Capítulo 25

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DANIELA

Sentí una presión alrededor de mi cintura y un calor infernal, acompañada de un serio dolor de cabeza. Lentamente abro los ojos y estoy en... ¿Dónde estoy?

Miro hacia abajo y unos brazos musculosos me rodean ¿Qué rayos pasó anoche? ¿Qué mierda hice?

Me giré lentamente y sentí un alivio al ver que era Andrés y no cualquier tipo, pero a la vez me sentí mal, no habré hecho nada extraño anoche ¿o sí?

Debo dejar de beber así, la última vez, Linda tuvo que irme a buscar a la estación de policía porque estaba durmiendo en una banca en un parque.

Con cuidado quité sus manos de mí mientras me alejé. Peor será la vergüenza si no me voy en este instante.

Cuando por fin logré zafarme, me levanté con cuidado, pero fue inútil el me agarró de la cintura volviéndome a la cama.

—Suéltame—le dije, sintiendo su respiración en mi cuello.

Anoche no te querías separar de mi—estoy petrificada, ¿lo hicimos y no lo recuerdo?

¿Qué pasó anoche? —pregunté asustada con la esperanza a que dijera que no pasó nada.

Me separé de él sentándome en la cama sin mirarlo.

¿No recuerdas nada? —intentaba mirarlo, pero no podía—¿lo hicimos sin que recordaras nada?

No, no, no lo hicimos ¿Qué he hecho?—comencé a mecerme de adelante hacia atrás, dejé de hacerlo cuando lo escuche reírse a carcajadas—¿de que te ríes idiota?

Nada pasó—se sentó en la cama—aunque hiciste cosas, algo extrañas—sonrió, esa sonrisa que me mata.

Estúpido.

Anoche, me dijiste muchas cosas—levantaba las cejas con picardía.

¿Qué dije?

Te lo dejaré de tarea—lo miré mal. Se levantó de la cama—levántate te llevaré a tu casa—rayos los niños, deben estar preocupados—llamé a Oscar y le dije que te quedarías conmigo.

Salió de la habitación, permitiéndome ver su corpulenta espalda bien trabajada. 

Ni me quiero mirar en el espejo debo estar que asusto a cualquiera.

Me cambié por mi ropa, no sin antes mirar la habitación de Andrés. Todo es tan varonil, tan él, tiene una pared llena de libros como antes y cuadros de pinturas en la siguiente pared. Todo el cuarto está pintado de un azul marino, tiene un escritorio en la pared cerca de la ventana y la cama es toda negra.

Arreglé la cama, me arreglé un poco más, viéndome ya decente y salí, donde el olor a café me invadió por completo. Necesito un buen café para sentirme viva.

Ven preparé desayuno—se gira Andrés, aún sin camisa.

De verdad que la edad le asentó muy bien.

Ya me voy—dije colocándome bien la cartera en mi hombro.

Daniela, al menos come—se acercó a mí haciendo que empezara a erizarme—ven—me hizo sentarme en la mesa de la cocina.

Solo porque ya lo preparaste y no voy a desperdiciar la comida.

Sabes...seguí tu consejo y vi muchos programas de cocina—recordé cuando le dije eso y una sonrisa se me escapó—ahora no cocino tan mal, prueba y dame tu opinión.

Sobreviviendo al Bajo Mundoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن