Ella de la nada apareció en una oficina policial con el cabello alborotado y la mente confundida al no saber quién era en realidad ni de dónde provenía, pues no tenía recuerdo alguno de su vida o de lo que sucedió antes de llegar ahí misteriosamente...
—¿Qué fue lo que realmente sucedió?, ¡¡Quiero respuestas ahoraaaaaaa!! —exclamó Lidia furiosa y confundida.
—En realidad fui yo quien le dio el arma a Roberth para que "asesinara" a la bebé, sin embargo decidió llevársela con Él y cuidar de esta sucia niña poniendo en su lugar un cuerpo falso de goma para hacerte sufrir como tú lo hiciste con él al querer irte con otro hombre. —aseguró el Señor Ramsey raspándose los dientes con un palillo color azul.
—Yo JAMÁS me quise ir de su lado, lo amaba demasiado, ¡Eres un engendro del demonio!, ¿Cómo permitiste que lastimara a mi propia hija? —preguntó Lidia jadeando de cólera.
—Miren que curiosidad, hasta en eso se parecen, ahora, si me lo permiten, terminaré lo que empecé desde hace casi diecisiete años, ¡¡Morirás Christina Jolie Russel Jonhsson!! —gritó el Señor Ramsey encaminándose hacia mi como alma que llevaba el diablo.
—¡No si yo lo permito!, primero muerta, mi memoria ha vuelto, tú me la borraste con magia vudú y tienes razón, Roberth no le hizo daño a mi niña, lo hiciste tú, maldito desgraciado, esta me la vas a pagar, pero antes debo hacer cosas mucho más importantes, ángel mío, ¿Estás bien verdad? —preguntó mi ahora madre algo asustada acariciándome las mejillas.
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—Lidia yo... —decía dudosamente triste y desecha por dentro de mi ser.
—Dime "mamá", porque eso fui siempre, tu madre valiente mi bebecita linda. —aseguró mi madre Lidia sonriendo besándome las manos y las mejillas desesperadamente.
—Perdóneme Lidia pero aún no puedo asimilarlo, lo siento, supongo que te quiero por eso los salvaré de ese maniático de una sola vez por todas. —dije algo insegura con quinientos nudos atorados en mi garganta.
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—Señor Ramsey, ¿Me quiere ver sufrir?, ¿Verdad que si? —pregunté seriamente retándolo.
—Claro que te quiero ver, pero muerta y sepultada como tu padre. —se rió el Señor Ramsey con un poco de tos seca.
—Vamos, hágalo, mátame de una sola vez. —exclamé valientemente abriendo los brazos en señal de entrega total hacia el.
—¿Qué cosa?, ¿Christina pero qué haces? —preguntó mi madre Lidia muy asustada.
