Capítulo 48- Última fase.

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JungKook y YoungSoo llegaron a tiempo a su reunión con el abogado, sin embargo, la madre de ambos ya estaba allí para cuando llegaron.
El menor saludó a la mujer con un abrazo y un beso, y esta lo reprendió por haber llegado después de ella a pesar de que aún tenían diez minutos de sobra.
Entraron al edificio donde la oficina del abogado se encontraba, subieron por el ascensor y esperaron pacientemente frente a la puerta de la oficina mientras el abogado les abría.

--Buenas tardes. -- los saludó el hombre apenas y abrió la puerta, ellos le devolvieron el saludo y entraron a la habitación para después sentarse frente a su escritorio.

JungKook sentía ansiedad al estar dentro de aquella oficina. Lograba olvidarse de sus problemas cuando estaba junto a sus amigos, cuando estaba con TaeHyung, cuando preparaba café en su trabajo. Aún no había superado sus traumas, no lo haría en mucho tiempo, sin embargo, al menos no lo atormentaban a todas horas como solían hacerlo, ahora al menos tenía momentos en los que podía ser realmente feliz, y al entrar a aquella oficina, todos los recuerdos de todos esos años de maltrato y abuso regresaban a su mente, todo aquello que no quería recordar se proyectaba en su mente como una película sin que él pudiese hacer nada para evitarlo.
Los cuatro comenzaron a hablar acerca de cuál era el siguiente paso para la denuncia del padrastro del menor, y ese era estructurar la declaración del menor, que básicamente, era decir todos los horrores que había tenido que pasar por culpa de su padrastro pero de una manera linda y sofisticada.
Pasaron una o dos horas dentro de la oficina, haciendo y recibiendo preguntas hasta que llegó la hora en la que debían irse, cuando el abogado les informó un poco acerca de la situación de DaeSun en la cárcel, JungKook trató de bloquear el sonido de la voz del hombre, no quería saber nada más acerca de el que alguna vez había sido su padrastro, no quería saber si estaba bien o mal, si estaba sufriendo o no, simplemente quería olvidarlo, quería olvidar su nombre, su rostro, sus golpes y las marcas que había dejado en él. Quería enterrar todos esos recuerdos para nunca tener que lidiar con ellos de nuevo.
Salieron de la oficina del abogado después de despedirse y agradecer para después subir al coche de su hermano, que se encontraba en frente del edificio.
JungKook sacó su celular para ver la hora y decidir si iría al trabajo o no. Llegaría un tanto tarde, pero sólo por unos 10 minutos máximo.

––¿Puedes llevarme al trabajo? –– preguntó Kookie desde el asiento trasero del coche.

––Claro, ¿Dónde es?  –– cuestionó su hermano mientras encendía el auto.

––Cerca de mi preparatoria, ve hacia allá y de ahí te iré guiando. –– YoungSoo asintió mientras contemplaba al menor a través del retrovisor.

Habían mejoras en JungKook, su rostro tenía más vida, había subido un poco de peso y se le veía con más energía. Sus ojos también eran diferentes, aún no se veían vivos del todo, pero habían mejorado, era como ver un arcoiris en blanco y negro.
YoungSoo no podía evitar preguntarse porqué no lo había notado, ¿Por qué no había notado que desde que DaeSun había llegado a sus vidas los ojos del menor se habían apagado? ¿Por qué nunca se había sentado a hablar con su hermano menor acerca de cómo se sentía con el hecho de que su madre tuviese un novio? Dicen que los ojos son la ventana del alma, y a YoungSoo le daba un poco de miedo contemplar los de JungKook, ¿Vería dolor? ¿Vería rabia y tristeza? ¿Podría soportar ver a su hermano menor en ese estado?
Kookie los había perdonado, había perdonado a su hermano y a su madre con tanta facilidad que ellos no creían merecerlo, el pelinegro era demasiado amable y noble para merecer las cosas que le pasaban, un ángel en un mundo lleno de dolor.

––Gracias hyung, adiós mamá. –– se despidió el pelinegro con una sonrisa mientras bajaba del coche para entrar a la cafetería donde trabajaba.

––De nada.

––Suerte Kookie, no te sobrexigas y cuidate. –– respondió su madre para después recibir un beso en la mejilla por parte de su hijo menor.

