-Prólogo-

4.2K 180 3
                                    

Me recosté sobre su regazo. Él me hacía verdaderamente feliz y no tenía ningún tipo de duda de que le quería. Le quería con todo mi ser. Le quiero con todo mi ser. Mi día está basado en él, por que ocupa más de la mitad de mis pensamientos. No paro de pensar en sus ojos, en sus labios, en su lengua, en su cuerpo...

Le deseaba.

Le deseaba con cada latido de mi corazón, el cual aceleraba el pulso según me acercaba a su fulminante torso.

Me incorporé para mirarle a los ojos directamente. Que guapo es... Su pelo moreno estaba alborotado por completo y eso me encantaba.

- ¿Pasa algo, Em? - preguntó sin más mientras intentaba acomodar su despeinada melena.

Le miré y sonreí. 

Él me correspondió.

¿Cómo podía ser tan feliz junto a él? ¿Cómo podía vivir una vida sin él? ¿Cómo es posible que después de todo lo que hemos pasado le siga queriendo como el primer día? Y lo más importante ¿Por qué es tan jodidamente perfecto? 

Miles de emociones y sentimientos encontrados revolotearon por mi pequeña barriga. Los ojos me empezaron a arder con una gran intensidad. Me los froté con los puños bien cerrados para intentar que no se diera cuenta de que estaba a punto de llorar. Se daría cuenta. 

- ¿Em, que te pasa?, ¿Por qué tienes los ojos llorosos?, ¿Sigues pensando en él?- Preguntó con una ceja arqueada indicando duda y desconcierto. Era obvio que se había dado cuenta de lo sucedido.

- Tú no te preocupes - Contesté con media sonrisa dibujada en mis labios mientras colocaba mi pelo rubio tras mi oreja. - No es nada.

Me sentía tonta. Idiota. Estúpida. Ingenua. Frustrada. Enfadada. Pero sobre todo triste.

Era incapaz de olvidarle. Cada día sin él era una tortura constante. Echaba de menos sus ojos azules, su preocupación constante por mi, sus consejos, su voz... Ya casi no me acordaba de su rostro. No podía creer que se hubiese ido y creo que jamás lo superaré.

Dani se acercó a mi suavemente y posó una mano sobre mi hinchada y colorada mejilla con un ligero movimiento, lleno de ternura.

- Em, sabes que puedes contarme cualquier cosa... Todo estará bien- respondió casi en un susurro, sin dejar de mirarme a los ojos

Levanté la vista para mirarle también a los ojos. Esos ojos marrones que tanto ansiaba. 

Que tanto ansío. 

- Está bien... ya se me pasará.

Mentí. Jamás sería capaz de superarlo. Mi vida sin él era un infierno. Esa sensación de ahogo me estaba martirizando, consumiéndome lentamente.

Y jamás desaparecería.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
BAJO SU CAMISAWhere stories live. Discover now