Capítulo 5

Depuis le début
                                    

     Todos estaban llorando.

     Y las lágrimas de Liliana rodaban por sus mejillas sin autorización alguna. Los extrañaría como a nadie. Eran sus hermanos, esos alocados chicos eran sus hermanos, y nadie iba a reemplazarlos nunca en su vida.

     -Además, toma- le extendió la caja Abril -. La acabamos de terminar.

     -Nos costó mucho, pero lo logramos- intervino Guillermo rascando su nuca.

     Ella tomo la caja y de inmediato sintió el peso en ella. Los miro a todos confundidos. Pero fue Christina quien se adelantó a explicar.

     -Antes de que puedas siquiera preguntar el contenido. No lo sabrás hasta que no llegues a Seattle.- le advirtió de inmediato.

     -Y solo la abrirás si, estas triste, moleta, confundida, enamorada, si te gusta alguien, si te rompieron el corazón, si necesitas a alguien, si nos extrañas. Pero la primer debes abrirla lo que llegues a Seattle. Cuando llegues a tu casa si es posible.

     Ella les sonrió triste y observó la caja. Había miles de fotografías en ella, donde estaba con cada uno de ellos, sus familias y en grupo.

     -¿Y si quiero ver solo un poco?

-Tendrás que esperar- le advirtió Chad dejando la valija con las demás.

     Ella dejo la caja sobre la mesa y se volteo a mirarlos una vez más. Se acercó a ellos y se envolvieron en un abrazo grupal.

     Esos años de terapia, donde había que llenarla de buenos consejos, fueron ellos quienes lo hicieron. La hicieron verse siempre al espejo, y hacerse cumplidos así misma.

     La importancia del amor propio. Ellos le enseñaron todo lo que ella sabía hoy. Y no la habían dejado sola en ningún momento del camino. Incluso cuando se caía, ellos se sentaban junto a ella si está no quería levantarse del suelo. Si sólo quería descansar.

     -¡Dios, los voy a extrañar!- exclamó ella mientras seguían fundidos en el abrazo y ella cetro sus ojos tratando de siempre recordarlo.

     -Y nosotros te vamos a extrañar mucho más- aseguró Guillermo en susurro.

     Ella sabia que todos estaban mal. Pero Guillermo, estaba peor. Y no era para menos, la mujer de la que estaba enamorado se iba a ir.

     Ella suspiro, extrañaría cada locura de esos chicos, cada abrazo, cada consejo, cada broma, cada juego. Los extrañaría demasiado.

     -¡Bueno ya basta!-interrumpe Christina separándose -Ya fue mucho llanto, nos pasamos de sensibles- todos suelta una pequeña risa -.Ahora escucha bien, más te vale comunicarte con nosotros y volver aquí en vacaciones, porque juro que voy hasta Seattle y te asesino yo misma.

     -¡Oye, mujer!- le llama Chad -¿De donde sacas tanta ropa?- le cuestiona mirando las valijas -Siempre te vistes casi igual. Y cuando arreglamos las valijas, era como si tú armario no tuviera fin.

      -Puedes darle las gracias a Christina - le aseguro ella.

     Y estaba en lo cierto. Ella solo suele usar lo que más le gusta, teniendo un armario lleno de ropa. Y es que Christina la obligaba a ir de comprar con ella, las gemelas y una que otra vez con Valery. Así que ella se volvía su pequeña Barbie a la cual le compraban todo tipo de ropa.

Never Again [Editando] Où les histoires vivent. Découvrez maintenant