Capítulo 35- Amado.

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Haber ido al consultorio de la doctora Kang había ayudado mucho a JungKook.

Había podido desahogarse, había podido sacar todos los demonios que llevaba dentro.
Lloró dentro de aquel consultorio, lloró más de lo que le hubiese gustado. Pero era necesario.

Sus amigos lo habían hecho reír mucho, sí.
Su familia lo había hecho sentir feliz de nuevo, sí,
TaeHyung lo había llenado de mimos y besos que lo hacían sentir en las nubes, sí.

Pero no había tenido tiempo de llorar.
Había estado feliz, sin dudas lo había estado, pero aún tenía tristeza en su interior.
Aún le dolía el corazón, aún tenía ataques de ansiedad mientras se bañaba, aún se derrumbaba cuando nadie lo veía.

La doctora lo había visto llorar y se había limitado a extenderle una caja de pañuelos.
JungKook también necesitaba llorar a solas.

No le gustaba que la gente que amaba lo vieran llorar, porque sabía que a ellos les dolían sus lágrimas.
No quería que los demás cargaran con sus problemas y traumas, no quería que debido a sus demonios las personas que amaba salieran lastimadas, porque eso era lo que menos quería, causar más problemas de los que ya había causado.

Había dejado salir todas sus lágrimas mientras se abrazaba a si mismo con fuerza, sintiendo como los sollozos sacudían su cuerpo.

––JungKook, ese muchacho que te espera allí afuera, te ama, tu familia te ama, tus amigos te aman. Eres un chico amado, y nada de lo que ese hombre haya dicho o hecho, puede cambiar eso, porque estoy segura de que todos ellos te aman con todas tus inseguridades y problemas.
Si no fuera así, tu novio no estaría allí afuera esperándote, tus amigos no irían todos los días a verte al igual que tu familia. Eres un niño amado, Jeon JungKook. –– las lágrimas de Jeon seguían cayendo por sus mejillas.

Cuando el final de la sesión llegó, el pelinegro le dedicó una pequeña sonrisa a la doctora mientras se limpiaba las últimas lágrimas que  quedaban bajo sus ojos.

––Espero verte de nuevo JungKook. –– dijo ella estrechándole la mano.

––Muchas gracias doctora Kang. –– respondió él para después hacer una leve reverencia.

Se despidió brevemente de ella para después salir del consultorio.
Apenas cerró la puerta tras de si, contempló el perfil de su novio que dibujaba cosas en el cristal con el vaho de su respiración mientras sonreía infantilmente por sus resultados. El menor realmente amaba el lado tierno de TaeHyung.
En realidad, amaba todos los lados del castaño.
Amaba al Tae recién despertado, al malhumorado, al sonriente, al celoso, al triste, al gracioso. En todas y cada una de ellas, Kim se veía hermoso a su manera.
La manera en la que su cabello caía sobre sus ojos de manera desarreglada, la manera de la que en medio del silencio él sonreía repentinamente. Todo, todo en Kim TaeHyung era hermoso a los ojos de JungKook.

Sin poder contenerse, Jeon sacó su celular, enfocó al castaño en su cámara y tomó una fotografía, llamando la atención del chico debido al sonido.

––Oh, ¿Cómo te fue galletita? –– preguntó Tae alegremente mientras se ponía de píe y se acercaba al menor al darse cuenta de que ya había salido del consultorio.

––Bastante bien. –– respondió dejando que su novio lo envolviese en sus brazos.

––Me alegra escuchar eso. –– susurró en su oreja. ––¿Me vas a poner de fondo de pantalla? –– preguntó burlón sacándole una risita al niño.

––Voy a tapizar mi cuarto con esa foto, y también mis libretas. –– dijo entre risas.

TaeHyung no pudo evitar tensarse al recordar que ambos tendrían que regresar a la preparatoria dentro de una semana.
JungKook había estado recibiendo mensajes de un número desconocido durante las últimas semanas.
Kim ni si quiera conocía a la persona y ya quería matarla. Los mensajes decían cosas tan despreciables, cosas que escapaban de su entendimiento, ¿Cómo alguien podría ver a aquel maravilloso niño como un error? Para el castaño, Jeon era el mejor chico del mundo.

Suicidate.

No debiste de haber nacido.

¿Por qué no vas a la escuela? ¿Al fin te haz dado cuenta de lo repugnante que eres?

Deja vivir a TaeHyung en paz.

Él no te ama.

Eran algunos de los mensajes que el pequeño había recibido.

Kim lo había hablado con JiMin, y juntos se habían quebrado la cabeza, tratando de averiguar quién querría lastimar de esa manera al menor de los tres.
Park había sugerido algunas chicas y chicos que gustaban del castaño, pero aún teniendo una lista de nombres, no estaban ni cerca de averiguar quién estaba mandando todos esos mensajes.

Habían tratado de hablar de nuevo con el prefecto, pero no había mucho que la escuela pudiese hacer.
Todo lo que el de sonrisa cuadrada podía hacer, era borrar todos esos mensajes apenas y escuchaba que llegaban.
Había sido difícil ocultarlos ya que de vez en cuando el pelinegro tomaba su celular, pero hacía lo mejor que podía.

JungKook y TaeHyung salieron del edificio de psicólogos y caminaron con las manos entrelazadas por las calles ocupadas de Seoul.

––¿Quieres ir a comer? –– preguntó el mayor mientras mecía sus manos de adelante hacia atrás.

––Claro, ¿A dónde? –– respondió el pelinegro mientras miraba a su alrededor buscando algún sitio para comer.

––¿Allí? –– preguntó el castaño señalando un restaurante con temática de maid.

––Seguro. –– respondió con una sonrisa el contrario mientras caminaban hacia la entrada del lugar.

Apenas entraron, una chica los saludó de manera educada y los guió hasta su mesa.
El restaurante estaba repleto de dibujos, peluches y figuritas kawaii.

—Se parece a ti. –– señaló burlón el mayor refiriéndose a un peluche de un conejito blanco.

––Ja-Ja. –– respondió el menor sarcásticamente, sacándole una risa a su novio.

Se sentaron en la mesa que la chica les indicó y comenzaron a ojear el menú apenas y ella se los dio.

Fue una comida agradable, hablaron acerca de las cosas que debían hacer, lo que necesitaban comprar y las fechas en las que regresarían a trabajar y a la preparatoria.

Jeon estaba emocionado por recuperar su vida, pero lo que más emocionado lo tenía, era la idea de volver a bailar.
La adrenalina que recorría su cuerpo con cada paso, el dolor que sentía después de una sesión intensa de práctica, las risas, el sentimiento de dejarse llevar por la música; eso era lo que más amaba, sin dudas.

Aún le quedaban batallas por luchar, miedos por superar y problemas que enfrentar, pero podía permitirse unos cuantos días de calma antes de volver al huracán en el que aveces sus problemas lo envolvían.

Aunque ya no tenía tanto miedo como antes, ya que sabía que aunque tendría que pasar por muchos más desafíos, ya no estaba solo.

Porque como la doctora Kang había dicho, Jeon JungKook era un niño amado.
Muy amado.

In the rain. (Vkook/Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora