Capítulo 32

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Lo primero que pensó Zhersem al despertar fue el deseo de estar más gordo, aunque no tanto como Garrote. Su delgadez era una desventaja, ya que no podría recuperarse quemando grasa corporal. Nunca le había gustado comer en exceso. Lo pagaba cuando usaba los hechizos sin recitar toda la letanía, pero él pensaba que al menos no resoplaba al subir las escaleras como muchos sacerdotes y alguna monja. Aunque empezaba a sospechar que cada vez se recuperaba antes. Su cuerpo se estaba acostumbrando.

El ruido que hacía una novicia al vomitar le había sacado del sueño. Ella se disculpó al terminar, echándole la culpa al olor de tanta sangre y carne quemada. Escuchándola, el iniciado se percató de que él estaba manchado por los líquidos vitales de varios tipos de criatura diferentes, pero en su estado no era conveniente que usara un hechizo de purificación para limpiársela, como era la costumbre de los clérigos de la Muerte después de la batalla. La chica se debía haber quedado velando a los heridos más leves, porque no veía a ninguno grave a su alrededor, aunque sí a muchos muertos.

—¿Qué ha ocurrido al final? —preguntó él.

—Hemos ganado, Su Gracia, pero no tengo ni idea de cómo. Pero, ¿qué hace levantándose?

—Tengo que buscar a alguien.

Encontró a Atardecer y a Tria cerca de dos árboles unidos con las copas destrozadas. A su paladina le cosían múltiples cortes y los brazos de la novicia volvían a acabar en muñones. Se empezaron a contar unos a otros lo ocurrido, si bien Zhersem fue más breve. Al ver que estaban vivas, aunque necesitarían tiempo para curarse, enseguida quiso ir a averiguar el estado de la extracción de la piedra. La testarudez de la primera y la preocupación de la segunda, hicieron que ambas le acompañaran, más cuando comentaron que si ellas tenían que descansar, él aun más.

Descubrieron a Pira en el borde contrario del bosque, refugiada detrás de unos árboles caídos, lloriqueando. Al verles acercarse se levantó, pero agachó la cabeza toda compungida, sin moverse en su dirección. Los mimos y abrazos de Tria y Atardecer, incluso una rascada detrás de la oreja por parte del iniciado, la convencieron de que no había sido culpa suya el haber huido y no estaban enfadados con ella. La paladina montó a los otros dos en la paniquesa y marcharon hasta la Piedra de la Penitencia. Allí se estaban encargando de Jamur, Miri y la Doncella. Los dos capitanes dormían atendidos por una Madre, que con la mirada les indicó que no era el momento de molestar. En cambio, la bardo estaba siendo sanada por cinco. Todo el mundo quería que completara el ritual cuanto antes. Ella les narró lo poco que la miriápodo le había contado antes de que la hicieran dormir. Pidió que por favor recogieran las cenizas y los martillos de Remachador. Nada más la trasladaron cerca de la piedra, la marcó de nuevo y se puso a tocar, mientras las sacerdotisas continuaban sanándola para que no desfalleciera.

En cuanto la juglaresa acabó la extracción, los maltrechos servidores de las Damas regresaron a marchas forzadas a Ciudad de la Sal. Los heridos más graves eran transportados en las pocas monturas sanas, incluso muchos de ellos iban sobre las espaldas de los Paladines del Roble, que habían recuperado su vigor. Al acabar el penoso viaje, fueron a llevar el trozo de la piedra a Dos Pares, que los recibió con un banquete. A Bruma se le cayeron las lágrimas cuando vio a su amiga Atardecer mutilada de nuevo.

—Bien, habéis llegado justo a tiempo —dijo el mago—. Un día más y nos tendríamos que haber retirado a Puerto en el Río. Pero comed y bebed —impidió que hablara la Doncella—, y luego contad como os ha ido. Les hemos preparado unas buenas camas para después. He conseguido que sus superiores esperen a que descansen un poco para los informes.

El hechicero no mentía y no pararon de salir platos. Esperó pacientemente a que acabaran, antes de preguntarles por su guardaespaldas, aunque se le notaba que se esperaba lo peor. Incluso, por una vez, Garrote no tenía ganas de hablar.

Los servidores de la Muerte #WritingAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora