—Era mejor que te hubieras limitado ahacer promesas que pudieras cumplir.

Me meto en la habitación sin darle tiempo a responder, pero, para mi desgracia, llama a la puerta. Me hago la fuerte y no le abro. Veo como Hugo, dormido encima de la cama con la ropa de calle, se mueve.

—¿Puedes dejar de hacer ruido? Vas a despertarlo. —Respondo cabreada nada más abrir la puerta.

—No hemos acabado de hablar.

—Lo siento, pero no tengo ganas de recordar mi pasado. —Sueno demasiado borde.

—Es sobre Hugo. —Es mencionar a mi pequeño y obtener toda mi atención. —¿Puedo pasar? Te prometo que hablaré bajo.

—Está bien. —Hago un gesto para que entre en el baño y podamos hablar más tranquilos. Presiento que cualquier comentario va a hacerme levantar la voz.

—Antes en la playa hablé con Hugo sobre su padre. —Ya sé por dónde va. —Piensa que lo ha abandonado porque no lo quería, Lucía.

—Yo nunca le he dicho eso. —Dejo claro.

—Lo sé, no lo dudo. —Me mira fijamente. —Me gustaría contarle que soy su padre.

—¿Quieres contarle que eres su padre para que luego, al acabar la película, te vuelvas a ir? Prefiero que no lo sepa nunca.

—No me voy a ir. —Suspira derrotado. —No puedes hacerme esto, Lu.

—Eso no lo sabes ni tú mismo. ¿Quién te dice que al acabar te van a seguir dando trabajo en España?

—Dejaría todo por ambos, no voy a cometer el mismo error dos veces. Sabes perfectamente que yo no tropiezo dos veces con la misma piedra.

—Conmigo ya tropezaste y has vuelto.

—A lo mejor es que tú no eres una piedra.

Hugo empieza a llorar descontroladamente. Grita varios "no" haciendo que ambos dejemos nuestra conversación a un lado y vayamos a ver que pasa. Una pesadilla. Me siento a su lado e intento calmarlo.

—Salió un hombre del baño y decía que no me querías, que me ibas a dejar con la abuela y que no te iba a ver más. —Sigue llorando en mi pecho. —No te vayas. Tú también no.

Levanta su cabeza y ve a Álvaro detrás de mí. Hace fuerza contra mi pecho e intenta separarse intentando calmarse.

—Álvaro. —Él lo mira. —Prométeme que no vas a dejar que mamá se vaya nunca.

—Te lo prometo. —Esta vez mi ex me mira a mí. Esa promesa esconde algo más. Algo que por desgracia no me creo.

—¿Tienes hambre, campeón? —Cambia de tema y mi pequeño asiente. —Pues venga a la ducha. —Hugo lo mira acongojado y niega con la cabeza. —¿Si se ducha mamá primero vas tu después? —Intenta convencerlo. Al parecer da resultado.

Hugo sale corriendo hacia el baño para mirar si está vacío. Si no hay ningún hombre malo.

—¿Quieres que me quede con él? —Habla Álvaro a mi espalda. ¿Es que no se cansa?

—Álvaro...

—No me alejes de mi hijo por favor.

—En cuanto me duche te largas. Ya puedes ir pensando que excusa poner porque antes lo decía en serio. Tu "día familiar" se ha acabado.

Hugo sale del baño. Yo me meto ignorando su cara de felicidad y me ducho. Cuando salgo veo a Álvaro tumbado en la cama con Hugo sobre su pecho, durmiendo plácidamente. Sigo mirándolos con cara de tonta. A pesar de mi enfado, esa es la imagen más tierna que he visto nunca.

—Ya puedes irte. —Lo invito amablemente a salir de mi habitación.

Me mira con pena, pero me hace caso a la primera. Se despide de Hugo con un tierno beso en la frente y lo deja en el centro de la cama. Lo acompaño hasta el pasillo, para asegurarme de que entra en su habitación y no vuelve.

—¿Sabías que este tío iba a venir? —Habla con rencor. No entiendo nada hasta que salgo de todo de lo habitación. —¿Por qué no vuelves a Madrid y dejas de agobiarla? —Ahora se dirige a Álvaro.

—¿Te estás oyendo? ¡Quién la agobias eres tú! No quiere verte. —Creo que se le ha escuchado en todo el pasillo.

—¿Y a ti sí? Soy su mejor amigo.

—Tengo más derecho que tú a estar aquí.

—¿Derecho? —Se auto pregunta. —Si le llamas derecho porque te arrepientes de haberla abandonado estando embarazada, es que no entiendes nada.

—¿Os podéis callar los dos? —Acabo gritando en medio del pasillo. —¡No tenéis ningún derecho ninguno!

Hugo sale por la puerta y me busca con la mirada.

—¿Qué ha pasado? —Me pregunta asustado.

—Nada cariño. Venga a ducharte que después tenemos que ir a cenar. —Cierro la puerta de la habitación, dejándolos fuera y meto a Hugo en el baño.

Saco a mi hijo de la ducha y le pongo la ropa interior. Sale corriendo y ni siquiera me da tiempo a ponerle el resto de la ropa.

—¡Hugo, ven!

—No. —Me saca la lengua y sale corriendo por la habitación. Cualquiera diría que acaba de tener una pesadilla.

Cojo mi móvil y grabo sus movimientos. Este tipo de vídeos son los que se recuerdan en un futuro. Corto el vídeo y, mientras él sigue dando vueltas, abro Whatsapp.

"¿Qué haces aquí?"

"Quería hablar contigo. No quiero que estemos enfadados por ese idiota."

"¿Y no podrías esperar al lunes?"

"Me sentía mal. ¿Vamos a cenar y hablamos?"

"Vale."

Me preparo y hago lo propio con Hugo. Samu nos espera en recepción. Solo espero no encontrarme con Álvaro. Nos dirigimos al restaurante del hotel y pedimos la cena.

—Perdóname por todo lo que te dije, no tengo ningún derecho a elegir por ti. —Habla tranquilo y preocupado.

—Yo también te mentí en lo de... —Espero que me entienda ya que no quiero hablar de eso delante de Hugo, aunque esté entretenido con mi móvil viendo dibujos.

—Es tu vida. Por mucho que yo esté enamorado de ti, no puedo cambiarla.

—No puedes venir aquí y decirme eso. Eres mi mejor amigo. Mereces a alguien mejor que yo, alguien que te corresponda. —Intento sonar lo más clara que puedo.

—¿Ya se ha enterado de todo? —Pregunta obviando mi comentario. Asiento con la cabeza y miro a Hugo a la par que el camarero aparece con la cena.

—Que aproveche. —Dice sonriente.

—Gracias. —Decimos ambos a la vez.

La cena avanza sin mencionar nada más sobre el tema, tan solo recordamos viejas historias de cuando nos conocimos y pasamos el tiempo, como antes de que apareciese Álvaro. Al rato veo que el susodicho baja a cenar y pasa a nuestro lado. Saluda a Hugo y se va ignorándonos.

—¿Habéis hablado? —Me pregunta una vez se ha ido.

—Sí, y le he dicho que se largue.

—¿Pero? Siempre hay un pero.

—Pero me ayuda mucho con el niño cuando yo no puedo y siempre está pendiente. —Suspiro. —Si antes lo ha llamado papá. —Esto último lo susurro evitando que Hugo se entere de la conversación. —¿Qué debería hacer?

—Él solo te ha hecho daño. Deberías rehacer tu vida. —Suena serio.

¿Esto lo dice por mí o me quiere poner en contra de Álvaro?


Desde que no estás | Álvaro GangoWhere stories live. Discover now