Capítulo 29

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Ethan no quería salir.

Habían pasado dos semanas desde que había llegado a Nueva York, y la primera semana había sido maravillosa, la siguiente había sido desastrosa, y todo eso era gracias a la prensa.

En California, la mayoría de los reporteros se congregaban en Los Ángeles. Y, San Francisco era como un pueblo olvidado por Dios para aquellos reporteros y paparazis que buscaran conseguir exclusivas o fotos de ellos para conseguir dinero. Pero Nueva York, era la gran manzana y había reporteros locos y tipos con cámaras por todas partes.

La primera semana había sido tranquila, incluso Ethan había dejado el departamento algunas veces para dar cortas caminatas por la ciudad cuando Thomas no estaba.

Pero la noche del viernes de la primera semana de su estancia en la ciudad, Thomas lo había arrastrado a Amethys, uno de los restaurantes más populares en Manhattan. Ninguno de los dos había esperado que las puertas del lugar estuvieran totalmente custodiadas por reporteros, pero lo habían estado, y desde ese momento había sido como prender una mecha de un camino de pólvora. Ethan no podía salir más a dar caminatas sin que los tipos con cámaras fueran detrás de él.

Incluso la última vez que habían decidido salir a cenar fuera, habían sido custodiados por dos camionetas de paparazis y en un intento por evadirlas, Thomas había recibido una multa de tráfico por conducir a exceso de velocidad. Ethan sabía que lo último que Thomas necesitaba era ese tipo de problemas y mala publicidad.

Aun así, Ethan no podía dejar de lado el hecho de que su vida personal y sexual estaba ahora debajo del microscopio de los medios. Y no le gustaba. Era consciente de la prensa sobre él en cada momento. Era un alivio que se hubiese hecho las pruebas antes de venir a Nueva York o nunca podría librarse de la prensa especulando en contra de Thomas, casi podía leer los titulares de la prensa hablando sobre él, yendo a una clínica de salud. La prensa especularía, que tal vez el sospechaba que Thomas lo estaba engañando a alguna mierda enferma que solo ellos podían crear.

Después de la noche de la multa, Ethan podía sentir que algo andaba mal entre ellos. No tenía idea de lo que Thomas estuviese pensando o sintiendo, pero había algo que había levantado duras barreras entre ellos, y que estaba enfriando su relación lentamente con un viento glaciar. Thomas estaba totalmente cerrado a Ethan. Y él no podía recordar la última vez que había besado al hombre. Realmente un beso verdadero, no solo pequeños roses de labios antes de que Thomas se fuera al entrenamiento o antes de apagar las luces de la habitación. Quizá el último beso real que habían compartido había sido antes de salir de casa, la noche en la que Thomas había recibido la multa de tráfico. Y ni siquiera quería hablar de la falta de sexo.

Desde la publicación de su entrevista junto a Thomas, su bandeja de correo electrónico estaba llena de correos de los medios de comunicación. Cada revista conocida en el país, e incluso algunas de otras partes del mundo, estaban ahí, pidiendo otra entrevista. Y Ethan solo podía pensar que si él conseguía todo ese correo basura, no podía entender cuanto recibía Thomas. Era tranquilizante saber que tenía a Shannen para hacerse cargo de eso por él.

Y ahora, él estaba en el sofá de la sala de estar, a donde había huido después de una pelea de proporciones épicas con Thomas en su habitación. Este último quería que salieran fuera a algún lugar, y Ethan no quería salir. Sí, estaba cansado de estar encerrado en ese departamento la última semana, pero eso era mejor que salir a la tormenta de flashes y gritos que le esperaban fuera del edificio y fuera de cada restaurante o lugar al que fuesen. Estaba harto de sentirse observado o incluso de sobre analizar cómo actuar, ahora que era consciente que había un montón de cámaras alrededor de él.

Ethan observo el horizonte de Nueva York a través de los cristales que formaban la pared del departamento. Estaba comenzando a obscurecer en el horizonte y algunos edificios tenían sus luces encendidas. Podía ver el majestuoso Empire State Building a un costado un par de kilómetros más allá, alzándose poderosamente sobre los demás edificios de acero y cristal. El cielo aún era azul sobre las nubes grises dispersas y el cielo en el lado del horizonte Oeste era un tono rosado. Él se dejó absorber por la belleza de aquella majestuosa vista, hundido en el mullido sofá. Simplemente no sabía si podía acostumbrarse a esa vista. O a la vista de la habitación que daba al este, dando la bienvenida a la salida del sol, y que era una de las cosas más majestuosas que Ethan hubiese visto nunca. Incluso en el baño, tenían una majestuosa vista al horizonte de la ciudad.

Mío [Entrégate, Libro 2]Where stories live. Discover now