Capítulo 13

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La terquedad se adueñaba cada vez más de la actitud de Cristopher, sus cambios en sus emociones habían sido tan repentinos, que alarmaron a Hammer dejándolo inquietado, sin embargo, se sentía próspero al saber que su hijo tendría la posibilidad de llenarse de conocimiento en un lugar donde iba a conocer personas, y con ello batallar contra aquel trastorno, que para entonces, para los Rolvsson era una maldición.


Ann estaba ayudando a alistar a Cristopher, mientras él estaba nervioso y atemorizado por su primer día conviviendo probablemente, con otros chicos de su edad.


En el espejo más grande de su casa, que se ubicaba en el pasillo, estaba el reflejo de Cristopher ansioso.


Hammer estaba confiado que sin falta, iba a ser lo mejor para Cristopher, así que caminaron hacia la puerta, y salieron al frío, que día tras día se apoderaba de la ciudad.


Cristopher se sentía tonto con el uniforme de Enkilini, que se conformaba por una corbata color rojo vino y una chaqueta que le quedaba una talla más grande de lo normal.


Pasaron por aquel lugar, donde había un camino largo y estrecho.


Y al haber llegado después de casi una hora, Hammer y Cristopher hicieron una pequeña pausa para admirar con extrañez la gigantesca escuela, tenía una color blanco y sus orillas azul claro ,aparentaba ser algo antigua, las ventanas estaban un poco sucias, y muy al fondo se notaba un gran campo dónde probablemente practicaban fútbol americano y otros deportes.


Hammer estaba emocionado por que en lo más posible había dejado a su hijo en buenas manos. Así que caminaron hacia la entrada, donde se encontraba la profesora Clarisse recibiendo a los niños.


-Hola profesora, este es mi hijo Cristopher, es nuevo en esta escuela.


--Ah claro, usted debe ser el Señor Hammer... Mi esposo me habló de usted.


- Si, soy yo. Y quiero presentarle a mi hijo Cristopher. El es un niño muy especial, y muy... Sensible.


-Acá es un buen lugar para él- Confíe en eso-Agregó Clarisse.



Hammer entregó a su hijo en manos de Clarisse, mientras le daba sus últimos concejos de padre a hijo.


Clarisse y Cristopher entraron por la gran puerta principal, con un título en la parte superior que decía -Enkilini-.


Al entrar, Cristopher notó que era un lugar muy abierto y libre, más allá habían dos torres, una era más alta que la otra, y estaba construida con ladrillos, en la parte superior había una bandera color rojo, con un símbolo que a Cristopher le causó curiosidad.


El símbolo se conformaba por una cruz paté, que representaba la victoria sobre la muerte y la impiedad de Cristo, estaba rodeada por unas flores de lis, que representaba la santísima Trinidad. También, por su disposición concéntrica, retazos de la corona de espinas de Cristo, y delimitaban junto a los brazos de la cruz, cuatro corazones (la corona y el corazón son símbolos que remitían a los sufrimientos de Cristo en lugar de la humanidad). Y por último una paloma en la parte inferior de la cruz que representaba el espíritu de Cristo.


Cristopher al ver este símbolo, quedó en estado de trance, pensado en todos los posibles significados que podría tener.


Pero lo que nunca se imaginó, es que el símbolo pertenecía a la comunidad de los Hugonotes, y que probablemente... Podría estar rodeado de cientos de niños pertenecientes a esa comunidad, siendo él, evidentemente, el único católico de aquella escuela protestante; su padre nunca se le hubiese pasado por la cabeza entregarlo, si hubiese sabido de tal manera, esa realidad.



Clarisse giró hacia atrás, y ahí estaba parado Cristopher.


-Vamos pequeño, voy a presentarte a tus compañeros- Dijo Clarisse.


Así que entraron a un salón muy común, o al menos eso parecía antes de que Cristopher diera un paso hacia adentro.


- Silencio!, Silencio!.


Les presento a un nuevo compañerito, su nombre es Cristopher... Es un poco tímido, pero sé que se podrán llevar bien con él-Informó Clarisse.



Cristopher caminó despaciosamente, y tomó asiento.


Al mirar a todos sus compañeros pudo sentirse nervioso, ese miedo que nos causa un poco de dolor de estómago cuando tenemos una preocupación. Así que miró a su lado, donde estaba Coralie Fleury, la hija de Clarisse, que en ese momento era la profesora de ellos dos.


-Vaya... Un ángel- Pensó Cristopher, mientras la observaba con una profunda distracción. Pudo sentir como la luz prevalecía sobre las tinieblas, pues si... Al buen entendedor, pocas palabras.


De repente, ese mismo momento de perdición, actuó sobre él, y Cristopher cayó del puesto en el que se encontraba.


-Eres un tonto...-Coralie le dijo a Cristopher, mientras estaba en el piso avergonzado. Así que sus emociones volvieron a actuar sobre él... Y salió corriendo de el salón de clases, sin que le importara lo que pudiera pasar.


Cada vez corría más rápido, mientras en sus ojos salían pequeñas lágrimas de vergüenza. Cruzó la zona verde, donde se encontraban las dos torres, y se escondió bajo las gradas a llorar en aquel rincón oscuro... Donde pudo ocultarse. Se sintió torpe al caerse frente a Aquella niña.



Habían transcurrido casi seis horas desde que Cristopher salió inadvertidamente de el salón de clases. Su profesora Clarisse estaba preocupada, porque al buscarlo por toda la escuela, no logró encontrarlo. Por segunda mano, Hammer estaba de camino a la escuela para llevar a Cristopher de vuelta a casa, y entregarle en sus manos una sorpresa que probablemente, a este le disgustaría.


Juegos Perversos ©Where stories live. Discover now