Me quedé en total silencio, entendiendo a cabalidad cada una de sus palabras, porque en definitiva, tenía razón. 

-Supongo que ni siquiera tengo que preguntar cuál de los dos eres tú Alex. -Se detuvo frente al portón de la casa antes de que este se abriera solo. 

-¿Por qué me llamas Alex cuando sabes mi verdadero nombre? 

-No lo se... Supongo que porque así te presentaste y se me hace raro llamarte Gabriel en público. 

-Bien, entonces llámame por mi nombre cuando estemos solos, con alguno de mis hermanos o con el viejo. 

-Lo cual será todo el tiempo mientras estemos en casa. Fuera de ella es Alex. -Mencionó Ibrahim, quien venía con el resto de los chicos y ellos entraron sin esperarnos. Sus caras eran de completo cansancio y no es para menos, fueron largas horas de viaje. 

-¿Y sus verdaderos nombres cuáles son?-Pregunté antes de que Nick entrara. 

-Te dijimos nuestros verdaderos nombres. No tenemos un seudónimo permanente como Gabriel, siempre los cambiamos dependiendo de la ciudad o país que visitemos. -Se encogió de hombros y entró. 

Pasamos del portón y caminábamos en el sendero marcado del gran jardín. Era tan hermoso, como si estuviéramos en una especie de jardín botánico. Había mucha variedad en plantas y los arboles le daban un aspecto más hermoso a la vivienda, además de la frescura claro. 

Gabriel abrió la puerta principal y mi boca se abrió aún más. El suelo era de parquet en su totalidad. Frente a mí tenía todo un salón repletos de cuadros lujosos en paredes de color crema, con sofás de tipo chaise longue que hacían juego con las paredes y el suelo. No me extrañó que no se encontrara nadie allí, pues un fuerte y delicioso olor inundó mis fosas nasales y por la cara que pusieron Gabriel y Leonardo, imaginaba que nos dirigíamos a la cocina. 

Al llegar allí, noté que no había paredes, en su lugar habían amplios ventanales que permitían la vista de parte del jardín delantero, trasero y una enorme piscina más grande que la que tenía en casa. 

-¡Llegaron viejooo!- Dijo un chicho de aparentes 15 años, era extrañamente pelirrojo con ojos negros, o al menos a mi parecer eran de ese color. Sólo portaba unas bermudas, del resto estaba incluso hasta descalzo. 

-Marco, ¿Quieres dejar de decirme viejo? Soy tu padre. -Dijo el Sr Cubillan apareciendo de la nada. 

-Ya, pero ellos son mis hermanos y te dicen viejo, yo también puedo hacerlo. 

-No Markis, nosotros somos los mayores y de paso adoptados, así que podemos decirle como queramos. -Dijo Rafael revolviéndole el cabello al chico. -Y ponte una camisa hombre, hay niñas presentes. -Me señaló con el mentón. 

-No me digas Markis, siento que suena demasiado gay. ¿Y que tiene que hayas niñas? No será como el resto de las que han traído? 

Todos guardaron silencio y observaron al viejo, luego al tal Marco y por último... a mi. 

-No hijo... Ella será parte de nuestra familia ahora. 

-¿¡Que!? ¿Una chica será Storm? Esto no puede ser. -Me vio por encima del hombro y me enfurecí. A mi nadie me mira feo. 

-¿Y que tiene de malo que sea niña? Puedo partirte las bolas de una patada sin ningún esfuerzo. 

Él abrió la boca para hablar, pero en vez de hacerlo, se acercó a mi y me dio un puñetazo en la cara que hizo que la girara por el impacto. Voltee rápido y le miré con asombro y rabia. 

-Si vas a ser una Storm, te golpearé como a uno. Aquí no creemos en esa mierda de femin...

Le di una patada en una de sus piernas para hacerlo caer, me agaché a su altura en el suelo y le di un puñetazo en la nariz, partiéndola en seguida y haciendo que sangrara a chorros. Cuando iba a seguir golpeándolo, alguien me tomó  por la espalda y me cargó, alejándome del imbécil. 

La Chica StormWhere stories live. Discover now