•Capítulo 3•

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Después de las curaciones, Mabel durmió toda la tarde; tendría sesiones de curación todos los días por la mañana para evitar infecciones y por el momento debía reposar.

La noche había llegado a gravity falls, Mabel estaba despierta y sin poder dormir.

-Mi hermano puede que este aquí- susurro en sus pensamientos

Mabel se levantó como pudo y caminó lentamente hacia la ventana de la habitación, abrió la pesada cortina de seda y observo el paisaje. Habían casas tan bellas y las calles eran de piedra, la gente caminaba feliz sin ninguna preocupación. El bosque se alzaba imponente y por entre medio de sus ramas se veía el sendero iluminado.
A la castaña le recorrió una sensación de paz y comodidad en ese lugar, como si realmente perteneciera a el. Procuraría sanar lo más rápido posible para conocer todo de gravity falls.



Pasaron tres días desde que Mabel había llegado a gravity falls y sus heridas ya estaban sanas; abuelita le había dado una poción para recuperarse más rápido y lo logró.

-Abuelita, quiero conocer gravity falls- comentó Mabel mientras tomaba desayuno con abuelita y su Nieto Soos que había conocido hace un día atrás.

La anciana recién nombrada la miró sonriente y asintió mientras llevaba un trozo de tostada con mermelada de avellana rosa.

-Te enviaría con Soos pero es algo torpe- mientras decía esto, abuelita apretó la mejilla de su Nieto con cariño- Llamaré a una jovencita que conoce cada lugar de gravity falls como la Palma de su patita-

Mabel sonrió y asintió feliz.

Pasaron un par de horas y una chica con rasgos asiáticos, cabellos azules oscuros y anteojos apareció en la Posada.

-Ella es Candy, es hija de una especie de conejos poco vista últimamente- Abuelita saludo feliz a la recién nombrada- Candy, ella es Mabel-

La chica se dirigió rápidamente a la castaña y le sonrió energética

-Me llamó Candy y a pesar de ser una coneja uso lentes por problemas a la vista- dijo feliz- espero que seamos amigas-

Mabel sonrió feliz. Nunca había tenido una amiga real.

-Soy Mabel y me encantaría ser tu amiga- respondió contenta

Llegó la hora del almuerzo. Mabel y Candy caminaban por las calles de gravity falls mientras comían un helado de jazmín.

-Vaya, este helado es extraño pero delicioso- decía Mabel mientras saboreaba su helado

-¿Acaso no hay de estos en tu mundo?- pregunto curiosa la peli azul

Mabel rió bajito mientras miraba una pareja que pasaba por el lado de ella.

-¡Claro! Pero no hay de estos sabores tan exóticos -

Candy miro atentamente el helado que estaba en su mano y lo probó una vez más.

-Esto no es para nada exótico- arrugó su nariz en forma de desaprobación- esto es lo más común aquí en gravity falls -

Ambas rieron y continuaron su caminata. Candy comenzó a dar brincos mientras se dirigía al bosque.

-Te llevaré al limite- la chica saltaba cada vez más rápido - te encantará-

Luego de unos minutos de caminata por el bosque una luz apareció entre la densidad de este y dio paso a una hermosa pérgola de madera pintada de blanco.

-Es muy... - Mabel quedó impresionada por la belleza de tal estructura

-Lo se- añadió candy sabiendo lo que Mabel quería expresar- pero es increíble como algo tan hermoso conduzca a una pesadilla -

La castaña la miró curiosa luego pregunto

-¿Por que dices eso? -

Candy corrió hasta la pérgola colocándose en el centro. Miró a Mabel llamándola con una de sus manos.
Cuando Mabel ya estaba cerca de la entrada pudo observar que en la madera habían criaturas horribles luchando contra los seres que en ese mundo habitaban, todo tallado de forma minuciosa.

- Hace muchos años atrás Gravity falls no era como tu lo conoces. Antes, los demonios vivían en este lugar de forma pacífica pero un día todo cambió y se desató una guerra entre ambos mundos, desterrando así, a los demonios malvados y solo los de buen corazón pueden entrar a Gravity falls. - Candy Miró atentamente el lugar y luego prosiguió- aunque siempre hay demonios muy poderosos que burlan la entrada y logran pasar sin problemas -

Mabel miró a candy y luego al suelo de la pérgola y en el, había una escritura que aún era visible a pesar de la tenue luz que estaba quedando del día.
La castaña las pronunció en un susurro y lo último que escuchó fue el grito de su amiga a lo lejos.

Eres Mía, Estrella Fugaz Where stories live. Discover now