Capítulo 9

178 24 0
                                    

Pasamos una noche agitada con el miedo de la inevitable muerte de mis suegros. Ese pensamiento hace que sea difícil dormir. Mi esposa no deja de dar vueltas toda la noche; apenas unos segundos se queda tranquila, aunque no estoy muy seguro de eso.

Apenas amanece me levanto para ir a la entrevista de trabajo. Ella se levanta un poco después para trabajar. Quedamos de acuerdo que en cuanto volvamos les diremos su más probable destino. Dejaremos que cada uno decida qué hacer (no podemos dejar que nosotros decidamos lo que vayan a hacer con su vida).

***

En cuánto llegamos, vamos a la habitación de mis suegros. Antes de entrar mi esposa parece dudar un poco, incluso le tiembla un poco la mano al ponerla en el picaporte. Termina abriendo la puerta, manteniendo una expresión de tranquilidad. Al entrar, vemos a nuestros suegros en la cama jugando con nuestro hijo. Él parece divertirse con ellos, pero me sorprende que no les duela tanto moverse, de hecho, eso es bastante extraño.

—Vaya, se ven bastante bien —dice mi esposa fingiendo una sonrisa. Se ven alegres, pero la piel parece igual o peor.

—Creemos en l...la terapia d...de la risa —dice mi suegro. Vuelve a demostrar un gran esfuerzo al hablar. Ya estaba pensando en que se estaban mejorando de forma milagrosa.

—Bueno, tenemos una noticia que darles sobre... —su voz se quiebra antes de lograr dar la noticia. Después de tomar un poco de aire, continúa— su salud. La verdad, no tengo nada bueno que decirles

La diversión entre ellos se detiene y sus miradas se mantienen fijas en su hija. Parecen saber lo que va a decir.

—No hay cura. Solo está la vacuna, y ya saben los efectos que tiene —dice ella. Se nota que no quiere mencionar la eutanasia, aunque ¿quién lo haría en su situación?

—T...tranquila, h...hija. Estar...remos bien —habla mi suegra, la que, a pesar de decir palabras positivas, mantiene la mirada baja. Quizá no esté convencida de eso.

—Yo... de verdad no quiero verlos morir... no quiero que pase eso —apenas logra hablar. La abrazo mientras llora sobre mi hombro. Mis suegros parecen haber abandonado la alegría que tenían hace unos minutos.

—S...sabemos que lo m...más probable es que p...perdamos l...la vida. N...nuestro nieto nos d...dijo y nos h...habló de l...la terapia de l...la risa —dice mi suegro. Sonrío al saber que la idea fue de mi hijo. Lo vio en la película, la que también le gustó a su hermano...

Saco el pensamiento de mi cabeza lo más rápido que puedo, esforzándome por pensar en el presente.

Mi esposa deja de abrazarme y les da una mirada confundida.

—Entonces, ¿qué tratamiento quieren seguir para la enfermedad? —les pregunta aún con la mirada confundida.

—El q...que consideres m...mejor, hija —dice mi suegra demostrando dolor al hablar.

Con eso mi esposa parece terminar de confundirse. Esto no es lo que ella se esperaba, eso me lo dejó claro ayer en nuestra conversación. Pensamos en el hecho de que se negaran a aceptarlo o que no entendieran de qué posible muerte hablábamos y tuviéramos que explicarles todo, pero han escogido la idea de que mi esposa elija por ellos, aunque ella solo iba hacer lo que ellos quisieran. La han dejado en todo un dilema.

—¿No entienden? La piel se les caerá a pedazos con o sin la vacuna. Lo único que puedo hacer aparte de eso es darles morfina mientras mueren de forma lenta... o la eutanasia —dice mi esposa y parece arrepentirse de decir 'eutanasia'. Baja la mirada de inmediato, un poco avergonzada.

—Tranquila. No dijiste nada malo —le susurro lo más bajo que puedo en su oído. Ella parece escucharme pues vuelve a adquirir un poco de seguridad en su semblante.

