dirección para que nos pierdan, pero al parecer ya nos han encontrado.

 Corremos en otra dirección para que nos pierdan, pero al parecer ya nos han encontrado

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