Era bueno que todos los cristales fuesen a dos caras, porque en los días anteriores había visto incluso drones sobrevolando cerca de las paredes de cristal.

Cuando los pasos de su amante resonaron por las escaleras, detrás de Ethan, él se tensó instintivamente. Por qué en la última semana simplemente no sabía que vería en el rostro de Thomas. ¿Un ceño fruncido? ¿Esa mirada de "no puedo estar en la misma habitación contigo"? ¿La triste mirada de un cachorro que perdió su amo?

Un segundo después, Thomas camino hasta el sofá donde Ethan estaba sentado y se colocó al otro extremo de este cerca de la lámpara que se encontraba frente a una palmera ficticia que proyectaba una suave sombra en el rincón del departamento.

— Lo siento, —murmuro sin convicción. Ethan lo miro al otro lado del sofá. Thomas tenía los hombros hundidos. Estaba sentado con los codos apoyados en sus rodillas, mirando al suelo. — Nunca antes he estado en una relación. Pero sé que así no es como se supone que funcionan. Siento haberte gritado, me he estado volviendo un poco loco.

Una observación desdeñosa casi se escapó de la boca de Ethan, pero se obligó a mantenerla dentro tan pronto como quiso escapar. Suficiente, ordeno una voz dentro de él. La parte de él que estaba loca y profundamente enamorada de Thomas, le había hecho prometerse a sí mismo, que sería él quien mantendría la cabeza fría en esta situación. Porque al final Thomas tenía razón, se había estado volviendo un poco loco durante la última semana.

Ethan se aclaró la garganta.

— También lo siento. —dijo, observando el comportamiento del hombre frente a él que aún no lo miraba. — ¿Quieres hablar del porque has estado actuando raro durante toda la semana? —pregunto suavemente, no sabía lo que Thomas necesitaba. Si lo supiese, no dudaría en dárselo. Pero por ahora, todo lo que podía hacer por el hombre era escucharlo.

— No es la gran cosa, —respondió Thomas, evadiendo el tema.

Él asintió, aunque sabía que Thomas no lo estaba mirando.

— No es la gran cosa, pero eso se ha metido bajo tu piel durante toda la semana y has estado actuando raro. No puedo ayudarte a arreglarlo si no sé lo que está mal en primer lugar. —Ethan dejo sobre el sofá gris, el cojín que estaba apoyado en su regazo y se movió entre la mesa de café y el sofá, en la suave alfombra frente a su novio, obligando al hombre a mirarlo a los ojos—. Tienes que dejarme entrar, Thomas. —Contuvo el aliento, mirando a Thomas como sopesando cuanto cedería el hombre frente a él.

— Es por la maldita multa del otro día. —respondió Thomas, a regañadientes. Ethan se contuvo de decir; «¡Lo sabía!» En cambio asintió con alivio evidente y acaricio la rodilla de su amante, alentando a Thomas a hablar, pero el hombre no dijo nada más.

— ¿El equipo te ha dicho algo por ella? —una mano se deslizo en la mejilla izquierda de Thomas, acariciando suavemente— ¿Qué está mal?

Thomas se tomó un par de segundos en ordenar sus pensamientos, porque pensó que no tendría otra oportunidad para tratar de explicar lo que estaba pasando. Cuando hablo fue tan crudo y honesto como pudo.

— El oficial que me dio la multa —dijo Thomas en tono sincero y serio—, me dijo que nos había detenido porque si hubiese mantenido esa velocidad, probablemente no hubiese podido controlar el vehículo en la siguiente curva. ¿Sabes lo que sentí cuando me dijo eso? —se detuvo un momento, mirando a Ethan y deseando que el hombre comprendiera su punto—¸Sentí que mi estómago cayo prácticamente hasta mis pies. Pudimos haber tenido un accidente, Ethan y hubiese sido mi culpa. Pude haberte hecho daño, y todo ¿porque? Por qué no quería que nos sacaran un par de fotos. Eres más importante para mí que nada en este jodido mundo, y te puse en peligro. Si algo te hubiese pasado, me volvería absolutamente loco. Y no puedo dejar de sentirme culpable por eso.

Mío [Entrégate, Libro 2]Where stories live. Discover now