CAPÍTULO CUATRO

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Lo beso tímidamente, es la primera vez que permito que el deseo tome el control.
Pego mis labios a los de él, pero después desconozco que procedimiento seguir y la seguridad que sentía se desvanece por completo, ruborizada vuelvo a mi posición inicial.

El frunce el seño al alejarme y  me toma por la nuca provocando que abra mi boca con sorpresa, acorta la poca distancia entre los dos y me besa primero en un beso tierno reconociendo todo en mi interior, su lengua acaricia mis labios en un masaje erótico mandando pulsaciones de placer hasta los dedos de mis pies, deja pequeños mordiscos en ellos, mis rodillas fallan subo mis manos aferrándome de su cuello para no caer y el beso se vuelve pausado, delicioso, excitante.

Soy yo la que rompe el beso, necesito aire y aclarar todo este torbellino de emociones que recorren mi cuerpo y esa sensación de más...

Deseo más de él, que me muestre la luna y las estrellas entre besos y caricias que me muestre eso que mi cuerpo me exige.

—¿Qué haces aquí? -preguntó con mi respiración agitada aun pegada a su cuerpo.

—Te seguí, de hecho tengo días siguiéndote -lo dice con una enorme seguridad que casi le creo, si no fuera por  la enorme sonrisa que formaron sus labios, me estaba tomando el pelo.

—Qué bobo eres -golpeó ligeramente su pecho, me sentía tan tranquila en sus brazos, me daba la sensación de protección, me gustaría estar aquí por siempre.

—Mi padre es uno de los inversionistas -se encoge de hombros —Cuando entraste no podía creer mi suerte -atrapa un mechón de cabello rebelde que se salio del moño, lo acaricia entre sus dedos y después trata de colocarlo en  su lugar
—Estaba preocupado, tenía mucho que no te veía, ¿como estas? -en sus ojos puedo notar preocupación su mano va directamente a la pequeña cicatriz que tengo en el lado izquierdo de mi labio cubierto con brillo labial.

—Estoy bien -sonrió tratando con eso dar un poco mas de credibilidad a mis palabras, la verdad extraño mi vida, mis amigos, ese pedazo que perdí el día del ataque. —En el colegio aprendo a ser una dama y el padre nuestro -subo y bajo las cejas 
—A que me envidias -el suelta una carcajada que se cuela en mi corazón hinchándolos de orgullo por ser mis palabras que lo provocarán.

—Nena no te imagino comportándote como una puritana -se bufa de mi, él muy desdichado me insinúa que soy una chica mala, abro la boca y llevó mis manos a mi corazón fingiendo dolor en el.

—¡Auch! Eso dolió, ¿estas insinuando que soy una chica mala? -me alejo de él cuando algo llama mi atención, el ruido de tacones por el asfalto acercándose con rapidez, solo espero que no sea mi madre.

Le hago una seña a Emmanuel para que se esconda y guarde silencio mientras yo me acerco a la entrada del jardín rápidamente, con Emmanuel me olvide de la fiesta y que tenía que volver a la mesa, mi madre estará furiosa.

Cuando llego a la parte donde hay asfalto me coloco mis zapatillas no necesito caminar mas para ver a la mujer que había escuchado ... Era Ángela.

—¿Donde estabas? -su mirada pasa de mi al lugar de donde seguramente me vio salir, estaba buscando algo o a alguien.

—Encontré este lugar y no me pude contener.. Tú sabes lo que me gustan este tipo de lugares -sonrió dedico un último vistazo al mágico lugar.

—¡Ay! Eres patética, ¡vamos! Madre esta furiosa y con justa razón, Miguel ya ha preguntado por ti en más de una ocasión. -me dice mientras ella observa su perfecta manicura.

—Ángela por favor, trata de ceducirlo él combina más para ti  - junto mis manos en una plegaria. Mi hermana enarca una ceja y me dice:

—¿Crees que no lo he intentado? -noto enfado en el tono de  su voz.
—Pero ese estúpido no hace más que preguntar por ti, -recorre mi cuerpo con su mirada con repugnancia, seguramente se ha de preguntar ¿que ve en mi Miguel? Y yo me preguntó lo mismo — ¡Vamos! -toma con fuerza mi muñeca y la jala hacia ella obligándome a casi correr.

INFIELES On viuen les histories. Descobreix ara