Prólogo

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Los Ángeles. EE.UU

10:30 AM

Realmente no prestaba atención a lo que su reproductor de música estaba reproduciendo, sólo estaba allí parado, bajo el sol mañanero de Los Ángeles esperando a que su madre se vaya al interior de la casa para poder hacer lo suyo. No le tomaría ni cinco minutos, pero tenía que hacer tiempo para que no sospecharan nada. Y eso a veces le molestaba, pero no podía correr riesgos.

Bufó por tercera vez en la mañana y tomó la tijera de podar que estaba en el suelo, al lado de su pie izquierdo y se acercó al arbusto sólo para simular que estaba podando. Su madre luego de darle las indicaciones se adentro en la casa para prepararle una limonada o quizá agua fría, dejándolo completamente solo.

Harry sonrió con malicia y arrojó la tijera al suelo. Dio dos pasos hacía atrás y se tronó los dedos, mirando minuciosamente el jardín tan preciado por su madre. Las flores estaban un poco marchitas, el suelo seco, los arbustos demasiados crecidos y el pasto crecido y duro, con hierba mala por doquier.

Bien, quizá le tome diez minutos arreglar todo eso.

—Manos a la obra.—dijo para sí mismo y se arremango la camisa que llevaba puesta. Como si fuera de verdad a hacer algún esfuerzo.

Empezó por las flores, se agachó a donde estas para pasar sus dedos por los pétalos y notar que tan marchitas estaban, tomó la regadera, les roció algo de agua y con un ademán hizo que se irguieran y los pétalos florecieran como nuevas. Con colores vivos y brillantes, resaltando más ante los rayos del sol, creando una imagen casi mágica, es como cuando un rayo de sol se refleja en la plata; brillante, cegador y hermoso. Su madre estará encantada al verlas.

Las examinó con ojo critico para luego asentir satisfecho y ponerse de pie para dirigirse al siguiente trabajo.

Manipulo luego los arbusto; haciendo que las hojas tomaran color y las ramitas sobresalientes desaparezcan. Prosiguió con el pasto crecido y duro, con un par de movimientos de su mano e inclinaciones de cabeza estaba listo. El pasto quedo de un verde manzana oscuro, suave y húmedo, las hierbas malas desaparecieron con un abrir y cerrar de ojos. 

El jardín quedo en cuestión de minutos, hermoso. Las flores tenían un color vivo, resplandeciente y hermoso, el pasto se veía suave, verde y brillante, el arbusto se veía tan bien cuidado y cortado, de una manera que pareciera que estuvo horas trabajando en él.

Sonrió con suficiencia y se adentro a la casa tranquilamente. Sacudiendo sus manos y poniendo las mangas de la camisa en su lugar.

—¡Ya termine!—anunció, tomando un vaso de la repisa para llenarlo de agua.

Anne apareció con desconfianza desde el marco de la cocina que se conectaba al living.—¿Tan rápido, Harry?—preguntó y el nombrado asintió con una sonrisa que se ocultaba tras el vaso.—Si sólo has cortado, regado y removido la tierra así sin más estarás castigado todo el fin de semana y no saldrás a ningún lado.—amenazó, dirigiéndose a la puerta que daba al jardín trasero. Era imposible que ya haya terminado, si hace diez minutos que empezó.

Pero al salir al patio para darle un vistazo al jardín, su rostro paso por varias emociones juntas. La expresión de Anne estaba entre el asombro, sorpresa y confusión. Parpadeó un par de veces y miró a Harry con una sonrisa extraña.

—Ya cumplí.—comentó con inocencia el rizado y sonrió de manera amable, escondiendo la verdadera sonrisa de complicidad detrás de esta. Para luego adentrarse a la casa y dejar a Anne anonadada por el cambió drástico que sufrió su jardín en menos de veinte minutos.

The element is in your eyes ~Larry~Where stories live. Discover now