Capítulo 11

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Frank salió por la puerta principal del hospital. Se despidió del guarda, y estaba en camino para recoger su carro al principio de la vía. Estaba haciendo un frío impresionante... Tanto que sus dientes titiriteaban de aquel frío tan intenso; no podía ver el principio de la vía por causa de la ligera niebla, así que metió sus manos en sus bolsillos, y se dispuso a caminar por una orilla de la vía para tener más precaución.
Al estar cerca de su vehículo, sacó las llaves del coche, y de pronto escuchó un grito que se escondía en medio de la niebla.
-¡No!, ¡por favor!. ¡Ayuda!... ¡Ayuda!- Gritó una mujer. Sus gritos eran tan desgarradores que se escuchaban como si le estuviesen cortando una oreja, un dedo, o algún otro tipo de tortura, donde se involucrara dolor físico.
Frank tenía miedo, sin embargo, se le pasó por su cabeza mucho más el miedo que tendría en ese momento, aquella mujer.
Frank se decidió... Y en un momento de valentía, abrió la puerta derecha de su automóvil; con delicadeza sacó un puñal que se escondía debajo del asiento, y lo empuñó en su mano para enfrentarse a la situación, temía inmensamente por su seguridad. cabe decir que, él nunca se había enfrentado a situaciones en las que viera necesario defender la vida de otra persona. Pero aún así, decidió arriesgarse.
Frank se inclinó, y caminó despacio hacia los gritos de la mujer.
De pronto, se fijó que un hombre misterioso, con sombrero negro, y un traje de un color que se confundía a través de la niebla. Tenía la espalda de la mujer contra su pecho, agarrándola del cuello con su brazo, mientras que con su otra mano, donde sostenía una navaja, aparentaba ser muy sofisticada; rozó la punta del arma, contra su cuello... Sin hacer daño alguno, como si a aquel hombre misterioso, le gustara sentir el estremecimiento ajeno sobre su pecho, dándole placer; al estrechar su brazo contra el cuello de la mujer, con lentitud rozó su navaja por el cuello de ella, llevándolo desde ese punto, y después pasando el filo pasmado, sobre sus senos, y en finalidad rayando el exterior de su vientre sin causar herida alguna.

Frank solo pensó que ese hombre, no siendo extraño de esos "Locos"... Podría dejar lo "mejor", para su último acto de gozo y satisfacción.
Antes de ver tal acto de maldad y crueldad, decidió correr hacia la escena, mientras en su mente sentía que el tiempo iba en un tiempo cinematográfico de "cámara lenta"... Y así poder en un ataque de sensaciones de valentía, atacar a aquel hombre, clavando su puñal en su brazo izquierdo, haciendo que aquel hombre sin poder reaccionar... Dejara caer de una manera tan deshonorable su navaja al suelo.

Frank, y su mano con el puñal clavado en el brazo de ese hombre, al cual no podía verle el rostro, por la posición en el que este se encontraba. Intentó desenterrar el filo de su asquerosa carne de criminal, pero... Le resultaba un poco difícil. Así que el hombre misterioso, evidentemente, decidió dejar de lamentar su dolor, y mejor se propuso a ganar tiempo huyendo... Mientras que el miedo y la sensación de angustia causada por aquel acto de defensa, dejaban a Frank congelado, si así... Como si hubiese acabado con la vida de una persona, teniendo en cuenta, que era el médico más profesional de la ciudad.
Frank pudo notar el pánico desenfrenable de la mujer mientras había caído al suelo, derramando sus lágrimas sobre su pecho. Tenía en sus manos una estrella de juguete, el cual apretaba con fuerza. Frank pensó que aquel objeto, podría ser un recuerdo valioso que le causaba una emoción muy fuerte en ella.
Frank estaba dejando ir a ese hombre, con los rastros de crimen resbalándose en sus manos.
Volvió a mirar una vez más a la mujer, y en medio de la perdición en su mirada... Pudo sentir la compasión, que se adueñaba sin permiso de sus pensamientos.

Decidió salir de ese estado, así que corrió... Corrió... Y corrió, con las esperanzas de encontrar al "desgraciado" y darle de su merecido.
La niebla era un impedimento, que hacía sentir a Frank en el papel de víctima.
De pronto, pudo ver con esfuerzo el horizonte nublado, donde se encontraba huyendo aquel hombre.
-Ahí estás perra desgraciada...- Masculló Frank entre sus dientes.

Frank cada vez más... Se acercaba al criminal. Estaba seguro que si lograba atraparlo ,le daría una determinación clara, para que no pudiera volver a levantarse de su cama... Jamás.
Casi lo estaba consiguiendo, y el hombre parecía cansarse cada vez más.
Es hora...
Frank va a tomar de su hombro...
Pero de repente, su respiración se iba siendo más tensa, y con ello, sus pasos más suaves y lentos. sentía como su respiración se forzaba en medio de un ahogamiento silencioso.
Sus pasos no iban para más, y cayó de rodillas en medio de la vía nublada, sin nadie a su alrededor que pudiera auxiliarlo.
Frank en su escasa conciencia desconoció totalmente lo que había sucedido con él.
Estaba con su mejilla en el suelo helado, mientras veía los pies del criminal, con unas botas negras caminando hacía él. El criminal bajó su sombrero para ocultar su identidad, y sacó con un gran esfuerzo el puñal de su brazo, al mismo tiempo que salió un chorro de sangre, que salpicó el rostro de Frank. Tomó el puñal en su mano, mientras se acercaba a Frank con pasos lentos y fuertes.
En ese momento, el corazón de Frank latía como nunca.

Juegos Perversos ©Where stories live. Discover now