CAPÍTULO #17

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INFIELES #17

Los días pasan sin novedad, bueno en casa ya que en el trabajo todo fluye como el río al mar.
Alberto es... diferente a como yo pensaba, a pesar de poner distancia entre nosotros él no se porta mal conmigo, siempre tiene una sonrisa dibujada en los labios.

 
Todas las tardes llega con pastelitos y café de mi marca favorita "El Veracruz" un café mexicano con canela y un sabor a caramelo que cada vez que mis papilas gustativas lo sienten  no puedo evitar que un ronroneo de placer salga de lo más profundo de mi garganta.
En cambio Emmanuel sigue más frío que el hielo, me siento como dice la canción de Ricardo Arjona "Pingüinos en la cama " Hasta hoy...
Me ha marcado al móvil con un tono más amable de lo habitual me invitó a un evento de la empresa.

—No quiero ir -le confieso frustrada como una pequeña a Ina, vamos en su auto en camino a la casa de la familia Betancourt; le llevamos las muestras de las flores para la recepción.
—No vayas -lo hace parecer tan fácil que me molesta.
—Sabes que no puedo hacerle eso, me necesita -encojo mis hombros con resignación 

—El evento es del arquitecto Víctor, Emm dice que es importante para la expansión del negocio.-sé lo importante que es eso para él, me consta que trabaja arduamente para la prosperidad del negocio, se nota por su ausencia en casa.
—Que lleve a alguien más -pongo los ojos como platos a causa de la sorpresa. Ina vuelve su atención al volante ignorando mi reacción.
—¿A quién más llevaría? -un tiro de incomodidad se aloja en mi estómago, de esos que te indican que algo malo va a pasar o simplemente lo que vas a escuchar no será de tu agrado.
—Karina, puede ser -arrugó el entrecejo por la sugerencia ¿Karina? Repito el nombre mentalmente con la intención de recordar a una mujer con aquel nombre, pero no, no me suena de nada.
—¿Qué karina? -módulo el tono de mi voz en un intento de ocultar el miedo y ansiedad por saber la respuesta.
—La chica de administración.
—Ah -es lo único que alcance a formular, Emm no me contó nada de la nueva chica, bueno últimamente no me cuenta nada.
<<Tranquila Katrina, tal vez tiene poco que ingresó. Sí es eso>>
—No te lo contó, ¿verdad? -me lo pregunto sutilmente con pesar en su voz, me observa de reojo lo sé, lo siento.

 
<<Mierda>>

 
Cuando Ina me pregunta esto es porque algo no va bien y últimamente pasa muy seguido.
—¿Tiene mucho que entro a trabajar? -desvió la mirada al paisaje que se representa por la ventana. Estoy nerviosa por la respuesta que me dará, el corazón se me encoje, pero ¿por qué? ¿que tiene de malo todo esto?

 
<<No te tiene confianza>>

 
—Creo que cuatro meses, más o menos -mi boca se abre tanto que casi puedo sentir el fresco aire que entra por la ventanilla secar mi garganta. Ina me observa en espera mi respuesta que a lo visto está tardando en llegar.
—Llega tan cansado a casa que... no tenemos tiempo para conversar, posiblemente me lo contó y no lo recuerdo,  ya sabes como soy de distraída -sonrió o eso intento para que no note el dolor que esto me produce. ¿Emm ya no confía en mí? 

Ina asiente  con la cabeza regresando la vista al camino no tan convencida como me gustaría. Nada de esto tiene ni pies ni cabeza, no entiendo por que la mencionó. Algo bueno o malo de Irina es que no dice la cosas solo por decir, como dicen en mi pueblo. 

 "Si te digo que la burra es parda  es porque tengo los pelos en las manos ".  Así de simple.

 
—¿Por qué tendría que llevar precisamente a Karina? ¿es la única mujer en la oficina?
—No, también está Lourdes, pero sabes que esa mujer está casada con un cavernícola y nunca la dejara asistir a un evento así, además es una mujer hermosa, pero madura.
—¿Estás insinuando que Emm la llevaría solo por ser joven y bella?
—Exactamente ¿por qué crees tú que no te lo dijo?
—¿Porque no quería problemas? Pero no lo entiendo, yo no soy de esa clase de mujeres celosas. Lo respeto a él y a su trabajo. Y lo más importante de todo es que "confío en él".
—Pues creo que él en ti no tanto -termina por decir enterrando con cada palabra la daga directo a mi corazón. Ahora menos que nunca lo dejo ir solo, me pegaré a él como lapa si es necesario.
—Llegamos -Apaga el motor del auto —Katt sabes que te adoro, ¿verdad? -asiento con mi cabeza  —quiero lo mejor para ti y aunque no me lo digas, me doy cuenta de que las cosas no andan bien entre tu y tu marido -toma mi mano en un reconfortante apretón, eso me duele, el saber que incluso ella se da cuenta de lo mal que están las cosas en mi matrimonio me aterra. 

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