Capítulo Veintiséis

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--Cállate Hercules-- ese no era su nombre, pero era el apodo con el que nos conocimos y con el que había trabajado desde hace años. Reconocí al hombre, fue uno de los mejores amigos de nuestros padres, y nos conocía desde bebés --, sabes que él es el jodido problema.

--Pero es el jefe ahora Luzu, y nuestro deber es seguir sus ordenes, por más estúpidas que sean.-- comenzó a fumar, mirándome. Yo le miraba en ocasiones, solo para verle expulsar el aire.

Suspiré --No se metan con los que conozco, en serio, no iré con ustedes de todas maneras.

--¿A dónde huirás está vez rata?-- me preguntó, separándose del muro --. Ya te perseguimos hasta Madrid, lo haremos a dónde sea que quieras ir ¿Vale?

Si tu hermano lo quiere, iremos hasta el fin del mundo.

No le dije nada, ni si quiera cuando se marchó. En vez de eso me puse a andar en dirección contraria, camino a casa.

*****

Al llegar mi ánimo no había mejorado en absoluto. Me sentía tan abrumado y asfixiado, las presencia de mi hermano en mi vida desde hace tiempo dejó de ser agradable, dejando en su lugar una horrible sensación como si estuviese ahorcándome aun sin estar a mi alrededor.

Tenía planeado ir a mi habitación cuando oí voces en la sala, y como para ir a las escaleras tenía vista de ella, note a Samuel sentado con un chico muy joven, me atrevería a decir que aún no tenía ni 15 años. Incluso tenía puesto su uniforme azulado.

Me detuve para verle, justo cuando el mayor se puso de pie y me saludó --Él es Julio.-- señaló al joven chico, con cabellos rojos muy rizados. El chico se puso de pie y me saludó con timidez, moví mi mano, para luego adentrar ambas a mi pantalón. Me di cuenta de lo que significaba su presencia en la casa, y fruncí mi ceño al pensar que ese chico, siendo tan joven, ya estuviese tomando la decisión de quedarse en La Casa Gay.

--¿Se quedará aquí?-- quise saber, mirando a Samuel. Él suspiró, negando con su cabeza a la vez que pasaba uno de sus brazos por los hombros del muchacho.

--No, solo viene de vez en cuando a conversar conmigo. Soy su psicólogo-- explicó, y asentí lentamente, observando al tímido chico --. Él nos conoció por parte de Frank.

¿Frank? ¿Qué tendría que ver Julio con Frank? Seguramente mi confusión podía ser notada por los dos, pues el chico habló por primera vez, mirándome a los ojos --Yo tenía mucho problemas, y un día estaba siendo perseguido por unos chicos de mi escuela, estaban siguiéndome por una calle. Él nos vio y fue a defenderme, luego me trajo aquí-- el peli rojo sonrió después de hablar, me fue imposible hacerlo también. Podía imaginar a Frank haciéndose el héroe, y ayudando al chico --. Todos fueron muy amables y prometieron ayudarme, me gusta venir a verles.

Samuel revolvió sus cabellos, y escuche por primera vez la risa del chico --Lo son, son grandes personas.-- confirme, dando un paso hacia atrás listo para irme a mi cuarto.

--¡Espera!-- cuando me giré para verle, note que el chico había rodeado el sofá para mirarme mejor, acercándose un poco pero no lo suficiente como para tenerle frente a mí. Me examinó, haciendo que levantase una de mis cejas. Estaba por preguntarle cuando agregó --. ¿En serio eres Luzu?

Escuche a Samuel reír, y fruncí mi ceño --Sí, lo soy-- respondí serio, y me crucé de brazos --, ¿Por qué la pregunta?

--Es que Frank te describió más guay-- ahora sí me quedé sin palabras --. Hablamos a veces por mensajes, y me ha hablado mucho de ti.

Me emocione al oír eso y sonreí de forma automática. La curiosidad por saber que había dicho sobre mí ese hombre surgió y cada vez aumentaba más, pero no pude preguntar cuando se oyó que metían las llaves a la puerta principal de manera violenta.

Samuel salió de la sala para ver junto a mí como se abría la puerta y por ella entraba Rubén notablemente enojado. El portazo que dio hizo que Sam le reclamase, pero no parecía oírnos. Note que de forma inconsciente que el chico se colocó tras el castaño, y no comprendí el porque hasta que mire con atención al de peluca negra.

Rubén estaba llorando, se notaba por su rostro rojo y maquillaje corrido. Se quitó las botas con tacón aun frente a la puerta, y al estar descalzo se encaminó hacia nosotros --Rubén.-- intentó llamarle Samuel, estirando su brazo para frenarle.

Levantó la vista, mirándonos casi con odio. Me preocupe, jamás le había visto, y por la expresión que hizo el barbudo supuse que él tampoco. En unos segundo su rostro mostró otro tipo de emoción, uno que me dejó con un vació en el estómago y un nudo en la garganta. Rubén se veía herido, no físicamente, y las lágrimas no frenaban. Ni si quiera nos grito.

--Voy... voy a estar en mi habitación-- susurró, para luego soltar un sollozo. Supuse que quería estar solo. Rodeó mi cuerpo, note que Samuel quería retenerle, seguramente para hablar con él, pero le frene con un movimiento de mi cabeza, necesitaba dejarle un momento. El de peluca se detuvo antes de subir, y se giró para vernos, sin una mejor expresión --, n-no dejen que suba. No quiero volver a verle.

Iba a preguntar a quién se refería cuando se oyeron gritos afuera, reconocí la voz --¡RUBÉN!-- Miguel gritaba, seguramente apenas abriendo la reja de la entrada --¡RUBÉN!

Me giré para ver al de peluca, pero este ya estaba subiendo con rapidez. Samuel me miró, y note que también Julio lo hacía, seguramente los tres teníamos la misma expresión. ¿Qué mierda había pasado?


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Actualizo en la madrugada para que sepan que los milagros existen, ahre.

Hola <3





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