Capítulo 14.

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La policía y la ambulancia están frente a mi casa, causando que la mayoría de vecinos asomen sus cabezas y quieran saber qué sucede. Yo, mientras, estoy sentada sobre las escaleras teniendo frente a mí a una policía tomándome declaración.

-¿Y cuando llegaste no te diste cuenta?

-No.

No sé ni por qué ha venido la policia, ¿acaso han llegado a pensar que mataría yo al hombre que me adoptó y básicamente ha dado la vida por mí? ¿Quién coño haría eso?

La joven está mirándome fijamente, y cuando mis ojos ven al cuerpo de mi padre envuelto por un saco y cargado sobre una camilla, siento las lágrimas rociar de nuevo mis mejillas.

Fran aparece por la puerta, buscándome con la mirada junto a mi madre y corriendo hacia mí nada más verme.

-¡Esther! - mi hermano solloza, abrazándome sin importarle que esté llena de sangre y mi madre igual.

-Papá... Ha muerto - murmuro, separándome de ellos -. Ha muerto. No va a volver.

Me miran sin decir nada, pero cuando rompo a llorar de nuevo, salgo corriendo hacia la calle seguida de ellos. Grito con rabia, corriendo hacia la ambulancia y abriendo el saco para ver el pálido rostro de mi padre.

-Papá, por favor... - murmuro, abrazándome a él -. No te vayas. No puedes dejarme. Tienes que verme en la graduación de la universidad, a mi primer hijo... Papá, por favor. Vuelve conmigo. No me dejes.

        Los chicos de la ambulancia me piden que salga varias veces, y hasta que no viene Fran a por mí, no salgo.

          Cuando toco el suelo de la calle, el frío se instala en mi sistema y me doy cuenta de que voy con una simple camiseta de manga larga, la cual está húmeda. Los brazos de mi hermano mayor me vuelven a rodear el cuerpo y poso mi barbilla en su hombro.

-¿Mejor? — murmura y yo asiento —No puedo imaginarme por lo que has pasado, Esther. Yo debería de haber estado allí, no tendría que haberme ido con ella...

Niego con la cabeza y me separo de sus brazos.

-No es tu culpa, si no la mía, Fran — digo, sintiendo el escozor en mis ojos —. Papá me pidió que no saliese y pasásemos la tarde juntos, pero al final me dejó salir y dijo que otro día tendríamos esa tarde. No debería de haber salido, Fran, y así hubiese estado ahí.

         Mi madre se ha ido acercando hacia nosotros mientras yo hablaba, enterándose de lo que decía.

-No te culpes por ello, Esther — su voz está rota —. Nadie sabía que esto pasaría.

-Pero si yo hubiese estado ahí... —

      La miro fijamente y recuerdo cómo abrazaba el cuerpo sin vida de mi padre. Empieza a temblarme el labio inferior y no controlo las lágrimas.

-Papá ha muerto, mamá. No va a volver. No puede morirse, mamá...

          El chico rubio baja la mirada y puedo ver como para el dorso de su mano por la mejilla, limpiando la lágrima que se le ha caído, pero entonces alza el rostro y tiene los ojos rojos.

-Es verdad, él no debería de haber muerto.

      Empieza a llorar sin parar y yo corro a abrazarlo, clavándome sus yemas en mi espalda mientras mi madre tiene su mirada perdida en la ambulancia.

Se nota lo dolida que está.

             No he visto llorar a mi madre desde que ha venido a casa, o si lo ha hecho no me he percatado, pero puedo ver en su mirada lo vacía que se siente ahora mismo.

[...]

      Nunca había estado anteriormente en un hospital a causa de una muerte, y que justo este viviendo esta situación, me hace sentir que estoy en otro planeta.

       Cuando caminábamos en dirección a la habitación donde se haya el cuerpo de mi padre, he visto habitaciones con las puertas abiertas y personas en ellas donde se encuentran enfermas. Debo sentirme agradecida por estar bien y tener una familia así, pero no me veo capaz de hacer nada ahora.

            Sentados en las sillas que hay en el pasillo, veo como mis tíos vienen nada más enterarse de la noticia, llorando desconsoladamente mientras nos abrazan.

-¿Estás bien, cariño? — me pregunta mi tío, al igual que a mi hermano anteriormente, con lágrimas en los ojos y las mejillas rojas.

Niego con la cabeza.

-Anda, ven aquí.

         Me aprieta más entre sus brazos y yo escondo mi cabeza en su pecho, aferrándome con fuerza a su camisa mientras escucho el movimiento de su pecho. Las imágenes de mi padre muerto sobre el suelo azotan mi mente de nuevo, pero se convierten en algo secundario cuando escucho a mi madre hablar con una de mis tías.

-Ella debe ser la que peor lo está pasando — mi madre murmura cabizbaja —. Lo vio muerto, se llenó de su sangre y todo.

-No debería haberlo visto.

-Nadie debería.

          Tomo asiento de nuevo en la silla, apretando la mano de mi hermano. Alzo la mirada y le pillo observándome, me da un apretón e intenta esbozar una cálida sonrisa, pero no lo consigue.

-Saldremos de esto, ¿vale? — su voz es la única que se escucha en el lugar.

-No creo que pueda, Fran — mi voz se quiebra y su cuerpo se acerca más a mí.

-Eres más fuerte de lo que crees, Esther. Todos los somos y vamos a poder.

           Volvemos a abrazarnos y a los pocos segundos salen la médico de la habitación. Nos ponemos en pie y ella se acerca a nosotros, mirando el informe de mi padre.

-¿Ustedes son los parientes del señor Sánchez?

              Asentimos lentamente y los ojos de la mujer se posan sobre mí, pero yo entonces miro a varias personas salir de allí y empiezo a escuchar lo que dice.

-Lamento decirles que el señor Sánchez murió debido a un ictus, golpeándose contra una esquina y desangrándose al instante — los ojos verdes de la mujer vuelven a posarse sobre mí de nuevo.

-¿Y si hubiese habido alguien allí podríamos haberle salvado?

Ella asiente.

-Podría ser.

             Inspiro con fuerza y me doy media vuelta, caminando en dirección contraria de donde está mi familia seguida por mi madre.

-¡Esther!

-Déjame — murmuro cuando ella me coge de la mano nada más alcanzarme —. Ha sido todo mi culpa, mamá. Si yo hubiese estado allí y no me hubiese ido... Yo... Fue mi culpa.

-No, no, no — ella niega con lentidud, acercándome a su cuerpo —. Fue un accidente, Esther, nadie sabía que sucedería eso.

-Pero yo debía estar con él — gimo y ella me mira con los ojos rojos y las lágrimas en sus mejillas, atrayéndome hacia su pecho —. Debería de haber estado allí porque él no tendría que haber muerto, mamá. Papá no debe de estar muerto, no aún.

Lo último que recuerdes.Where stories live. Discover now