—Eutanasia d...de ninguna m...manera —dice mi suegro. Por la forma en que lo dice sospecho que quería decirlo fuerte, pero el dolor se lo impidió.

Mi esposa parece preocuparse al ver que se niegan a la eutanasia. Sé que ella está a favor de ella en circunstancias en que es casi imposible vivir y en que lo poco que se puede es con dolor y sufrimiento. Un caso como este.

—¿Entonces? ¿Prefieren la vacuna? —ahora su voz suena fría. No hay muchas opciones.

—N...No —guardan silencio unos segundos que se hacen eternos—, s...solo danos a...algo para el d...dolor. No t...te preocupes por n...nosotros. E...Estaremos bien —dice mi suegra y esboza una sonrisa demasiado fingida.

Mi esposa parece a punto de gritar. Se ve bastante tensa, demasiado debo admitir. Mantiene los puños firmes a sus lados, pero finalmente se relaja un poco.

—Está bien. Eso es lo que quieren, y así será —comprendo su dolor. No me imagino cómo habría sido tener a mis padres prácticamente muriendo frente a mis ojos y no poder hacer nada para salvarlos porque ellos lo quieren así. Quizá lo hacen para no preocuparla más, pero no hacer nada es aceptar la peor condena. La morfina apenas sirve para los primeros días, pero después el dolor se vuelve insoportable y nada puede disminuirlo. Estoy casi seguro que en unos días más ellos pedirán la eutanasia a menos que sean demasiado masoquistas.

Salimos de la habitación dejando a nuestro hijo con ellos. La acompaño hasta nuestra habitación, donde llora en silencio.

—No entiendo por qué hacen eso —apenas logro escuchar su susurro.

—Quizá... no quieren que sufras más —espero haber escogido las palabras adecuadas. Lo último que quiero es hacerla sentir mal.

Mantiene el silencio unos segundos mientras las lágrimas disminuyen un poco.

—Si no quisieran que sufra... ellos se habrían puesto el bloqueador —cierra los ojos dejando escapar otras lágrimas. Intento tranquilizarla, pero de súbito cambia de humor—. ¿Conseguiste el trabajo?

Su pregunta me sorprende más de lo que esperaba. Ella parece notarlo.

—Perdón por el cambio de tema, pero necesito al menos una buena noticia hoy —intenta sonar tranquila, pero no lo consigue con mucho éxito.

—Bueno... conseguí el trabajo —me sigue sorprendiendo su cambio.

—Menos mal. Tenemos dinero para seguir nuestra vida en la ciudad —ahora parece incómoda. No, el cambio de humor no fue mucho. Creo que solo buscaba pensar en otra cosa, quién no lo haría en el aparente fin del mundo.

—¿Sabes? Hoy en el trabajo no tuve ningún contagiado de alguna enfermedad, y eso me enfureció. Allá nos estábamos muriendo todos y aquí lo único que hay es la capa de ozono, hasta hay agua. Y en otros lugares del mundo es mucho peor lo de la enfermedad, hay países que en 5 años perdieron más de la mitad de su población. A lo que quiero llegar es que me indigna cómo la humanidad se preocupa por mantener las grandes urbes (el dinero) y no lucha por mantener a todos vivos y unidos, solo ignoran la situación como si nada pasara —aprecio su opinión.

Me hace recordar cuando nos fuimos de nuestra casa en la ciudad al pueblo. Era efectivamente una ciudad, pero no la principal del país, y había varios contagiados. Esta es una ventaja de vivir en la capital.

—Tenemos que aprovechar mientras estamos aquí —le aconsejo.

Ella niega en silencio.

—No quiero aprovechar, quiero ayudar. No olvides que por eso decidimos ser lo que somos

Ser lo que somos.

Eso era lo mismo que me decía en nuestra niñez, y sigue siendo igual. Cuánto aprecio que no cambie. Ojalá el mundo tampoco lo hubiera hecho.

 Ojalá el mundo tampoco lo hubiera hecho

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Caos || Publicado En Amazon #PGP2019Where stories live. Discover now