DANIELA
Al irse Gustavo, dormí a Carla y salí a hacer mi tarea de la universidad. Mi madre llegó borracha, volvió a ser la misma de siempre, una maldita perra de la calle.
Llegó tirando todo al piso y tirándose en el sofá. La ignoré completamente y seguí haciendo mi tarea, pero no podía dejar de pensar en Andrés.
¿Cómo llegué aquí?
Estoy frente a su casa a las 11:30 de la noche, pensaba si irme o entrar a ver si está bien. Por eso vine aquí inconscientemente.
Ya que estoy aquí voy a entrar para asegurarme que este bien. Ni siquiera tengo la llave ¿Cómo entro?
Recordé que Gustavo hace años me enseñó a abrir la puerta con un gancho de cabello. Así pude abrir la puerta. De vez en cuando me ayuda cuando se me queda la llave.
Entré, había mucho silencio y todo estaba oscuro y en total silencio, algunas cosas estaban tiradas en el suelo.
Caminé hacia la habitación de él y no estaba, salí y fui a otra habitación. Cuando voy a abrir está cerrada.
—¿Dani?—lo escucho.
—Si soy yo ¿estás bien?—escucho cosas caer—¡¿estás bien?!
—Si, si, espera.
Escucho la puerta destrabarse y abre Andrés sin aliento. Como no podía hablar decidí hablar yo.
—Vine a ver si necesitas algo, como sé que no me llamarías para no molestarme, solo vine.
—Estoy bien, pero...—me miró confundido—¿Cómo entraste?
—Tengo mis métodos—sonreí—¿no necesitas nada? hay muchas cosas tiradas en el suelo.
—Tuve un poco de problema llegar hasta aquí, pero estoy bien—sonrió.
—Ves, no me llamaste.
—Yo puedo solo.
—Si claro... voy a limpiar lo que tiraste adentro—iba a entrar, pero me detuvo.
—No déjalo así.
Salió y cerró la puerta con llave, se giró con las muletas y caminó hacia su habitación. Lo ayudé porque de verdad no podía, pero él quería hacerse el hombre de hierro, el invencible.
Llegamos a su habitación y él se tiró en la cama girando sobre ella, lo ayudé a arroparse.
—Me siento como un niño que es cuidado por su mamá—una sonrisa se me escapó.
—Eres un niño terco, que no me llama cuando necesita ayuda.
Al mirar a la mesita recuerdo el libro que había leído la primera vez que vine, el siguió mi mirada hasta verlo.
—No te lo llevaste...—lo agarró—toma.
Lo agarré y recuerdos vinieron a mi mente, esto es lo que significa estar enamorada. Recordar cada momento que pasas con esa persona, buenos o malos.
—Gracias, prometo devolvértelo—miré el libro y lo miré a el—¿estás seguro de que no necesitas nada más?
—Eh...no.
—No te ves muy seguro, vamos dime no me molestará.
Mi corazón palpitaba rápidamente, sin razón alguna.
—Quédate conmigo esta noche—quedé paralizada al escucharlo.
Creo que fue incomodo tanto para el como para mí. Quiero decir que sí, pero no sé si es correcto.
YOU ARE READING
Sobreviviendo al Bajo Mundo
RomanceDaniela Coronado es una joven de 20 años que tiene responsabilidades que no debería, por una madre irresponsable. Vive en uno de los peores barrios del país. Su vida en ese barrio no es lo mejor del mundo y ella solo quiere salir de esa vida. En tod...