Yo quería salir de aquí, pero no sería capaz de hacerle eso a mis padres, por muy superficiales que fueran. 

Ahora tenía que pensar exactamente qué es lo que debo hacer para cubrir mis huellas en cuanto me saquen de este lugar. Ya sé quienes son los Storm, lo que hacen y lo que son capaces de hacer y aún así quiero irme con ellos, quería hacer lo que ellos hacen y tenía que ser ahora, así que volví a encender el computador y comencé a buscar mil y un maneras de cubrir la identidad de un cadáver. En estos momentos me encanta saber que Venezuela no tiene un régimen de registro totalmente estricto, sólo la huella dactilar y el tipo de sangre son tomados en cuenta como métodos de reconocimiento post-mortem. Ah, y el dental, pero ese solo aplica para el cuerpo militar. 

Al terminar de investigar, fui a la ventana de mi habitación y observe el atardecer. Desde mi posición, todo se veía hermoso y tranquilo, así que decidí pensar con mayor claridad qué era lo que en verdad iba a hacer. Mi vida estaba a punto de cambiar y tenía que estar segura del rumbo en el que me estaba dirigiendo. 

Conforme los días iban pasando, mi madre se notaba más alarmada y me daba mucha más atención que antes. Mi padre seguía en el mismo plan de trabajo y yo iba más seguido a mis prácticas en el polígono. Mañana se vencía el plazo de los Storm, así que si mamá no le contaba a mi padre hoy lo de su deuda, oficialmente me iría de sus vidas. 

Es que aún no puedo entender como es que mi propia mamá va a permitir que me secuestren, porque esa es la situación. Ella fácilmente puede decirle a papá que le de el dinero, él cuenta con esa cantidad y mucho más en sus cuentas bancarias, pero ella está demasiado aterrada por algo que no sé y literalmente me entregará a mí para seguir quedando bien. ¿Que clase de madre hace eso?

Esa es otra de las razones por las que quiero alejarme de toda esta porquería, de esta farsa. 

En el colegio seguía siendo solitaria, con la diferencia de que ahora todos se alejaban de mi con miedo en sus rostros cada vez que pasaban por mi lado y lo peor es que la sensación de ser temida hacía que me sintiera bien, muy bien. 

Iba saliendo de mi colegio cuando vi a mi padre esperándome en la salida. No tarde mucho en correr directo a su dirección y lanzarme encima de él. 

-¿Cómo está mi pequeña?

-¿Que haces aquí? Deberías estar trabajando papá. -Conteste antes de darle un beso en su mejilla y volver a abrazarlo. No lo veía desde hace días. 

-Bueno, soy mi propio jefe y decidí tener unos días de vacaciones con las dos princesas de la casa. -Señaló su auto y vi en el asiento de copiloto a mi madre, con atuendo totalmente tropical y con una sonrisa que no había visto en días. 

Algo iba mal. 

Fruncí el ceño cuando caí en cuenta de lo que había dicho mi padre.

-¿Vacaciones? 

-Nos vamos a la casa de la playa que tenemos en falcón mi vida. ¿No estás emocionada? Tenemos años sin ir y a decir verdad lo necesitamos desde hace...

-¿Nos vamos hoy? -Interrumpí. Él frunció el ceño extrañado por mi reacción y mi falta de emoción. 

-Si... Tu madre empacó todo esta mañana. 

Me bajó de su regazo y nos encaminamos a su auto, posicionándome en los asientos traseros

-Mis amores, de verdad lamento tenerlas algo abandonadas pero el trabajo es algo absorbente.

-Lo entiendo cariño, todo lo haces por nosotras y eso está bien.- Mamá acariciaba la mano de mi padre con cariño. 

-¿Cuando decidieron este viaje? Es que... es algo...

La Chica StormWhere stories live. Discover now