•Capítulo 8•

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En la mañana, ya estaba frente a la que sería su nuevo hogar. Estaba algo descuidado pero ella le daría el toque majestuoso que se merecía ese lugar.
Se encontraba en el límite, entre el bosque y Gravity falls. Mientras miraba el lugar arremangó las mangas de la camisa y decidida, entró en la casita de madera.
Todo estaba lleno de polvo y telas de araña, pero inmediatamente comenzó a limpiar cada partícula de polvo que había en el lugar. Le tomó toda la mañana limpiar el lugar, ahora sólo faltaba arreglar algunas cosas, pintar y decorar, y tenía una buena idea de como avanzar más rápido.

- Bill Cipher. -dijo la castaña mientras tomaba asiento en uno de los peldaños de las escaleras.

El demonio apareció frente a ella con algo de curiosidad.

-¿Que es esto, estrella fugaz?. -

Mabel lo miró sonriente, esperaba que su plan resultara.

-Es mi nuevo hogar. - afirmó feliz la castaña.
Bill la miró extraño y con expresión desagradable.

-Es una pocilga. -

Mabel lo miró en forma de desaprobación, colocó ambas manos sobre la cintura y luego le apuntó con uno de sus pequeños dedos.

-Tú me ayudaras. - dijo la castaña de forma firme. -Y no te estoy preguntando, es una orden. -

Bill la miró desafiante, lo llamó para eso; cuando el estaba disfrutando de dos diablitas realmente hermosas.

-Ah, supongo que esta bien. - dijo indiferente el demonio.

Así comenzaron los arreglos. Bill con su magia arregló cada detalle de la casa, luego la pintó como Mabel quería; Calipso por dentro y coral por fuera, luego llegó el momento de amueblar; Mabel tenía una revista con infinidad de muebles y ella solo debía pedir, ya que Bill solo se encargaba de hacerlo realidad.

- ¡Por Dios, esta es mi cama soñada!. - gritó Mabel desde el segundo piso. - ¡Bill!, ven rápido.-

Bill estaba cansado de trabajar para una humana asquerosa. Haría aparecer la cama, que era lo último que faltaba, y se iría con esas diablitas de muerte.

-Quiero esta. - apuntó feliz

Bill la hizo aparecer y se sentó en ella.

- Bien, yo me retiro. -el demonio pasó sus dedos revolviendo su rubio cabello. - unas diablitas me esperan en el mundo de los demonios. -

Una puntada en el pecho de Mabel hizo aparición. Era molesta.

-Además... - se colocó de pie frente a la castaña y la miró. - sabes que esto no se va a quedar así, ¿verdad?.-

Ella solo asintió.

- Bien. -el demonio paso por el lado de ella chocando con su hombro - adiós. -

Mabel cayó de rodillas en el suelo de madera, todo lo que había reunido de valor para mandar al demonio se habían esfumado, de solo pensar que en esos momentos él y esas... Diablitas estaban haciendo quizás que cochinada ,le carcomia el alma.

Y sin darse cuenta, se encontraba llorando en su nueva cama. Ese demonio le tenía los nervios de punta.

•∆

Las semanas pasaron.
Mabel había obtenido su primer empleo como camarera del Resto-bar "Aroma a playa". También había finalizado su traslado a la nueva casa que pacífica le había obsequiado y abuelita le regalo a pato para que no se sintiera sola, y vaya que amaba a esa ave.
Habían pasado dos semanas desde la última vez que vio a Bill y se sentía algo abandonada. La presencia de ese demonio en su día a día, se había vuelto una costumbre para ella y no tenerlo cerca le ocasionaba angustia.

- Pato... - susurro la castaña. - Ven, pato. -

Mabel estaba recostada en el sillón de la Sala, mirando como pato volaba de un lado a otro. Este se poso en su estómago y la miraba curioso.

- Toma. - Mabel saco una galleta de avena de una bolsa. - son tus favoritas. -

Pato se la llevó volando hasta su jaula y comenzó a comerla.

La chica lo miraba sonriente y decidió ir al jardín para sacar algunas verduras del Huerto.

- Vaya, ahora eres granjera. -

Mabel dio un brinco del susto y lentamente miró tras su espalda, vio al demonio de cabellos rubios parado de forma elegante mientras la miraba.

- ¿Que haces aquí?. -

Bill la ignoró y camino hasta llegar a Mabel.

- Bueno, la última vez me hiciste trabajar como esclavo y perdí tiempo con esas diablitas de muerte... -

Nuevamente, la punzada de dolor volvió a su pecho pero no hizo gesto alguno.

- Entonces vengo a cobrarte todo lo que hiciste -

Eres Mía, Estrella Fugaz Where stories live. Discover now