Capítulo 37

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Frank escribió una nota, aceptando la petición de Eilense. Por un momento quería ser alguien más que Frank, un héroe para muchos.
Hizo un par de llamadas antes de salir de su casa, comunicando que se tardaría un poco en regresar.
Coralie saludó con abrazos y besos a Frank. Le preguntó acerca de sus días, y Frank le respondía de una manera adecuada para que Coralie no compartiera tanto dolor. Pasaron unos cuantos minutos y Frank terminó la conversación con Coralie, y ella fue a su cuarto.
Al estar apunto de salir, en su mirada estaba el reflejo de esa pequeña niña rubia y desadaptada.
-¡Pequeña!. ¿Cómo has estado?
-No estoy bien. ¿Dónde te has ido?
-Sólo fue un par de días afuera, estuve ocupado pero pronto... volveré; lo prometo.
-No te vayas muy lejos, por favor
-Ay pequeña, no me mires con esos ojos.
Frank abrazó a Marley cómo si no hubiese un mañana.
-Volveré...- Dijo antes de salir.
Y antes de salir sus ojos encontraron los ojos de Clarisse, mirando a Frank desconsolada y decepcionada de sí misma.
-Frank, mi amor- Dijo Clarisse antes de que Frank se diera media vuelta.
-¿Mi amor?, Ya no te amo, Clarisse. Lo siento...
Clarisse se tiró al suelo y Frank cerró la puerta.

Frank fue al mismo lugar donde había encontrado la carta de Eilense con la petición, y él dejó su respuesta justo en el mismo lugar.
Caminó un kilómetro con aproximación, buscando una cabina telefónica en la que pudiera contactar a Thiago y a Jenny.
Al estar en medio de la carretera, donde el sol ocultándose, le pedía un descanso a sus débiles rodillas, miró a la parte diagonal izquierda; ahí había una tienda que parecía amigable con paredes color marrón. Al acercarse más, en la parte superior de esa tienda, había un gran letrero verde fosforescente que decía en inglés: "Mexican hot spicy bridge".
Muy llamativo para Frank, así que se acercó al pequeño lugar de comida mexicana, al parecer.
Un hombre gordo, con un bigote de mariachi y sombrero de chef, recibió a Frank de una forma cálida y lo invitó a tomar asiento.
-¿Qué desea, hombre?- Preguntó el mexicano
Oh, este hombre habla español- Dijo Frank en su mente.
Frank optó por escribir palabras en inglés sobre un papel. Sabía que el vendedor iba a entender.
Escribió: Quiero algo que me quite el hambre de dos días, pero que no sea muy pesado.
El vendedor mexicano sólo le siguió el juego a Frank y tomó un bolígrafo de su camisa.
Escribió: Le puede quitar el hambre, pero... ¿que no le caiga pesado?... Lo dudo, hombre.
Frank tomó en su lugar las risas, así que la curiosidad fue tras ellas.
Volteó el papel y escribió: ¿Qué hace un mexicano vendiendo sus tacos en plena Finlandia?
El vendedor inclinó su cabeza y pudiendo escribir con su bolígrafo, tomó el de Frank y respondió: Quise cambiarle algunos ideales a la humanidad; me dí cuenta que a algunas personas frías les hace falta calidez para que cambien y puedan cambiar.
Frank lo leyó y su mirada quedó pérdida en esa frase. Sólo respondió: Es interesante.
Frank tomó el papel y lo guardó en su bolsillo.
Antes de irse, miró al fondo de la pequeña tienda donde se encontraba un teléfono viejo y oxidado. Pidió por medio de señas, si podía utilizar el teléfono un minuto.
El vendedor lo dejó ingresar. Frank llamó a Thiago. Al contestar, le pidió su presencia en el lugar donde había sido quemada la iglesia; no le dijo porqué o para qué, sólo dijo que no tardara en una situación tan emergente.
Frank le dio dos palmadas en la espalda al vendedor y luego estrechó su mano asintiendo con su cabeza y apretando sus labios.
Se marchó con pasos rápidos sobre la nieve pero lentos en su interior.

Juegos Perversos ©Where stories live. Discover now