JungKook sacudió su mano de un lado al otro mientras veía el auto de su hermano alejarse por la calle, se dio la vuelta y entró a la cafetería.
El olor habitual a café y pasteles inundó su nariz y él la aspiró con gusto, sintiendo de inmediato cómo se relajaba ante la familiaridad de lo que antes había sido su vida.

––Pensé que no vendrías. –– dijo su jefe un tanto sorprendido al verlo entrar.

––Yo también lo pensé, pero acabamos antes de lo esperado. –– explicó el pelinegro mientras entraba tras el mostrador para dirigirse a los vestuarios.

––Me alegra, nadie hace el café como tú.

––¡Hey! –– se quejó indignado uno de los amigos de Jeon por lo que el menor rió.

Se cambió rápidamente para después salir a trabajar. Necesitaba distraerse, necesitaba dejar de pensar y tener la mente en blanco, porque su cabeza no dejaba de darle vueltas a los asuntos que lo agobiaban, y él simplemente quería estar tranquilo por unas cuantas horas.

...

TaeHyung llegó a la cafetería en la que Jeon trabajaba cinco minutos antes de la hora de salida del menor, por lo que se apoyó en la pared con los audífonos puestos y aguardó.
Kim esperó unos diez minutos antes de sentir que alguien le tocaba el hombro, levantó la mirada de su celular y vio a Kookie, que le sonreía mientras le tendía un café en la mano.

––Lo hice para ti. –– dijo orgulloso cuando Tae lo tomó con una sonrisa.

––Gracias conejito. –– agradeció para después abrazar al menor con cariño.

––De nada. –– Respondió riendo al sentir como el mayor le daba múltiples besos en la mejilla, haciéndolo sentir infinitamente feliz.

––¿Crees que mañana podamos ir a cenar? –– preguntó TaeHyung mientras caminaban con las manos entrelazadas hacia la parada del autobús.

––Claro. –– respondió con una enorme sonrisa.

Al día siguiente cumplían 3 meses como novios, y a pesar de que no era mucho tiempo, Kim quería regalarle algo especial al menor.
No esperaba nada a cambio, simplemente quería demostrarle al pelinegro cuánto lo quería y amaba, quería demostrarle cuán especial era para él.
Ambos tenían problemas, problemas por los que ningún niño debería pasar, problemas que ellos no merecían, sin embargo, estar juntos los ayudaba de un modo u otro.
Los besos, los abrazos, las risas, las palabras, las bromas, las sonrisas, todas esas cosas los ayudaban a canalizar el dolor que sus fantasmas del pasado les causaban. Eran la fortaleza y la debilidad el uno del otro, y a pesar de que eran jóvenes, a pesar de que les quedaba aún mucho tiempo para vivir, deseaban que fuese juntos.

––Llamé a los que fueron a buscarme al orfanato. –– dijo TaeHyung cuando llegaron a su departamento.

––¿Qué pasó?

––Dicen que sólo quieren saber cómo estoy... Tuvo el descaro de llamarme "hijo" y "Taehyungie", esas palabras se escuchaban tan mal viniendo de su voz. –– dijo el castaño sin poder evitar que su voz se quebrara.
El menor lo rodeó con sus brazos y dejó que ocultara su cabeza en su cuello. ––Tengo miedo, JungKook, el solo escuchar su voz me hizo recordar muchas cosas, cosas que me costó mucho olvidar, ¿Qué pasará si los veo? –– preguntó angustiado apretando la camiseta de Jeon entre sus puños.

––Si decides verlos, te traerá malos recuerdos, sí, pero serás capaz de cerrar la herida, dejará cicatriz, no puedo decirte que todo estará bien y que nada cambiará, pero si puedo decirte que estaré aquí contigo, no tienes porqué pasar por esto solo, no estás solo, te voy a cuidar, ¿Sí? Prometo que te voy a cuidar.

Las palabras de Jeon causaron que lágrimas salieran por los ojos de TaeHyung, "Prometo que te voy a cuidar" había dicho el pelinegro, y Kim se sintió seguro y motivado, motivado a seguir adelante por el menor, porque así como Kookie lo cuidaría, él cuidaría al pelinegro sin importar qué.
Porque ése día de lluvia les había cambiado la vida.

In the rain. (Vkook/Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora