Capítulo 1: Agua

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Sinceramente a la corta edad de seis años el joven Tomlinson ya sospechaba que poseía una habilidad increíble y peculiar. A pesar de su edad sabía que era imposible que él pudiera controlar dicho elemento, pero como todo niño pequeño pensó que sólo era parte de su imaginación o de alguna hada o ser mágico de cuentos que ayudaban a niños buenos.

Pero cuando iba notando más cambios e insistiendo más en el tema con sus padres y amigos; con todo eso de los super poderes o de habilidades sobrenaturales nadie le creyó, pensando que eran cosas de niños pequeños y que su imaginación volaba demasiado por las caricaturas y películas de super héroes.

Que gran error.

Al poco tiempo dejó de insistir, ya que creía que nadie era lo suficientemente apto para creer en cosas mágicas, como él decía. Pero en realidad era un consuelo inconsciente que él creaba para no sentirse excluido, como un fenómeno.

Pero a medida que fue creciendo Louis se dio cuenta que la habilidad que tenía no era nada concedido por seres mágicos de cuentos ni hadas, que no era común ni normal. Por Dios, ¿quién controla el agua? Nadie, no hay registro de un ser humano con habilidades como las de él. Y eso en un principio lo asustó, hasta creyó que era algo muy, muy malo. Hasta intento olvidar todo aquello y estaba a nada de pedirle a su madre que lo llevará con un psicólogo pues la hipótesis más acertada que él tenía era que se estaba volviendo loco y comenzaba a alucinar.

Pero sólo fue por un corto periodo de tiempo, porque paso por la etapa de la negación, ya que tiempo después decidió aprender a controlarlo y dominarlo a su manera. Haciendo de su poder una virtud y no una desventaja.

Se aceptó él mismo y aceptó su poder.

A los trece años se escapaba a los arroyos y ríos para poner en práctica su don, ahí intentaba hacer que el agua se moviera o alborotara, dando las primeras veces resultados pobres. Así paso por un tiempo, hasta que la fue dominando hasta el punto de llegar a hacer lo que quisiera con un ademán de mano o un chasquido.

A los catorce, cuando logró hacer una esfera de agua y elevarla desde la tina hasta la altura de sus hombros, no podía creerlo, se emocionó tanto que la bola de agua reventó, mojandole la cara y la camiseta. Pero poco le importó porque eso para él demostraba un avance muy prometedor.

Pero al principio tanta concentración le provocaba fuertes dolores de cabeza, pero aun así no se rindió. Hasta tenía planeado contárselo a su mejor amigo de ese entonces, pero declinó la idea cuando le dijeron en tono de burla Aquaman, debido a que pasaba la mayor parte del tiempo rodeado de lugares con mucha agua; arroyos, ríos, la piscina o baldes con agua.

Ese comentario le infundo el miedo a ser rechazado y burlado por los demás, otra razón más para ocultar su habilidad del mundo. Son demasiados torpes para comprender lo nuevo, le temerían a él porque temen a lo desconocido.

A los dieciocho años ya, se podía decir, era todo un maestro controlando sus poderes. No sabía cómo los obtuvo, ni por qué, o cuál es la razón o finalidad de tenerlo, pero a él poco le importó, ya que lo usaba como se le pegue la gana.

Porque digamos que, con el tiempo y el rechazo rondando siempre su alrededor, se volvió alguien muy extrovertido y atrevido. También algo, muy, desconfiado de su entorno.

Por lo que sabe que no debe decírselo a nadie, ni usarlo en público y exponerse. Ya que uno; él cree que lo tomaran como loco y no le creerían si dijera que controla el agua. Dos; cabe la posibilidad de que se difundan rumores de que hizo pacto con el diablo para obtener dichos poderes. Y odia los rumores, más aun si son falsos. Tres; quizá lo tomen como objeto de demostración o mono de circo que hará relucir sus poderes para entretener a las personas, y eso no le agrada para nada. Jodidamente no.

The element is in your eyes ~Larry~Where stories live. Discover now