—Ahora ya tienes un papá con quien jugar al fútbol y a muchas más cosas. Él te va a querer mucho, más de lo que te quiere ahora. —Los dos lloramos sin poder evitarlo.

—Lu, intenta descansar algo. Yo me quedo despierto por si él se despierta.

—No puedo.

—Por favor, no quiero que también te pase algo a ti. —Aunque reticente, se sienta en uno de los asientos de la habitación. El cansancio puede con ella y acaba durmiéndose.

(...)

Han pasado unos días desde que Hugo tuvo el accidente. Lucía y yo no hemos dicho nada en el trabajo, ya que sería una exclusiva para las revistas sobre cotilleo y ninguno de los dos queremos. Los únicos conscientes de ello son nuestra familia, amigos y los trabajadores de su colegio, quienes vienen a verlo en cuanto tienen un hueco.

Tras repetir la misma escena por décima vez, el director y algunos compañeros se acercan a mí preguntando repetidas veces que qué me pasa. Yo me limito a ignorarlos y no contestar hasta que terminan por agobiarme.

—¡Qué mi hijo está en coma en el hospital! —Grito de repente, lo que causa que todo el equipo se ponga a rumorear preguntándose que si tengo un hijo y que si es común con Lucía. Las lágrimas vuelven a salir por mis ojos como llevan haciendo desde hace varios días e intento huir de allí.

—¡Álvaro! —Oigo gritar a Lucía. Me siento en un banco que hay cerca de donde estábamos grabando y pongo mis manos en la frente, desesperado. —Álvaro... —Lucía se sienta a mi lado y me abraza.

—Lo siento mucho. —Me disculpo. —Se que dijimos que no íbamos a decir nada pero... —Se acerca a mí y me da un pequeño beso en los labios.

—No te preocupes, no te ha quedado más remedio. Tenemos que enfrentarnos a esto los dos juntos. —Me abraza y nos quedamos así un rato. Intenta tranquilizarme y lo acaba consiguiendo.

Volvemos con los demás y el director se acerca a nosotros disculpándose por lo sucedido.

—Podéis tomaros el resto de la mañana libre y si necesitáis algo no dudéis en pedirlo. Eso si, no podemos estar sin el protagonista muchos días. —Nos mira sin saber qué decir. —No sabía que Hugo fuese... —Deja la frase en el aire.

—No te preocupes, yo seguiré viniendo a grabar. —Le digo evitando contestar a su última conclusión.

—Tú puedes tomarte más días libres. Para las escenas que vienen ahora podemos hacerlas con los demás protagonistas.

—Vendré en cuanto pueda, te lo prometo. —El director nos abraza y nos deja ir al hospital.

Los días pasan y Hugo no da ninguna señal de mejora. Me dirijo hacia la habitación donde Lucía me espera en la puerta con mala cara.

—¿Ha pasado algo? —Pregunto al verla.

—Esto ha pasado. —Dice intentando no gritar y tirándome una revista contra el pecho. Salimos en la portada con el titular "¿Ha vuelto Álvaro Gango con su ex?".

—No sé cómo se enteran de todo, joder. —Me desespero y doy un golpe a la pared. —Lo siento. Lo arreglaré, te lo prometo.


Narra Lucía

Cuando veo que se desespera me arrepiento de mis palabras y le abrazo.

—Lo siento, he sido muy brusca. Tú no tienes la culpa. —Entramos en la habitación.

—Voy a pedir que pongan a una enfermera de guardia para que vigile a Hugo cuando no estemos. Creo que no podemos depender de nuestra familia. No me fio de que las revistas vayan a parar de sacar tanta mierda.

—¿Tú crees que es lo mejor? A ellos no les importa venir.

—Pienso que es lo mejor, además que no quiero exponer a mi hijo ni a ellos a todas las revistas de cotilleo. —Me dice serio mientras se va a buscar a alguien que lo atienda.

—Tienes un padre igual de cabezota que tú, cariño. —Me dirijo a Hugo y me siento a su lado.

Álvaro aparece en la habitación fatigado.

—¿Qué pasa?

—Hay un montón de periodistas en la puerta del hospital. No sé como pero saben que Hugo está aquí.

—No entiendo cómo se enteran de todo. —Me abrazo a él y pienso que mientras la imagen de mi hijo no salga en esos sitios, todo estará bien entre nosotros.

(...)

Los días siguen pasando. No hay día que no me toque esquivar a algún reportero pesado, pero sin embargo, estoy mucho mejor. El médico me acaba de confirmar que las últimas pruebas que le hicieron a Hugo han salido mucho mejor que las anteriores y nos ha confirmado que hay casi un cien por ciento de posibilidades de que despierte. Ahora mismo me dirijo a la habitación por la que sale una enfermera que me resulta conocida y no sé de qué.

—Perdone, ¿ha pasado algo? —Le pregunto ya que la veo salir demasiado deprisa.

—No se preocupe, su hijo está perfectamente. —Ni siquiera me mira a la cara y se va. Entro corriendo a la habitación y compruebo que todo está bien.

—¿Qué pasa? —Pregunta Álvaro entrando a la habitación preocupado. —Te he visto correr y me he asustado.

—¿Hay una enfermera nueva o sigue la de siempre?

—Es la de siempre, ¿por? —Sigue sin entender nada. —¿Qué tiene que ver la enfermera en todo esto?

—Acabo de ver a una enfermera rubia salir de la habitación.

—¿Estás segura? Si es así, hablaré enseguida con la jefa de enfermeras.

—Claro que lo estoy. —Suspiro. —Bueno, aparte de eso tengo otra cosa que decirte. Los médicos me han dicho que es muy probable que Hugo despierte muy pronto. —Por primera vez en el último mes lo veo sonreír con sinceridad. Me acerco a él y lo beso.


Narra Hugo

Me despierto un poco mareado y con un fuerte dolor de cabeza. Llevo una de mis manos a mi cabeza y siento que está rodeada de una tela que no sé cómo se llama. Consigo abrir del todo los ojos, aunque me haya costado mucho y veo a mí mamá besándose con Álvaro. He soñado que mi mamá me decía que él era mi papá, ¿o no lo he soñado?

—¿Mami? —Consigo decir.

Desde que no estás | Álvaro GangoWhere stories live. Discover now