Lapsus© (LP #1)

Capítulo #30

Amor, tan solo una simple palabra compuesta de cuatro letras las cuales tienen mucho más poder que cualquier otra cosa en este mundo, es un sentimiento humano inexplicable, que de muchas maneras es representado y sentido con gran e inmensa intensidad.

Sin embargo, hay razones por las que quizá muchos corazones no han interpretado la verdadera razón de su existencia y del poder del amor, hasta que grandes tempestades arrebatan esas alegrías y únicos sentimientos que alguna vez llegaron a florecer bajo la cálida primavera, flores las cuales germinaron heridas transmándose en brotes de absurda indiferencia y arrebatar todo lo que fue del color de la vida.

El vuelo de la libertad, sentirse libre sobre todas las amarguras, venganzas, odio y ataduras por parte de los crueles impulsos de impotencia son los que terminan por hacer liberar cualquier dolor del alma borrando cualquier mísera secuela de lo que significó no conocer la palabra amor, quemando así las miles esperanzas de lo que arrebató el nunca más poder volar.

—Chris hija, ¿Estás lista? —preguntó mi madre Lidia muy feliz tomándome de mi mano junto a mi padre frente a un hermoso atardecer.

—¡¡Hagámoslo!!, ¡Es hora de sonreírle a la vida!, porque desde ahora y por siempre nunca más nos volveremos a separar, ¿Caminaremos hacia el infinito? —pregunté sonriéndole a mi madre la cual me veía con mucho amor.

—Más allá de eso mi niña, mucho más allá, no importa como, ni cuando, ni donde, somos una familia y eso jamás cambiará. —aseguró mi padre Roberth inclinándose hacia mi madre a la cual prometió seguir amando como el primer día.

Mi corazón no podía pedir más, por fin, después de grandes miedos, dificultades y guerras las heridas habían logrado sanado resurgiendo el perdón, para liberar todo aquello que nos ataba a incesantes combates absurdos pretendiendo ser valientes ante la vida cuando solo fuimos insignificantes nudillos de cartón.

Después de todo junto, de tipos locos acosadores, policías psicópatas, mentes traslocadas, identidades falsas y amigas como hermanas la vida retomó su curso normal llevándonos nuevamente hacia lo que debió de ser la auténtica felicidad la cual por razones del destino guió nuestro camino hacia la locura y el miedo.

Juntos frente al atardecer, de la mano, solo los tres, juramos jamás volver a separarnos y con cada paso firme recordar todos y cada uno de nuestros días el gran e inmenso amor sentido hacia nosotros así como alguna vez la luna besó al sol y la tierra brilló la órbita de las estrellas fugaces del firmamento azul.