Capítulo 31

3.5K 336 88
                                    

El piso de roble oscuro y pulido era un contraste persistente contra los colores de las fotografías. Solo eran cuatro, pero una de ellas parecía demasiado vieja. Como si fuese el libro favorito de alguien, el libro que ha sido ojeado muchas veces y por lo cual las paginas se han estropeado con el uso.

Ethan se inclinó para recogerlas y las observo. En realidad, solo observo una. La que más llamaba su atención en ese momento. Era la misma foto vieja y amarillenta que había comparado con un libro antiguo. El color en ella estaba un poco gastado, tal vez por los años, pero aun así no estropeaba la belleza de la imagen impresa en esta. La fotografía era de una bailarina. Su brazo estaba alzando en el aire en una posición suave, y su cabeza estaba echada hacia atrás, mirando al cielo. Su cabello dorado caía en suaves ondas como una cascada sobre su espalda por la posición de su cabeza. Su otro brazo estaba extendido hacia atrás y sus piernas estaban ligeramente separadas mientras ella se sostenía de puntillas en unas zapatillas de ballet. También tenía puesto un tutú rosa y una blusa con pequeñas flores del mismo color, o al menos parecían de algún tipo de tono de color rosa, ya que con el desgaste de la tinta en la imagen, bien podría ser casi blanco.

A juzgar por el fondo de la foto, esta había sido tomada dentro de un salón, probablemente un salón de ballet, Ethan no podría saberlo, nunca había estado dentro de uno, pero imaginaba que así es como lucían, porque ¿Dónde más podría haber sido tomada la fotografía de una bailarina?

Y, a pesar de que la fotografía había sido tomada en un ángulo solo de perfil, Ethan no podía negar que la mujer era hermosa, sin dudas. Aunque había algo vagamente familiar en ella, no en su rostro, no en su cabello, sino en esa pose precisamente. Entonces la realidad se estrelló contra él en un segundo, tan rápido e inesperado como cuando un rayo golpea la tierra y hace brillar todo por un pequeño momento convirtiendo la noche en día.

Él alzo la vista para mirar la estatua de la bailarina, —el bien más preciado— de Thomas. Y después volvió a mirar la vieja fotografía. La pose era la misma, ella tenía el mismo tutú, e incluso las flores en su blusa habían sido colocadas con delicadeza en la estatua. Demonios, incluso su cara tenia esos mismos rasgos delicados que en la fotografía. Era casi como una muñeca de cera, tan delicada y absurdamente real. Solo que esta no había sido tallada en la cera suave y moldeable, sino en el bronce duro y rígido. Y aun así, el artista había hecho realmente algo maravilloso con el material.

Ethan estaba sorprendido, ¿Por qué nunca había notado antes lo hermosa que era esa figura de bronce?

— Es mi madre, —dijo una voz, que casi no reconoció. Ethan arranco su mirada de la estatua de la bailarina, para encontrarse con la de Thomas al otro lado de la habitación. Los ojos azules del hombre estaban tormentosos, como el mar embravecido anunciando una furiosa tormenta.

Ethan se estremeció internamente. El tono de voz de Thomas era uno que nunca antes había escuchado. No parecía molesto, más bien, era un tono derrotado, lleno de resignación. Ethan miro la foto que todavía sostenía en sus manos, admirando la belleza en ella con nuevos ojos, a pesar de estar tan estropeada.

— Ella es muy bonita, —por fin logro decir, tragando el repentino nudo que se había alojado en su garganta. Sé sentía un poco avergonzado por tomar las fotos de Thomas sin su consentimiento, ya que parecía ser algo que el hombre todavía no estaba listo para llevar ante él, pero en defensa de Ethan, él no sabía lo que contenía la carpeta, y sobre todo no sabía que las fotos traerían este estado lúgubre sobre Thomas.

Él se acercó a Ethan, acortando la distancia con sus largas piernas hasta tomar la foto que sostenía. Thomas pasó un pulgar suavemente a través del maltratado material y sonrió melancólicamente.

Mío [Entrégate, Libro 2]Kde žijí příběhy. Začni objevovat