—Disculpe usted señor,pero yo no sabía que tenía que cumplir con una un horario -busque su mirada mientras le agregaba:  —además estamos de vacaciones ¿quién se levanta temprano en vacaciones? - le pregunté seria y con la misma actitud que él

—Tú -cambia su peso a otro pie —antes te levantabas temprano y nos hacías panecillos -su tono de voz baja hasta convertirse en un susurro triste

—¿Tu padre no ha hecho nada? -le levanté la voz ¿cómo puede ser tan inconsciente y no preparar el desayuno para los niños si sabe que se levantan temprano?

—Mamá -me suelta como una advertencia para tranquilizar mi histeria -papá ya hizo el almuerzo y ya Almorzamos -lo veo como diciendo y ¿entonces? —yo... simplemente te extraño -me quedé de piedra, sin respuestas mi cerebro sale de mi cabeza dejándome un mensaje de “vuelvo a las 4” extrañada y sin saber qué contestar abro la boca y la vuelvo a cerrar, pero no logré decir nada. En eso unos pasos se escuchan por todo el pasillo acercándose

—¡Mami! -Ari entra corriendo a la habitación estrellándose en mis piernas, el movimiento me desestabilizó haciéndonos caer al piso

—Tranquila Ari -mi pequeña suelta una sonora carcajada al cual me uno. ¿qué pasa? -le quité el cabello de su rostro para verla mejor. Ari es muy perezosa para peinarse, tengo que ser que estar atrás de ella para que se recoja el cabello.

—¡Aquí voy! -la voz de Emanuel se escucha desde abajo provocando excitación en mi pequeña que sólo se esconde detrás de mí

—Papi es el monstruo mami y se come a las princesas como tú y yo. -les hago señas para que guarden silencio, me levanté del piso acercandome a la cama y tome una almohada y mis hijos imitan y movimiento

—¡Ocultense! -les susurré a los niños con una sonrisa cómplice, ellos corren buscando un buen escondite. Ari se mete al clóset mientras qué Connor prefiere ocultarse debajo de la cama, yo me escondo en el hueco que hace la puerta y la pared al abrir. Escucho como sube por las escaleras con pasos marcados a propósito me di cuenta para que los niños lo escucharán aproximarse y tuvieran tiempo de esconderse. Mi corazón se acelera cuando lo escuchó recorrer el pasillo, Emmanuel abre la puerta y casi me golpea con la perilla por la fuerza con la que la abrió, me llevé una mano libre a la boca para no gritar por la emoción, veo cómo pasa de mí hasta darme la espalda por completo y ese es el momento que esperaba para salir de mi escondite y golpear su cabeza por atrás. Emanuel suelta un grito de sorpresa por el golpe. Y eso resulta como un grito de guerra ya que los niños salen de su escondite disparados hacia su padre con almohada en mano y derribandolo al piso, Emmanuel no tiene tiempo para defenderse cuando sus hijos comienzan a golpearlo con las almohadas, me acerqué a él para propinarle otro golpe directo a su cara pero él le mis movimientos adivinando el momento del impacto, se aprovecha de la situación y se gira rápidamente tomando mi tobillo tirando de el haciéndome caer encima de él. Los niños aumentan los golpes, unos dirigidos hacia él y otros para mi

—¡Basta! Basta -grité cubriendo mi cabeza entre mis manos, los pequeños obedecen con movimientos desconfiados a la expectativa de nuestra reacción

—Nos rendimos -logró decir Emmanuel entre risas, los niños gritan por su triunfo dando saltitos en su mismo lugar con las manos hacia el cielo.

El calor del cuerpo de mi marido me despierta haciéndome consciente de él, odio cuando mi cuerpo reacciona al más mínimo tacto encendiéndose el deseo por él. Todos esos sentimientos sólo sale con él, con Marco no pasa lo mismo; estos últimos días hemos salido a cenar, al cine y esta última vez me besó fue…. lindo más no impactante, esperé a que ese torbellino cruzará por todo mi cuerpo e incendiara mi vientre bajo, pero nada de eso pasó y lo peor fue fingir que me había gustado.

INFIELES Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz