CAPÍTULO #43

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INFIELES #43

KATRINA

Con la mente más clara y segura de mi misma camine de regreso.

Me sorprendido mucho la forma en la que reaccionó Marco, nunca imaginé que se fuera a  comportar de esa manera.

Sus palabras tan frías me hicieron darme cuenta de quién era en verdad.

Emmanuel nunca se hubiera atrevido a decirme algo así, bueno solo esa vez en la cabaña.

Lo siguiente en mi lista era encontrarlo ni loca lo dejaba otro minuto más con esa mujer.

La mesa que compartía con Emmanuel estaba vacía,

¿Dónde podrá estar? ¿Dónde estás Emm?

Frustrada camine alrededor del lugar, temiendo que en mi búsqueda encontrará a Emmanuel y Alondra en una escena subida de tono.

—¡Katrina! -gritaron mi nombre, me detuve para esperar a la persona que me llamaba.

La señora Roberta, madre de Irina hacia seña con su mano para que me acercara a ella.

Lentamente me acerque acortando la distancia, su cara por lo regular relajada mostraba varias arrugas en su frente, se le veía afligida. Inmediatamente la sombra del miedo me recorrió.

—Señora Roberta, dígame -le recibí con urgencia.

—¿Hablaste con Emmi? -frunci él seño

—No, no le he visto desde… -trate de medir él tiempo. —Una hora, creo ¿por qué?

—¡Oh mi niña! Debes buscarlo, lo vi muy mal. -dijo con voz preocupada. —Irina tal vez sabe

algo de Emmanuel. -caminamos juntas en busca de Irina.

—Mal, ¿Por qué? No entiendo - la señora Roberta me veía contrariada

—Niña, sí no sabes tú, menos yo. -se encogió de hombros, llegamos al jardín en dónde Ina se encontraba fumando otro cigarrillo.

Eran varias veces que la veía en los jardines, creo que ha pasado más tiempo afuera fumando que adentro con sus invitados.

—Cariño, -la señora Roberta llamo a su hija que nos daba la espalda en ese momento. —Cariño -volvio a llamarla, Ina al escucharla se giró y me di cuenta de tres cosas:

1.-Tiro el cigarrillo lejos de ella (su madre odiaba ese hábito en ella)

2.- Al girarse y ver que éramos nosotras se puso tensa y la sonrisa que tenia se borro al cruzar su mirada con la mía.

3.- Un hombre se escondió entre los arbustos.

—¿Dónde estabas? -me preguntó señalándome con su dedo.

—¿Yo? ¿Por qué me hablas en ese tono? -fruncí el ceño y me acerque más a ella

—¡Claro! ¿Quién más si no? -me veía con fijeza, buscando en mi algo más.

—¡IRINA! Baja él tono de tu voz-la reprendió su madre.

—¡NO MADRE! -mivio su cabeza lentamente, sus ojos fijos en mi, se veía molesta, muy molesta —¿Qué hiciste? -entre cerró los ojos en la espera de mi respuesta.

—Espera un momento, ¿De qué se me acusa? -hice una pausa —Dime

—Ah ¿No lo sabes? -dijo con sorna mientras ponía sos ojos como platos, su madre nos veía sería una a la otra, en medio de las dos

—No, no lo sé. Tu eres la que está acusando, así que explícame…

—¡Basta niñas! Después arreglamos eso. Lo que importa ahora es Emmanuel. -hablo firmé girándose hacia su hija. —¿Qué sabes de Emmanuel? Lo vi muy mal.

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